La sonrisa de Juanma Moreno de oreja a oreja era anoche directamente proporcional a los besos que Elías Bendodo le daba a Patricia del Pozo. Algunos periodistas de medios afines estaban también exultantes. Se habían superado las expectativas
Ni las encuestas más complacientes con el PP daban el resultado que se produjo ayer en Andalucía: 58 escaños, mayoría absoluta. Nadie podía imaginar que el autollamado «gobierno del cambio» iba a ganar en feudos tradicionalmente socialistas como Alcalá de Guadaíra o Dos Hermanas. ¿Motivos? ¿Razones? Quizá ganó el menos malo a juicio de la ciudadanía. Pero hay que subrayar que la abstención ha subido. Teniendo en cuenta que la participación ha alcanzado el 58,36% de los más de seis millones de personas llamadas a las urnas, el porcentaje de personas que no votaron a ningún partido en esta cita electoral se sitúa en el 42,64% (41,64% de abstención más un 1% de votos en blanco) de andaluces censados que, en su mayoría, no están de acuerdo con un sistema democrático dominado con mano de hierro por los partidos políticos.
Eso sí, la abstención en las elecciones de Andalucía ha caído casi dos puntos respecto a las de 2018. Según los datos de la Junta de Andalucía, este domingo 19 de junio la abstención ha sido del 41,64% frente al 43,44% que se registró en los comicios de hace cuatro años. En números absolutos, este año 2.647.810 personas no han ejercido su derecho a voto frente a los 2.842.114 que optaron por no acudir a sus colegios electorales en 2018. Son unas 195.000 personas menos, pero sigue siendo un número ostensible.
Según los datos recogidos, Andalucía vivió ayer su segunda jornada electoral con menor tasa de participación desde 1990, es decir, la tercera más baja de la historia.
La campaña de Juanma Moreno ha sido conservadora, como el ADN de su partido. El mensaje de Bendodo al oído del marido de Manuela Villena era claro: no estropees nada, déjalo todo como está y no entres a ningún trapo. Así fue. Repitió como un mantra la «excelente» gestión de la pandemia y la inversión en sanidad… Se ve que los votantes le perdonaron el aumento de las listas de espera tanto para pruebas diagnósticas como para operaciones quirúrgicas, las llamadas eternas a Salud Responde, la errática gestión de los problemas sanitarios en la provincia de Huelva, el lamentable estado de muchos centros de salud, la creciente privatización de servicios…
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Tampoco parece haberle pasado factura al PP ni el caso Maletines ni las contrataciones exprés fraudulentas. Ni la ausencia de un plan de empleo para parados de larga duración ni los mimos al patrón empresarial, ese que, en muchos casos, explota al trabajador. Es verdad que, viendo a sus rivales, el ciudadano tenía el listón de calidad política más bajo que nunca. Quizá por eso ha habido más abstención que en las elecciones de Castilla y León, donde llegó a un 40%.
Sorprende también que Juanma (la táctica era anteponer la persona al partido y parece que ha funcionado) haya obtenido los mejores resultados históricos en Andalucía tras haber sufrido el PP la peor crisis interna de su historia: el enfrentamiento de Casado contra Ayuso por un presunto caso de corrupción.
Moreno Bonilla también se ha aprovechado del miedo a Vox, de la falta de carisma de Juan Espadas y del eco de los casos ERE y Faffe que todavía resuenan con fuerza, de la indefinición ideológica de Ciudadanos y de la pelea de las tigresas de la izquierda. Juanma, con su sempiterna sonrisa, ha rebañado todo lo que ha podido. También le ha aupado la crítica situación del país, con el precio del gasóleo, de la luz y de los alimentos por las nubes y los bandazos del gobierno central, erosionado por una relación de amor-odio entre PSOE y Unidas Podemos. Desde luego, el discurso confeccionado por Bendodo de «en Andalucía hemos bajado los impuestos» ha calado, aunque esa disminución de tasas sea, sobre todo, para los que más tienen.
