separacion de poderes

Una alegoría de la verdadera democracia.

Opinión, Política

Separación de poderes para que el ciudadano duerma tranquilo

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El despotismo en forma de gobierno ha sido algo que ha preocupado al pueblo a lo largo de la historia, entendiendo esto como la definición que dio Giuseppe Gorani, describiéndolo como la forma de gobierno donde una persona contiene todo el poder legislativo, ejecutivo y judicial, haciendo así depender de su voluntad toda la política y vidas del territorio

Este despotismo, en muchas ocasiones, daba lugar a tiranías como la de la última monarquía del Imperio Romano, cuyo rey utilizó la violencia, el asesinato y el terror para mantener el control sobre Roma, pues la naturaleza de dicho despotismo es acabar en tiranía.

Frente a esta cuestión se inventó la separación de poderes, un principio político de las formas de gobierno en el cual estos tres poderes son ejercidos por órganos de gobierno distintos, autónomos e independientes entre sí dentro del Estado. Fue en la misma República Romana, antes de convertirse en Imperio, donde se llegó a materializar la separación de poderes; si bien no de una forma perfecta, sí mostrando los primeros rasgos de dicha separación.

Este sistema se basaba en la separación del poder político en muchas magistraturas mediante procesos de sorteos distintos y separados, aunque obviando la estricta especialización funcional, ya que en algunas de las magistraturas en donde residían los distintos poderes ejercían también las tres funciones juntas, aunque siendo una de esas la función mayoritaria.

Locke teorizó sobre lo que llamó división de poderes, arreglando las imperfecciones de la República Romana, haciendo así obligatorio que los poderes estuvieran divididos en distintas personas, y más tarde llegó Montesquieu con la separación de poderes en origen. Es decir, no basta con que los poderes estén en distintas personas o cuerpos, sino que hace falta que, en origen, el método de elección de cada poder sea independiente del otro.

Se podrían encontrar casos como la república italiana donde el ejecutivo, el presidente de la República (jefe del Estado) y la corte constitucional que gobierna el poder judicial y trata temas constitucionales, son entidades presididas por diferentes personas, provocando esta división pero no esa separación en origen, pues todo lo anteriormente dicho proceden de un único órgano, el legislativo.

Dicho poder legislativo está configurado mediante listas, obviando que sean abiertas o cerradas, pues en última instancia la decisión de elección de un candidato la contendrá el propio partido. Se contempla en esto la imposibilidad de que el deseo del pueblo pueda ser representado, pues esos candidatos representan al partido político que le ha permitido estar en el congreso.

Esta separación busca controlar, equilibrar y limitar el poder del Estado con el fin de garantizar la libertad política ejercida colectivamente, la única que nos asegura las libertades individuales, pues esta última es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten.

Allá donde no haya separación de poderes tampoco habrá constitución, pues esta constituye la propia separación de los poderes, creándolos, definiéndolos y limitándolos, y todo dado por un poder constituyente que, con la creación de la nación política, viene del pueblo, en la teoría.

Así podemos ver en la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente francesa donde se definieron los derechos universales más esenciales, que donde no hubiera separación de poderes no habría constitución. Es decir, la separación de poderes es la base de una constitución pues separa el poder legislativo, que reside en la soberanía del pueblo, del ejecutivo, y al judicial de los demás, así impidiendo que uno de ellos pueda interferir a otro. Es de esta forma como se controla la perversión de crear leyes tiránicas y abusar de uno de los poderes, de este modo las ambiciones controlan a las ambiciones y el ciudadano puede dormir tranquilo, tal como se dijo en El Federalista.

Frente a esto, hay Estados donde los poderes están divididos en diferentes personas pero no hay separación en origen, así pues, si un poder dependiese de otro no habría libertad. Bajo esta premisa escribía Francisco de Miranda la peligrosidad de darle esta cualidad a un poder, pues el pueblo no sería soberano si uno de los poderes que lo representase no emanase de él directamente.

Se podría ver en la monarquía de partidos que impera en España la nula libertad política que el régimen de 1978 dio a los españoles con una carta otorgada que imposibilita la separación y soberanía del pueblo.

El poder legislativo del sistema español está formado por los diputados y el senado, los primeros son elegidos en listas cerradas donde cuyas listas las hace el propio partido político, haciendo de esto que la representación que un representante le debe a su distrito sea nula, pues no dependería del distrito su estancia en el congreso sino dependería del propio partido, y los segundos son elegidos en listas abiertas donde la última palabra la tiene el propio partido.

Se ve en este poder la imposibilidad de representar a nadie más que a su propia organización, pues es de ella de quien depende la vida política de los políticos. Por otro lado, se ve en el ejecutivo la máxima perversión posible, pues además de ejecutivo también es legislador en tanto en cuanto tiene un asiento en el congreso donde también vota las leyes que, además, con la disciplina de voto que impera en los partidos los diputados de dicho partido tienen que votar lo mismo que el jefe de su organización, de lo contrario se enfrentarían a sanciones económicas que irían hasta los 900 euros o a sanciones más graves como la expulsión del partido.

No habría tampoco independencia si uno de ellos fuera el creador del otro. Dicho lo anterior, es obligatorio hablar de la separación que hay entre el poder ejecutivo y el judicial en Estados Unidos, pues esta independencia y libertad peligran ante la consecuencia de que el ejecutivo pueda elegir a los miembros del poder judicial a nivel federal. Si bien este mecanismo de elección no es perfecto, se buscó una forma de intentar evitar la corrupción de dichos jueces. Así pues, los jueces del poder judicial son elegidos por el presidente y aceptados, o no, por el Senado, cuyas personas del Senado están elegidas uninominalmente en cada Estado y tienen total independencia del ejecutivo.

