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pedro sanchez 101

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Opinión, Política

¿Es España un «Estado fallido» o un Estado ‘secuestrado’ por indecentes y sinvergüenzas?

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España empieza a ser calificada en algunos ambientes internacionales como un Estado fallido, lo que le perjudica seriamente, pone en peligro su permanencia en la Unión Europea y le cierra las puertas de inversiones valiosas para su desarrollo económico

La gran pregunta es si tienen o no razón los que, a la vista de los problemas españoles actuales (hundimiento económico, fracaso en la gestión del coronavirus, independentismo, enfrentamiento Monarquía-República, gobierno escasamente democrático, enfrentamientos entre Ejecutivo y Justicia, distanciamiento y hasta odio de los ciudadanos a su clase política y otros muchos) piensan que España es un Estado Fallido o simplemente un país desgraciado, mal gobernado y en manos de los peores.

Nosotros creemos que el gran problema de España es su clase política, probablemente la peor de Europa y una de las peores del mundo, compuesta por miserables, corruptos, totalitarios y necios, que están conduciendo el país hacia la ruina y el fracaso. Cualquier español decente, virtuoso y bien formado no tiene hoy sitio en las filas de los partidos que gobiernan o esperan gobernar, viejos partidos corrompidos e imposibles de regenerción.

España no es un Estado Fallido, sino mal gobernado.

¿Es España un "Estado fallido" o un "Estado secuestrado" por indecentes y sinvergüenzas?

Es lógico pensar que si, el Estado Español se está empezando a calificar de «Estado fallido», lo que ha fallado es la Constitución de 1978, que está demostrando su incapacidad para conducir al país hacia la solución de sus tres grandes problemas, que son:

– La calidad y eficacia de la clase dirigente.

– La unidad territorial de España.

– La tensión entre Monarquía y República.

De nuevo nos encontramos con el problema de la calidad humana: la Constitución no se cumple y, si se cumpliera, sería mucho más eficaz y válida de lo que ha sido. Interpretada a capricho y prostituida por los políticos, la Constitución ha sido un fracaso, pero no tanto porque esté mal redactada, sino porque ha sido manejada y castrada por sinvergüenzas afiliados en partidos políticos mafiosos, que han pugnado por convertir nuestra nación en un lupanar.

Valgan como ejemplo de la degradación de la clase política española lo que está ocurriendo con las viviendas de los ciudadanos, adquiridas con sus ahorros y porque el gobierno y los bancos les empujaron a adquirirlas. Pues bien, ahora están siendo robadas por los okupas, verdaderos ladrones de hogares a los que los políticos protegen. Hay en España miles de damnificados a los que los miserables ladrones, amparados en la bajeza de los políticos y en luyes inicuas, han arrebatado lo que es la principal propiedad privada del país. Pero hay otros muchos ejemplos, algunos de una gravedad estremecedora, como el asalto emprendido por el gobierno contra la independencia del poder judicial, cuyo objetivo es colocar a jueces amigos que permitan a los sinvergüenzas y canallas arrasar España con impunidad, o como las trifulcas barriobajeras que protagonizan los políticos en el Congreso, las arbitrariedad descarada en las decisiones sanitarias, como confinar a Madrid y no a Navarra, que está tres veces más infectada, o la inflación de mentiras y engaños que lanza a diario el Gobierno de Sánchez.

El fracaso de la clase dirigente ha sido de tanta envergadura que puede afirmarse que ese ha sido y es el único verdadero problema de España, ya que los otros dos, el duelo entre Monarquía y República y la unidad territorial han fallado porque los políticos han provocado esos fracasos.

Hablemos de la unidad territorial: El independentismo apenas existía a la muerte de Franco, pero los políticos le inyectaron oxigeno y alimentaron su odio y autoridad, de manera frívola y traicionera, dañando íntimamente a España e incumpliendo la Constitución. Se permitió a los nacionalistas discriminar a los que no lo eran, acosar a los españoles, convertir la educación en un instrumento de adoctrinamiento y odio, fomentar el separatismo y sacar ventaja de sus diferencias con España. Tanto el PSOE como el PP compraron votos nacionalistas y se les concedieron ventajas y dineros que no estaban al alcance de las autonomías disciplinadas y leales. Fue tan asqueroso el trabajo de la derecha y la izquierda en su relación con los independentistas que han logrado construir fosos de separación que nunca existieron, hoy difíciles de cerrar.

Hablemos del duelo entre Monarquía y República: la Monarquía fue recibida con entusiasmo por los españoles, que creyeron que iba a ser una institución democrática, sometida a la ley y ejemplar, último bastión de defensa de la unidad y de la solvencia del Estado. Pero el rey, espoleado por los políticos corruptos, abrazó también la corrupción e inició una escalada de deterioro de la institución monárquica que hoy le ha llevado a ser despreciada y rechazada por millones de españoles. Hace una veintena de años, la Monarquía habría ganado un referéndum sobre monarquía o república por al menos un 80 a 20 por ciento, pero hoy el resultado es incierto. No sabemos si el rey contagió a los políticos o si los políticos contagiaron al rey de corrupción y abuso, pero lo grave es que unos y otros están navegando en el barco del desprestigio y la suciedad.

