El pinchazo enorme de Arrimadas en Sevilla el pasado 12 de septiembre indicaba que el barco de Ciudadanos hace ya aguas por todos lados. Habían convocado a los más de 500 cargos entre asesores, puestos orgánicos y cargos públicos que tienen en Andalucía. No asistieron ni la mitad de ellos. Los huecos en Fibes señalaban que la dramática hemorragia que sufren ya no parará nunca. Y eso que era un acto convocado para glorificar a Marín y a su tropa, capitaneados por su cuñado conocido como ‘Pier Nodoyuna’. La oda a Marín pinchaba entre alabanzas a un dios herido de muerte, entre el cadáver que les dejó Albert Rivera, que es el más listo de todos, que cuando olió la podredumbre que emanaba del cuerpo muerto de su partido los dejó atrás a todos y se fue a ganar dinero a la privada
Muchos de los que desembarcaron en Ciudadanos fueron en busca de la nómina perdida, llegaron al calor de los puestos de trabajo que se repartían. Habían aprendido el camino de los 37 años de hierro del PSOE en Andalucía. Que a los nuestros no les falte de ná, nunca jamás. Había que asaltar las RPT de los asesores y de los cargos públicos de la Junta, de los ayuntamientos y de las diputaciones. El pastel debía repartirse hasta saciarlos a todos. Del pueblo a la Junta de Andalucía. Primero apoyando a un PSOE herido de muerte y moribundo, sosteniendo al gobierno heredero de los ERE.
El reparto del gobierno regional
Luego llegó la oportunidad de llegar al gobierno regional pactando con un PP en retroceso pero que sumaba mayoría con el apoyo de Vox para llegar al gobierno. A Marín y a su tropa se le hizo la boca agua y hasta Coca-Cola, cuando vieron tantos cargos, nóminas, puestos de libre designación y asesores que poner. Tomaron al asalto las consejerías, se repartieron el botín con un PP que llegaba empequeñecido en diputados al Parlamento andaluz y que ahora estaba en sus manos. Una presa demasiado grande para el ejército de Pancho Villa que, hasta entonces, había sido Ciudadanos en Andalucía.
Probaron la jugosa carne del poder de los coches oficiales, de las comidas en los más caros restaurantes, del teléfono móvil público, del ordeno y mando, de los alquileres de las viviendas, de los largos viernes de vuelta al pueblo. El manto del armiño les pesaba ya sobre los hombros y el brillo del cargo los iluminaba por las calles como si estuvieran envueltos en el halo de los santos y las santas. Hasta hubo cierta prensa que bautizó la operación: la banda de Alcalá de los Gazules había sido cambiada por la banda de Sanlúcar de Barrameda. Ya hacía años que el relojero Marín había cerrado el negocio familiar al calor de la jugosa nómina pública.
La caída de Rivera marcó el camino
Después de irse Rivera se fue Hervías. Pero este se fue con 30 monedas de plata en el bolsillo y con los nombres de todos a los que había que eliminar. Él traía a su propia gente, sus leales vasallos a los que debe dar ahora de comer desde el PP nacional. El capitán que hundió el barco en los mandos de la nave entró por la puerta de delante en el PP. Qué peligro. Qué miedo da estar en manos de los enterradores de partidos. Ahora afila una fina hoja de guillotina que va a usar para liquidar a los suyos, a sus hermanos de sangre, a los hijos pródigos que lo habían acompañado en la primera aventura. La política no entiende ni de lazos familiares ni de amigos.
En Sevilla están listos para autodestruirse. El pasado lunes por la tarde hubo cónclave convocado por Javier Loscertales (el brazo derecho de la pepera consejera de empleo) y Elena Sumariva (la antigua empleada de Marín en la relojería) con los coordinadores y concejales de la provincia. En sus voces quebradas se notaban los nervios del tsunami que se les viene encima. En la primavera del 2022, posiblemente elecciones al Parlamento de Andalucía. Habían recontado la tropa y les faltaban casi todos por deserción voluntaria. Maltrataron tanto a sus propios afiliados y a sus cargos públicos municipales que no tienen ahora ejército para hacer campaña por Andalucía, porque habían cambiado la calle y el partido por el poder de la Junta de Andalucía y se habían olvidado de todos ellos.
