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Personas pidiendo paz en la calle.

Opinión, Salud

Construir la paz (II)

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¿Qué es la paz? Se puede estar en paz, cuando hay tranquilidad exterior, cuando todo va bien, cuando estamos satisfechos, pero no dura mucho: la razón principal de la paz no es la ausencia de problemas. Ese aislamiento no resuelve nada, porque fuera hay ruido muchas veces. Tener paz es otra cosa: es que cuando hay dificultades, cuando lo exterior a nosotros se pone en contra, poder estar en el centro de un huracán pero serenos; podemos ver el movimiento y estando centrados nada nos perturba, y eso es tener paz

Cada uno que piense lo que en algún momento nos hace perder los nervios. ¿Qué hacemos entonces? Comprender que son situaciones, personas, que nos ponen a prueba. Y cuando hay comprensión y entrenamiento, todo esto es aprendizaje para ya no tener conflictos. Cada uno que piense lo que, en algún momento, nos hace perder los nervios. Esto puede servirnos para ganar en ese aprendizaje. Cuando esas ocasiones se ven como entrenadores que nos confrontan, ¿qué hacemos entonces? Nos ponen a prueba. Y cuando hay comprensión y entrenamiento, esas cosas ya no nos hacen perder la paz. A mí me gusta pensar que todo esto es aprendizaje para ya no tener conflictos.

Para poder llevar la paz, ser constructores de paz, hemos de tenerla nosotros. Y ¿cómo se logra? Está claro que un importante factor es que nadie da lo que no tiene. Para conseguirla hemos de llevarla. Es un asunto interno: cuando desaparece cualquier conflicto interior, cuando se trasciende el ego, no cuando luchamos contra lo negativo, ahí fuera intentando imponer lo positivo… sino cuando estamos de servicio abiertos a ese nivel evolutivo. Abiertos a pensar cada uno en lo que tiene que hacer. Cuando reconozco un orden en el universo, unas leyes, y vivo ese orden, de modo que, así, la paz es “tranquilidad en el orden” como decía San Agustín.

Pensemos en un conflicto actual. Quiero poner el ejemplo de Israel, donde los judíos, musulmanes y cristianos están en conflicto. Pero los niños conectan ahí, por encima de las palabras y del lenguaje (como se ve en la película documental Promises). Podemos llegar a ese niño interior y eliminar nubes opacas que no nos dejan llegar a esa infancia espiritual. Podemos dejar de ver las dificultades que hay en los problemas y centrarnos en las oportunidades que suponen. Como dicen en Oriente, que la palabra crisis tiene dos ideogramas que significan dificultad-oportunidad. Es ver la parte positiva, porque todo lo que nos confronta puede hundirnos o elevarnos, depende de la actitud. En la vida nos sirven más las cosas que nos contrarían que las que van sin esfuerzo, y a quien no tiene clara esta idea le viene el desconsuelo, el desconcierto. Porque la virtud mejora con la dificultad. Porque, como en la mariposa, la crisis es crisálida que nos transforma, nos eleva a un nivel superior.

Por tanto, superando las necesidades básicas del ego, que son el control y el miedo a perder las cosas, con la aceptación, dejándonos llevar con esa cooperación por lo que viene de lo alto, de lo divino, con esa comprensión y entrenamiento que hemos dicho, vamos teniendo una paz que es necesaria para el trabajo bien hecho, para la creatividad, para el estudio, para la contemplación…

 Y eso puede ser una actitud constante, la paz puede ser algo siempre en construcción, que continuamente hagamos examen de conciencia sobre ello. Por eso, nos conviene preguntarnos con frecuencia ante diversas situaciones: ¿qué actitudes me generan paz? Y experimentar que las cosas no son por azar, sino que todo viene de arriba para nuestro crecimiento. Vivimos como en una multidimensionalidad: no estamos solo aquí, trascendemos la realidad que vemos, ese problema que nos cautiva.

La clave está, así, en abandonarse, experimentar que todo es perfecto para mi correspondencia y evolución, todo es para bien. Voy aprendiendo a no controlar, soltar. No voy a tener control: dejaré hacer, que todo fluya sin dejar de ocuparme de las cosas, pero sin tener agenda propia, pues a veces la realidad nos lleva por otro lado. Lo mejor está por llegar y no tengo que empecinarme en metas antiguas sino aprovechar la corriente de lo que fluye para mi crecimiento. La diferencia entre tener objetivos o metas que nos agobien, o bien propósitos que nos estimulen, es fundamental. Los objetivos y metas nos hacen estar a la altura de las circunstancias y, en cambio, esos propósitos nos estimulan a dar lo mejor de mí mismo según pueda en cada momento.

