el mal de la soledad

Una imagen artística que evoca la soledad.

Opinión

El demonio de la soledad

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La soledad es ese diablo silencioso que rasca el alma. La soledad es no reconocer al que, en otro tiempo, fue tu alma gemela. La soledad descarnada es echar de menos con todo el alma

La soledad es comprobar que una equivocación te hace perder a una persona para siempre.

La soledad es vivir la vida de otros.

La soledad retiene los sueños hasta hacerlos cenizas.

La soledad es la destrucción de los valores, la polarización, la intolerancia y la rabia contenida.

La soledad es que palos de teléfono llamados seres humanos no reaccionen ante la llamada de auxilio de un esquizofrénico o de una persona con depresión. Mentalidad pacata ante la salud mental.

La soledad penetra por los poros y paraliza la mente humana.

La soledad, barco a la deriva, no entiende de género ni de edad ni de sexo ni de condición social.

La soledad es la pena exponencial, el mundo yermo, el timbre mudo.

La soledad es toxicidad, herrumbre, moho y negrura.

La soledad es ser derrotado antes de salir a jugar.

La soledad es no poder perdonar ni poder reconciliarte con un ser querido por orgullo o porque esa persona, simplemente, ya no está.

La soledad es un bicho infecto con antenas que sólo sintonizan la radio del yo.

La soledad nace en el olvido y crece en el desprecio.

La soledad recorre las venas como el caballo más salvaje y no hay antídoto que la pueda tumbar.

La soledad se esconde en una pantalla y estalla en tu cara cuando menos te lo esperas.

La soledad es una bacteria a la que ningún antibiótico puede doblegar. Está minusvalorada, pero su letalidad es mayor que la de cualquier virus.

La soledad es el mal de los famosos, de los triunfadores, de los activistas sociales y de los whistle blowers.

La soledad es la copa rota, el humo negro, el Kraken acechante, la pesadilla eterna, la seriedad sin fin.

La soledad enfría el corazón y no hay manta que pueda con ella. Es la compañera amarga de nuestros mayores, que se levantan todos los días con esa losa a sus espaldas.

La soledad estuvo ahí desde el comienzo de la humanidad y nadie ha sabido cómo erradicarla.

La soledad está presente en cumpleaños, bautizos, bodas, comuniones, fiestas de guardar, fiestas de sacar, congresos, simposios, colegios, oficinas, hospitales y, sobre todo, en hogares.

La soledad es la familia de espaldas, la llamada no respondida y el mensaje no contestado.

La soledad puede ser buena cuando estás mal acompañado, pero puede volverse diabólica si te acostumbras a ella.

Mi soledad y yo, como diría Alejandro, nos llevamos medianamente bien.

Soledad es nombre de mujer, pero también es el apellido de la depresión.

Da igual que la soledad sea buscada o no, al final te alcanza.

La soledad es el mal del siglo XXI y nadie está a salvo de ella. No hay mascarilla que te proteja de un mal tan profundo. Sólo la solidaridad continua y persistente y la generosidad pura y dura podrían doblegarla… pero la gente está tan ensimismada en su ombligo y en su bienestar a toda costa que la esperanza se ha reducido al mínimo.

El egoísmo llevará a la soledad a conquistar el planeta. Y sólo quedará la tierra quemada. Y sólo quedará una semilla de lo que fuimos… quizá para reconstruir algún día un mundo unido, una mano firme que pueda agarrar a los desvalidos cueste lo que cueste, contra todo riesgo, contra todo prejuicio, contra todo interés creado. Ser humano para estar vivo y electrocutar a esa maldita pandemia silenciosa que es la soledad.


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Un comentario

  1. Embrujo

    Muy buena exposición de la Soledad, enhorabuena.

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