La debacle del PSOE
El PSOE ha seguido en Andalucía la estela de derrotas de sus compañeros de Madrid y de Castilla y León. No se ha desplomado como ocurrió en Madrid, pero sí ha vuelto a marcar su peor nota en Andalucía al perder tres escaños de los 33 que había logrado Susana Díaz y que ya fue el peor resultado de los socialistas en esta comunidad autónoma.
Los socialistas andaluces no han capitalizado las medidas del Gobierno de Pedro Sánchez frente a la inflación y las consecuencias provocadas por la guerra de Ucrania ni tampoco las promesas que ha realizado el Ejecutivo tanto al inicio como en mitad de la campaña. Esta se estrenó con un anuncio de la vicepresidenta segunda de 50 millones para paliar el desempleo en Andalucía y siguió con otro, de Pedro Sánchez, en un mitin con Espadas, de una Ley de Sanidad que prohibiera la privatización.
Así, el PSOE-A liderado por Juan Espadas ha cosechado este domingo su peor resultado en unas elecciones autonómicas andaluzas, con 30 escaños en el Parlamento autonómico y unos 127.000 votos por debajo de su marca más baja hasta ahora, que fueron los 1.010.889 sufragios que alcanzó en los anteriores comicios autonómicos del 2 de diciembre de 2018, cuando la candidatura socialista estuvo encabezada por su entonces secretaria general, Susana Díaz.
De esta manera, el PSOE-A, con Juan Espadas como secretario general y candidato a la Presidencia de la Junta, ha obtenido este 19 de junio 3,85 puntos porcentuales menos de voto y 127.463 sufragios menos. En concreto, en la anterior cita con las urnas para el Parlamento autonómico, los socialistas lograron en Andalucía un total de 1.010.889 votos, el 27,9% del total, lo que se tradujo en 33 diputados.
Posteriormente a esa cita se celebraron las elecciones generales del 28 de abril y el 10 de noviembre de 2019, cita esta última en la que el PSOE logró 1.425.126 votos y 25 escaños en el Congreso de los Diputados de los 61 que se eligen desde Andalucía.
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Ciñéndose al histórico de elecciones autonómicas celebradas en Andalucía desde las primeras de 1982, el PSOE-A ha empeorado en número de escaños el resultado obtenido en todos los anteriores comicios.
En concreto, el PSOE-A logró 47 diputados en las elecciones del 22 de marzo de 2015; 43 en las del 25 de marzo de 2012; 56 en las del 9 de marzo de 2008; 61 en las del 14 de marzo de 2004, y 52 en las del 12 de marzo de 2000.
Anteriormente, los socialistas consiguieron también 52 escaños en el Parlamento andaluz tras los comicios del 3 de marzo de 1996; 45 tras los del 12 de junio de 1994; 62 tras los del 23 de junio de 1990; 60 tras los del 22 de junio de 1986, y 66 tras las primeras elecciones autonómicas andaluzas del 23 de mayo de 1982.
En relación al porcentaje de voto, el 24% alcanzado por el PSOE-A en estas elecciones del 19 de junio es inferior al 27,9% registrado en los comicios del 2 de diciembre de 2018.
Anteriormente, los socialistas alcanzaron el 35,2 por ciento de los votos en las elecciones de 2015; el 39,5% en las de 2012; el 48,4% en 2008; el 50,3% en 2004; el 44,3% en 2000; el 44,05% en 1996; el 38,7% en 1994; el 50,1% en 1990; el 47,2% en 1986, y el 52,5% en 1982.
De esta manera, las elecciones autonómicas en las que el PSOE sumó más votos en Andalucía fueron las de 2004, con Manuel Chaves, condenado por el caso ERE y pendiente de la apelación al Tribunal Supremo, de candidato a la Presidencia de la Junta, cuando cosechó un total de 2.260.545 sufragios que se tradujeron en 61 diputados en el Parlamento. No obstante, cuando más escaños -hasta 66- logró en la Cámara andaluza fue en los primeros comicios de 1982, tras conseguir 1.496.522 votos.