Por otro lado, estos jueces son nombrados de forma vitalicia hasta su muerte. De esta forma se alude a la independencia del poder ejecutivo y del judicial, pues la estancia de este último no depende del primero, sino del mismo Senado, quien tiene poder para echar a personas de esos cargos.

Sin ser perfecta esta separación de poderes, se ha podido ver en diferentes casos cómo es efectiva, por ejemplo: Earl Warren, juez conservador nombrado por Dwight Eisenhower, fue un líder progresista de la corte. Y John Roberts, elegido por el también republicano George Bush, fue quien permitió que sobreviviera la polémica reforma sanitaria de Barack Obama.

Independencia legislativa

Aunque con este método no se asegura con profunda totalidad la imparcialidad, sí que mantiene la independencia, haciendo que la libertad pueda mostrar mayores rayos de luz que en otros países, pues el ejecutivo y el legislativo sí están enfrentados rotundamente y el judicial no tiene porqué corromperse.

De otro modo, es en el poder legislativo donde se concentra la cámara de representantes como el órgano más grande, fuerte y significativo que representa a cada distrito de los estados de Estados Unidos, pudiendo proponer leyes y denuncia y, por otra parte, dentro del mismo poder estaría el Senado que, junto al anterior, controlan al ejecutivo y, de la misma forma, este controla a la cámara de representantes, estando así más alejado de las opiniones públicas. Este sistema está basado en pesos y contrapesos, pues un poder controla al otro.

Se halla así, en la separación de poderes, la fuente vital de la democracia como forma de gobierno, pues si entendemos por democracia la fuerza del pueblo, esto es incompatible con que el poder legislativo no resida en la nación.

Para entender esto hay que entender la diferencia abismal, fuera de las funciones que tiene cada poder políticamente, que existe entre el legislativo y el ejecutivo, pues esta diferencia reside en la virtud política, aquella que descansa en el político que cumple con sus deberes, compromisos y obligaciones.

Frente a esta nula separación de poderes nace la corrupción política, con unos ciudadanos sin libertad para moderar el apetito tiránico de un Estado

La única forma de hacer cumplir esto es mediante la representación, que no identificación. La necesidad de un representante es que tenga esta virtud política y le sea leal a su distrito, contraria es la necesidad de un gobernante, pues a este último no se le exige eso sino inteligencia y fortaleza, pues representar y gobernar son acciones distintas.

Cuando el ejecutivo acepta el cargo, está cumpliendo con unas obligaciones definidas en una Constitución dada con anterioridad, pero en ningún momento estas funciones conllevan la representación política, sino la acción en lo espontáneo.

Frente a esta nula separación de poderes nace la corrupción política, con unos ciudadanos sin libertad para moderar el apetito tiránico de un Estado, habiendo cada vez menos libertad cuanto más poder absoluto tiene este.

Visto está el caso de Cuba y cómo su Estado tiene tanta fuerza como para que el gobernante de la República afirme públicamente que allí no existe la separación de poderes, que sí de funciones, debido a que todo el poder viene del poder popular. Dicho poder popular se concentra en la Asamblea Nacional del Poder Popular, eligiendo al presidente de la república, a los miembros del Consejo de Estado, a los magistrados del Tribunal Supremo, al fiscal general, etc… Todas estas capacidades concentradas en un único poder, cuyas funciones están alejadas de la opinión pública con un mandato de cinco años, hacen del Estado un órgano incontrolable por el pueblo, donde la separación de poderes es inexistente entre judicial, ejecutivo y legislativo.

Se encuentra entonces que, sin esta separación de poderes, no puede haber ninguna forma de Estado justa, pues dificultaría el control que el pueblo tiene sobre el Estado, peligrando así nuestra libertad.


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5 comentarios

  1. M Reyes Fdz Loaysa

    Magnífica lección Juanfran, los vídeos los iré visionando para completar lo aprendido. Y espero explicarlo a gente cercana, necesitamos formación política en nuestro pueblo. Yeahhh

  2. Allyson Tomlinson Cox

    Interesante planteamiento con unas ideas muy bien desarrolladas y unos argumentos basados en raciocinios constatables. Un artículo excelente de lectura ligera, comprensible y cautivadora.

  3. Angeles Suarez Pozo

    Bueno, he leído un poco por encima, porque me es imposible tanta información, pero a lo que vamos es que, los poderes están revueltos como los huevos, y hace falta que cada poder este con su polluelo.

    Eso es lo que yo he entendido.
    Y que dejarlo tal cual está iría en perjuicio de todos.

    La justicia es la virtud de la humanidad, si no hay justicia no hay vida , todo lo que se ha hecho a lo largo de la humanidad ha sido pensando en la justicia, entonces, hay que arreglar este asunto.

  4. Vicente Dalda

    Sin división de poderes no existe democracia o es una partitocracia, como existe en España. Aquí solo votamos una lista cerrada de partidos para que nos represente ante el poder legislativo (congreso) quien a su vez nombra al poder ejecutivo (presidente del gobierno) y al judicial (Consejo General del Poder Judicial).
    La solución pasa por votar directamente a los dos poderes ejecutivo y legislativo (ocurre en la mayoría de los países de nuestro entorno) En cuanto al judicial que lo voten los que nos representan ante la Justicia, abogados y procuradores amén de jueces, fiscales y fuerzas y cuerpos de seguridad.
    Debería hacerse a todos los niveles hasta el municipal, donde ocurre la mayor aberración de la democracia, el alcalde (ejecutivo) preside el pleno municipal (legislativo).
    Pero el sistema partitocratico que tenemos jamás lo permitirá

  5. Juanfran Ponce, con el titular «ya lo dices todo», y si además la exposición es amena y apoyada con unos vídeos «dos veces buenos» ya no hay más que manifestar las gracias por el trabajo expuesto.

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