La absorción de Ciudadanos en Andalucía
La OPA hostil del PP de Andalucía ya ha empezado por las consejerías de Marín a meterles mano. La consejera de Empleo ya se ha alineado contra Ciudadanos, y Javier Loscertales está allí, y lo permite, lo consiente y lo incentiva. Los fontaneros de Bendodo desembarcan ya a cara descubierta en los gabinetes de los consejeros de Marín, que calla y lo permite. En Empleo ya le han colocado a un submarino enorme, a un caballo de Troya como jefa de gabinete. Les han colocado a toda una histórica del Partido Popular como Tania Barcelona. Lo que en sí constituye el acto más vil, el mayor insulto y el desprecio más absoluto a toda su militancia, que lleva años comiéndose el trabajo de la calle a cambio de nada. Un acto de casus belli de libro.
Cree Loscertales que puede seguir con el engaño infinito a su militancia, cuando toda su consejería está monitorizada desde Presidencia por Bendodo y compañía. Y él tiene ya un doble discurso con los suyos y con su militancia. Él está ya a la orden del PP, como lo ha estado siempre su consejera, y le pide a los suyos, a los pocos que le quedan, que salgan a la calle a tomarla para que él conserve la nómina y el cargo público. Pero esa zanahoria envenenada de los cargos y de los sueldos de la Junta ya no vende, ya no le sirve para movilizar a nadie, porque todos han visto el engaño y todos han tomado conciencia de la gigantesca mentira que les cuenta. Loscertales escribe ahora los cuentos de Calleja en Ciudadanos de Andalucía.
La propia consejera de Empleo nombrada por Ciudadanos se ha pasado a su propio bando en pleno gobierno andaluz. Ya no se corta ni lo oculta. No ha esperado ni a que se convocaran elecciones. Ella, que se cree que está allí por mandato divino y no por el dedo de Bendodo impuesto a Marín. Ella, que cortó sin escrúpulo alguno la mano que la trajo desde Málaga al despacho y al coche oficial de Sevilla, y que vino para hacer currículum como hacen los viejos taimados de la política. Ella, que no le tembló el pulso para deshacerse de todos los que una vez la elevaron al solio que ahora ocupa.
Marín ordena destruir Ciudadanos
Ahora que fuman todos del humo azul del PP, necesitan lo que les queda de las siglas del partido de Albert Rivera para apuntalar su propio negocio personal de forma desesperada, que hay hipotecas que seguir pagando. Loscertales y Sumariva describieron con voz albina el pasado lunes a sus coordinadores y concejales el apocalipsis de Ciudadanos. Estos dos hacen todos los días las cuentas de lo que pueden sacar en Andalucía. Si no llegan, perderán los sueldos, las ínsulas, las casas, los coches, las dietas y los cargos de los que ahora disfrutan en la Junta de Andalucía. Y salen en tropel desde sus madrigueras de las consejerías a cazar ingenuos militantes, a seguir vendiendo el trile que una vez vendieron Albert y Arrimadas.
Ahora lloran en lo profundo de sus despachos de la administración autonómica, como lloró Boabdil cuando entregó las llaves de Granada. Porque saben por sus propias encuestas que todo está perdido. Que a todos ellos ya solo les espera el apocalipsis y el Armageddon juntos. Ahora pasan lista diaria a sus cargos y, cada día que pasa, les falta uno. Se van vistiendo sin escrúpulos de los ropajes de Moreno Bonilla. Son esos que siempre preguntan: ¿quiénes somos los que hemos ganado? Y Loscertales y Sumariva los incentivan a la huida cuando les dijeron al oído que, si se pierde la Junta, todo está perdido. Que, si esto pasa, ya no hay siglas bajo las que presentarse en las próximas municipales. Pimentel el nuevo ya lo tiene claro y no asiste ya a reunión alguna de su partido. Rema para sí mismo, como bien le enseñó su hermano.
Y el adelantado Marín, el relojero, el que vino a cambiarlo todo y que se ha demostrado que solo vino para colocarse a sí mismo y a toda su banda de Sanlúcar, no admite crítica. Ha ido laminando a todos y a todas los que una vez osaron ir en su contra. No ha dejado de quitar gente y cargos. De eliminar de la relación de puestos de trabajo de Ciudadanos a todo aquel que le lleve la contraria. El consentidor Marín ha dejado que no solo el PP le coloque de jefe de gabinete de su Consejería de Empleo a una pepera de toda la vida, sino que ha consentido que le coloquen a otra, Amparo Alarcón, en la Cámara de Cuentas de Andalucía. Todas las señales del enjambre de terremotos que sufre hoy Ciudadanos en Andalucía indica que este nuevo volcán explosionará de forma violenta en la próxima primavera y que después no quedará nada.
La verdad que Juan Marín ha sido como el Joker, solamente lo hemos notado en el estreno del tripartito.
Si se va, nadie lo va a llorar. Igual pasaría si se fuera hoy mismo el Bonilla. Los andaluces solo viven desapegados de los políticos.
Los más apasionados son los votantes de Vox.