Por el contrario, el peor resultado hasta esta cita del 19 de junio para el PSOE en unas elecciones autonómicas en Andalucía, en número de votos, se produjo en la anterior convocatoria de 2018, cuando recibió 1.010.889 sufragios y 33 diputados, que había sido hasta ahora la cifra más baja de escaños en el Parlamento lograda por los socialistas en la comunidad. Lo de ayer es un nuevo récord negativo para el partido del puño y la rosa.
Vox sube menos de lo esperado
El partido de Abascal ha sumado dos escaños sobre los 12 que logró en 2018 pasando a 14, pero lo cierto es que también ha retrocedido 7 puntos en relación con los 20,61 que cosechó en las generales de noviembre de 2019. De hecho, la advertencia de Macarena Olona en el último debate televisivo, de que si el PP necesitaba un solo voto de Vox, Juanma Moreno les tendría que admitir en el Gobierno, ha provocado el efecto contrario al que pretendían y el voto de la derecha se ha concentrado mayoritariamente en el PP.
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La agresiva campaña electoral de Olona con su famoso «mírame», poniéndole ojitos a Moreno Bonilla, ha hecho aguas y ha provocado la concentración del voto de la derecha en el PP. Mucha gente se sigue preguntando cómo es posible que un partido que quiere acabar con las autonomías se presente a presidir una comunidad autónoma o que siga negando la violencia machista, una cruda realidad que subyuga a muchas mujeres en España y, particularmente, en Andalucía.
Como último apunte para ilustrar la caída del partido de ultraderecha en la región andaluza, Vox ha dejado de ser la primera fuerza política en El Ejido (ha bajado en 262 votos con respecto a 2018). En La Mojonera, otra localidad con fuerte presencia de la inmigración, arrasó el PP.
Los egos de la izquierda
Inma Nieto y Teresa Rodríguez se pelearon en plena legislatura. Nunca quedaron claros los motivos. Lo cierto es que la mujer de Kichi y otros diputados como Nacho Molina quedaron fuera del grupo parlamentario formado por la coalición liderada por IU y Unidas Podemos. Entonces, Rodríguez creó Adelante Andalucía como partido independiente de Podemos, sin vinculación con Madrid.
Así las cosas, las coaliciones de partidos de izquierda agrupadas bajo las marcas Por Andalucía y Adelante Andalucía han obtenido, en total, siete escaños y 449.658 votos, lo que significa 10 diputados y 136.291 votos menos que los cosechados por la confluencia Adelante Andalucía en los comicios del 2 de diciembre de 2018. En aquellas elecciones, Podemos e IU concurrieron junto a formaciones andalucistas bajo la marca de Adelante Andalucía, que en aquella cita logró 17 diputados en el Parlamento tras cosechar 585.949 votos, el 16,2 por ciento del total.
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No obstante, a lo largo de la undécima legislatura, el grupo parlamentario de Adelante se escindió en dos bloques tras la expulsión de la que era su presidenta y candidata a la Junta, Teresa Rodríguez, y otros 10 diputados a quienes, desde Podemos e IU, se acusó de transfuguismo por haberse desvinculado de Podemos tras los comicios. De esta manera, los referidos 11 diputados expulsados acabaron la legislatura como no adscritos, mientras que los restantes seis quedaron como los únicos miembros del grupo que fue renombrado como Unidas Podemos por Andalucía y que representaban fundamentalmente a IU con respaldo de Podemos.
En la cita de este domingo, Por Andalucía ha logrado cinco diputados -incluido uno por la provincia de Málaga que será para su candidata a la Presidencia de la Junta, Inmaculada Nieto-, y 281.688 votos, el 7,68 por ciento del total. Por su parte, la coalición Adelante Andalucía-Andalucistas se ha quedado con dos escaños, de los que uno será para su líder y candidata a la Presidencia de la Junta, Teresa Rodríguez, que concurría por la provincia de Cádiz. En total, ha sumado 167.970 votos, el 4,58% del total.