Quitar la emisora negativa

Si no tengo planes rígidos, nada puede contrariarme pues estoy abierto a lo que Dios quiera. No hay ya resignación ante algo que contraría mis planes, sino una aceptación que es comprensión, que nos lleva a quitar la emisora negativa que nos llevaría a la inquietud y conectar con la emisora positiva que nos lleva a la claridad mental, apartándonos de la negatividad. Algunos llaman a esto “alquimia de pensamiento”, transmutar una cosa en otra. Y hay formas de desmaterializar el pensamiento, de no dejarse arrastrar por él sino situarse como testigo del pensamiento de uno mismo.

Si estoy con una persona que me quita la paz, es que todavía no la tengo. Cuando nada me influye negativamente, ya no hay violencia, hay paz interior, abro los ojos a que cualquier conflicto que veo es por causa de ignorancia, no aparece rabia en mí, sino compasión. No juzgo a las personas sino que aparece el discernimiento ante las diversas situaciones.

Cuántas veces vemos a una persona que emana luz, que está sin conflictos, con calma interior, sin ansiedad, y decimos “esta persona da paz”. Le decimos: “Gracias, porque me das paz”. Es la alegría al encontrarse a una persona libre de inquietudes, de remordimientos: eso es tener paz, a esto vamos.

Podríamos preguntarnos: ¿Eso para qué sirve? Parece que cosas como la paz, el amor, en un mundo pragmático no sirven para nada, pero son cosas que, si no están en la vida, la vida no sirve para nada. Este es, a mi entender, el problema de hoy.

El objetivo no es solamente la paz. La paz es una condición básica, condición que tiene unos orígenes, es una condición del ser feliz. Y esta es la finalidad a la que vamos: el gozo, la alegría, la felicidad, que no se puede conseguir directamente sino a través de un proceso. El gozo será así un producto de la máxima vibración posible en la energía del ser humano. Esa paz invulnerable que, hemos dicho, es condición previa y necesaria para que haya gozo. Y se eleva así la energía vital a una zona de luz que conecta con las facultades más íntimas, más superiores de la persona. Así, la paz determina el termómetro de nuestro crecimiento espiritual. La capacidad de manejar situaciones sin perdernos, sin perder la paz.

Así como en lo físico la energía vital es lo más importante del ser humano y se consigue generamos glucosa etc., así durante el sueño mantenemos esta energía, y con alguna forma de meditación… Podemos ayudar a que no nos perdamos en esos conflictos internos y mantener la energía alta sin miedos, apegos… Sin entrometerme en lo que no me toca, que es una forma de inquietud, el vivir hacia fuera solamente. Y así, ese tesoro –que es el más importante- nos hace estar en luz. Salir de la penumbra, despertar en la consciencia. Y de eso depende que no haya conflictos y guerras, que seamos constructores de paz.

Me gusta pensar que la desesperanza es igual a sufrimiento sin propósito, es como una ecuación: d = s–p. En cambio, cuando pasamos de la resignación a una aceptación es porque tenemos una comprensión, sabiduría que nos hace profundizar en las cosas. Cualquier conflicto interno es por ignorancia, es como si estuviéramos en un laberinto donde nos perdemos, pero si subimos a un nivel superior y vamos por encima en un avión, ya no nos perdemos en el laberinto. Los problemas se resuelven subiendo de nivel de consciencia, a un nivel superior donde se resuelven los problemas que había antes, ampliando el contexto.  

Aparecen entonces nuevos problemas, en realidad no hay problemas sino procesos, que comienzan y terminan. Y la mejor manera es alcanzar un nivel superior de comprensión que nos hace ver que aquello que nos preocupaba era por ignorancia, que si tenemos más comprensión ya hemos aprendido la solución, es decir ha terminado un proceso y comenzó otro, y así también podemos neutralizar aquellos extremos que agobiaban, ya no nos confrontan esas cosas sino que son integradas en una realidad superior, y así hasta se siente una paz hasta física.


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2 comentarios

  1. lopezmorenoencarnacion@gmail.com

    Mi abuelo decía, según mi padre me contaba que le decía a él (a mi padre) que»de cada día que vivas, disfruta lo bueno, sobrelleva lo malo y da gracias a Dios «Esa es la esencia de la vida

  2. Luciano Pou

    Totalmente de acuerdo, Encarnacion

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