Hablemos, por último, de la clase política, sin duda el peor de los problemas de España, impulsora de la corrupción, de la cobardía, de la manipulación, del independentismo, de la ruptura de la igualdad, violadora de la Constitución y generadora de cientos de escándalos de corrupción que han minado el alma de España, convirtiendo al país en lo que hoy es, un grave problema para Europa, un país casi fallido y podrido hasta las entrañas.

El colmo de la degradación, que ha sido un monstruo que no ha parado de crecer desde 1978, está en el Gobierno presente de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, integrado por la escoria de la nación: socialistas alejados de la democracia que resucitan el marxismo en su alma, comunistas totalitarios, amigos del terrorismo de ETA y tribus independentistas cargadas de odio a España y de deseos de romperla. Una parte de ese gobierno lucha por derribar la Monarquía pretendiendo imponer una República que ni siquiera sabemos si es querida o rechazada por los españoles, sin que a los que gobiernan les importe lo que opine el pueblo, ya que llevan décadas ignorándolo y manipulando sus conciencias y educación para convertir a los ciudadanos en esclavos torpes y confundidos.

No es cierto que existan dos Españas. Hoy hay tres: la de izquierdas, la de derechas y la del pueblo hastiado de sus políticos, plenamente consciente de que esas mafias llamadas partidos, sin altura, grandeza ni mérito, son las culpables de casi todos los males de España, desde los enfrentamientos al avance de la pobreza, desde la violencia al desánimo y la falta de esperanza.

Los políticos han hecho tanto daño a la nación que lo sorprendente es que España siga viva. Han comprado medios de comunicación, han convertido las televisiones en propagadores de mentiras y enemigas de la verdad, han prostituido las leyes, maniatado y politizado a jueces, domesticado a fiscales y convertido el Congreso y el Senado, que deberían ser foros de debate libre, en escuelas de esclavos bien pagados que tienen prohibido pensar o tener otras ideas e iniciativas que las de sus respectivos partidos.

A los ciudadanos los han empobrecido, engañado, acribillado con escándalos, desanimado hasta el punto de que les han privado de ilusiones colectivas y metas comunes.

Han hecho tanto mal a España que merecen prisión, incluso aquellos escasos políticos que no han robado y se han mantenido al margen de la corrupción, culpables también por haber guardado silencio cómplice mientras sus compañeros de filas abusaban, robaban, colocaban a sus amigos a sueldo del Estado, cobraban sobres en dinero negro y se atiborraban de privilegios inmerecidos y de dinero publico desaparecido, además de destrozar toda la grandeza de España que encontraron a su paso, eliminando la honradez, la decencia, la valentía, la sinceridad, el amor al prójimo y otros muchos valores que estaban vigentes en 1978, cuando la chusma de los corruptos tomó el poder.


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4 comentarios

  1. Dani Sanchez

    Gran aporte periodístico. Coherencia y sentido común. Verdad.

  2. Es obvio todo lo que dice y eso lo ve cualquiera sin ningún dedo en la frente. La pregunta ahora es Que se cuece con el caballo de troya del coronavirus?? Son los mismos de siempre reinventándose al ver que people empieza a abrir los ojos ? o son unos nuevos y aún peores demonios que los anteriores tomando posición??? Aún se podría revertir….no utilizando sus plataformas preferidas para putearnos y robarnos, la TV y los móviles. Por ahí entran principalmente. Cabe preguntar muy seriamente que llevan esas o algunas de las vacunas. Mil razones para no fiarse.

  3. Jurgen

    Yo creo que hay 3 patas de la mesa que sustentan el estado de putrefacción en el que vivimos, políticos (la gran mayoría de los grandes partidos y en donde haya sueldos para vivir como reyes), jueces (que juzgan a políticos y demás esferas altas), y medios de comunicación (la gran mayoría grandes medios que además están subvencionados por el estado), esto forma el cóctel perfecto para que vendan la moto de que hacen algo útil y que no evolucione el país porque son los más interesados que siga esto así. El problema es que les importa poco, o mejor dicho nada, enfrentar a la ciudadanía por todo tipo de cosas que muchas veces son de sentido común con tal de seguir viviendo del estado. Podemos discutir de cosas, pero como no nos aunamos la ciudadanía, ni van a pagar por lo que han hecho ni van a preocuparse por los ciudadanos.

  4. Sergio

    Y no solo los políticos, porque son solo un reflejo de la sociedad. La mayoría de gente es chusma de la buena y los que viven bien solo piensan en sí mismos. Europa de milagro.

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