Cuando ayer se cumplió un año desde que se detectó en España el primer caso de coronavirus, planteamos 23 cuestiones pendientes de difícil contestación
Un turista alemán quiso conocer las bondades de La Gomera. Tenía Sars-Cov-2. Fue el primer caso positivo que hubo en España y se detectó el 31 de enero de 2020. Ayer se cumplió un año desde que esta pesadilla epidemiológica condicionase nuestras vidas hasta el punto de provocar 58.319 muertes y 2,74 millones de contagiados, además de otras tragedias colaterales (depresión, ansiedad, obesidad, diabetes, hipertensión, alcoholismo, fallecimientos por otras patologías ante el miedo a ir presencialmente al hospital, problemas en el desarrollo cerebral normal de los niños pequeños…).
Arrastrando mis pies como los esclavos de Django desencadenado, con el olor a azufre que desprende el televisor cada día y pegando un puñetazo encima de una mesa llena de datos, curvas, declaraciones sin sentido y marcas redondas y marrones de la taza del café que dibujan algo parecido a una interrogación sobre papeles arrugados, lanzo al vuelo 23 preguntas que resumen el descenso a los infiernos de la sociedad española (y andaluza) en estos 12 meses de pandemia.
¿Por qué 23 cuestiones? Porque existe una creencia ancestral según la cual todos los sucesos y acontecimientos de nuestro mundo, pero también de cada uno de sus habitantes, están relacionados con el número 23:
- ¿Por qué sigue saliendo al atril el funcionario Fernando Simón tras cometer errores tan garrafales como el «no se podía saber»?
- ¿Cuándo le dará estabilidad la Consejería de Salud a los profesionales sanitarios del SAS que llevan años encadenando contratos temporales?
- ¿Accederá algún día Bendodo a que se lleven a cabo ruedas de prensa telemáticas en directo con repreguntas?
- ¿Hace falta que aparezca un Frank Castle (Punisher) para que jóvenes y adultos dejen de reunirse con la mascarilla por debajo de la nariz?
- ¿Es necesario que surja un justiciero de la noche para que dejen de organizarse fiestas privadas en locales y casas particulares? ¿Y cuántos virólogos cabreados harían falta para que se dejase de practicar deporte de contacto federado no profesional?
- ¿Por qué las comparecencias de Moreno Bonilla, Juan Marín y Jesús Aguirre cada vez se parecen más a los monólogos de Groucho Marx pasados por el filtro de Antonio Ozores?
- ¿Por qué la guerra de las vacunas recuerda tanto al argumento de películas como Money Monster o Aguas oscuras?
- ¿Por qué el ninguneo de las vacunas recuerda a los burdos mercadeos de los mercaderes más mercenarios de Tánger, Sidi Bou Said o Wall Street?
- ¿Conocen José Luis Pastrana, Rafael Perea o María Belén Lozano (altos cargos del SAS vacunados antes de tiempo) la palabra dignidad? ¿Dimitirán? ¿A qué espera Moreno Bonilla para cesarles?
- ¿Es admisible que, en plena tercera ola, la policía haga la vista gorda cuando detecta que hay una reunión de jóvenes que excede el número de cuatro personas o cuando comprueba que un bar no cumple el aforo limitado? ¿Se está multando a los infractores con rigor y mano dura?
- ¿Es lícito que Salvador Illa abandone su puesto al frente de la sanidad española en el peor momento por un puñado de votos? ¿Es ético anteponer los intereses partidistas a los de los ciudadanos?
- Tras las numerosas críticas a Pedro Sánchez por poner como ministro de Sanidad a un filósofo… ¿Qué alineación de planetas tiene que darse para que coloquen a un profesional sanitario a los mandos?
- ¿Qué pensará Pedro Duque cuando vea sentado a su lado en el Consejo de Ministros a Miquel Iceta, que empezó dos carreras y no terminó ninguna?
- ¿Cuándo terminará la política de privatización de la gestión de las residencias de ancianos, una de las causas del mal servicio que dan a sus usuarios y de la falta de transparencia que denuncian los familiares de los ancianos?
- ¿Por qué hay responsables de prensa en la Consejería de Salud y sus empresas públicas que tratan de maquillar o esconder a los altos cargos que se han vacunado de forma irresponsable e indigna? ¿Existe una omertá en la Junta a este respecto?
- ¿Por qué los parques infantiles están cerrados, pero los de perros están abiertos? ¿Los perros tienen derecho a correr y jugar, pero los niños menores de 6 años -que está demostrado que contagian un 70% menos que los adultos y que cumplen las normas mejor que los jóvenes- no?
- ¿Por qué hay unos alcaldes que practican la inacción frente al virus, echándole todo el muerto encima a la Junta y al Gobierno central, y otros son proactivos en la compra de material de desinfección, en la ayuda a los colegios y en la persecución de los infractores?
- ¿Le queda ya claro a la población andaluza que los graves problemas de la sanidad pública (falta de profesionales, contratos precarios, falta de camas en los hospitales, lista de espera infinita, falta de ambulancias…) vienen de los continuos recortes realizados por los distintos gobiernos socialistas y por el actual de PP-Ciudadanos?
- ¿Por qué Moreno Bonilla no hizo caso a las recomendaciones de los expertos que avisaban del peligro de abrir el grifo en Navidad? ¿Puso la economía por encima de la salud, yendo en contra del sentido común?
- ¿Por qué da la sensación de que vivimos como en Atrapado en el tiempo, repitiendo todo el día la misma rutina con limitaciones de movilidad y odiando decir hasta la saciedad expresiones como: restricciones, toque de queda, cierre perimetral, distancia social, Faiser, dosis, pandemia, tasa de incidencia, hidrogel, gotículas, síntomas, carga viral o EPI?
- ¿Dejaremos algún día de preguntar cuántos muertos y contagiados tenemos hoy?
- Cuando Aguirre explique los test anales para el coronavirus, ¿harán otro reggaeton con su soliloquio? Y si lo hacen… ¿desbancará en la lista de éxitos a Bad Bunny? ¿Perreará Aguirre con Lola Índigo o con Rosalía?
- ¿Prosperará alguna de las muchas denuncias contra el Ministerio de Sanidad por su errática gestión de la pandemia? ¿Se hará finalmente la auditoría externa?
Grandes preguntas sin resolver, Paco.
Añado algunas relacionadas entre sí, y que fuera del marco político, me parecen las más inmorales de todas:
– ¿Cuántas vacunas se podrían comprar con el dinero que ganaría Messi en el tiempo que tardaría el futbolista argentino en leer (y comprender) este articulo?
– ¿A cuántos médicos se podría contratar con lo que gana cualquier noche mientras duerme?
– ¿Cuántos hospitales de alta tecnología se podrían construir mientras está de vacaciones en su yate?
Es cierto que, afortunadamente, gran parte de su sueldo son impuestos que van para el Estado, pero ¿hasta cuándo va a durar el sinsentido del fútbol? Y sobre todo, ¿llegará el día en que los jugadores, egoístas en su mayoría por naturaleza, pongan un poco de cordura y hagan donaciones a causas nobles, como la investigación, por ejemplo?
Gracias