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En las elecciones andaluzas de 2015, Podemos e IU concurrieron por separado y lograron en conjunto más votos, un total de 866.889, el 21,6% del total. En concreto, Podemos -con una candidatura liderada entonces por Teresa Rodríguez- recibió el apoyo de 592.371 sufragios que se tradujeron en 15 escaños, mientras que 274.518 votantes se decantaron por IU, que logró cinco diputados en la Cámara regional.
Sin duda, las desavenencias de Nieto y Rodríguez, que ni se miraban ni se saludaban al final de los debates televisivos, ha sido capital para la derrota clara de las dos líderes de izquierdas. Por todo ello, la alternativa al PSOE se convirtió en un rescoldo a punto de apagarse, sin fuerza ni enjundia.
Juan Marín: crónica de una ‘muerte’ anunciada
Los análisis políticos son siempre complejos, porque, en el compendio multifactorial, hay muchas voluntades, millones de almas votando o absteniéndose, cada una con un motivo particular (no tener un motivo claro también es un motivo). Pero un punto en el que todos estaban de acuerdo era el hundimiento de Ciudadanos.
Sin embargo, los que auguraban un único escaño para Juan Marín se equivocaban. De 21 a cero. La nada, como en La historia interminable, arrasó con toda la tierra que un día fue fértil y la convirtió en un todo baldío. No se puede estar siempre plegado a lo que diga Juanma. No se puede no tener personalidad propia dentro de un gobierno.
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Un partido político no puede nadar continuamente en la indefinición ideológica, porque corres el riesgo de perderte a la deriva. Las corrientes de Bajo de Guía se llevaron al sonriente Marín, que ahora tendrá más tiempo para hacer sus amadas torrijas, aunque algunos vaticinan que Juanma le dará un cargo al frente de algún puerto andaluz.
Todo esto también es un síntoma muy preocupante para Inés Arrimadas, que ve cómo a su ilusionante proyecto político le pueden quedar dos telediarios en el ámbito nacional.
Hola Paco, buena interpretación periodística de las elecciones, propio de quien sigue habitualmente la política andaluza. Me permito hacer algunos comentarios al hilo de lo que dices:
– Moreno ha sabido dar imagen de cordialidad con todos, y aunque lógicamente le puedas criticar que no ha hecho mucho, por lo menos en el campo que comentas de Sanidad, ha sabido captar votos que antes iban al PSOE.
– La partitocracia no es solución pues es un sistema que no funciona, hay que votar a personas que nos representen, y la abstención cada vez más alta es un buen baremo de esto.
– La solución a los problemas reales no vendrán esencialmente de los políticos, precisamente porque si quieren atraer al mayor número de personas, están sometidos a esa variedad de votantes. El tejido social debe funcionar a base de sociedades intermedias entre los partidos políticos (y sus gobiernos) y el ciudadano: el tejido asociativo, y este es el mérito de EL LIBRE: construir opinión no ligada a los partidos. ¡Felicidades!
Muchas gracias, Luciano. ¡Un abrazo!
Ya ha pasado la euforia de las elecciones, pero es cuando tengo tiempo de dar un repaso a lo no leído de El Libre; por mi parte, aplaudo que sumes como abstención, el nº de votos en blanco con el nº de los que no han ido a votar. Para mí, que si entre los que ejercen el voto nulo como un reproche al sistema, consiguen un sistema verificable de conteo de sus «votos nulos a posta, para protestar», también podríamos incluirlos entre la abstención.
En la asociación Observatorio para la Transparencia Electoral (OpTE), estamos proponiendo soluciones a este tipo de verificaciones. Espero que tenga eco y podamos así dar cifras reales de la reprobación que tiene el sistema en el pueblo, y la correspondiente deslegitimación de los cargos electos por tan escasa participación.