georgie dann

El cantante Georgie Dann, fallecido el pasado 3 de noviembre por unas complicaciones quirúrgicas en una operación de cadera.

Cultura, Opinión

Afrontar la vida empuñando una canción de Georgie Dann

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Hace pocos días nos dejó un cantante singular. Solo escuchar su nombre ya producía una sonrisa y una imitación. Su rostro era siempre el de una Rafaela Carrá con vello, el del entusiasmo puro

Era un hombre aparentemente sencillo que, con el paso de las décadas, fue cambiando las lentejuelas por las hombreras sin perder la alegría. Sus canciones transgreden la etiqueta de canción del verano para pasar a la de canciones de toda una vida, de mayor enjundia.

Algunos pensaban que era un hortera, pero él, instrumentista además de compositor y cantante, sabía muy bien lo que hacía. Les entregaba a las discográficas los discos hechos. Suena Dann y la gente empieza a mirarse y a sonreír. Suena Dann y se te van los pies y la cadera. El creador del buen rollo.

Podríamos hacer un experimento: contesten a la vida con canciones de Georges Mayer Dahan (París, 14 de enero de 1940 – Majadahonda, España, 3 de noviembre de 2021), todo el rato y sin complejos. ¿Algún camarero le atiende con mala cara? Pues usted le contesta con una estrofa de El Chiringuito: «Las chicas en verano no guisan ni cocinan; se ponen como locas si prueban mi sardina«. Se trata de cortar la espiral de malas vibraciones en cualquier circunstancia.

Si un mantero se pone pesado por la calle para que le compres una camiseta pirata de Messi, se le puede responder: «Mami, qué será lo que quiere el negro…«. Si algún político le ningunea, no dude en cantarle en su cara: «En la playa no descanso para que el niño no se pierda y no me puedo escapar a tomar una cerveza. Me cago en la ensaladilla, me cago en la gamba plancha, me cago en la paellera y mecagüentó«.

Cualquier problema familiar, cualquier rencilla entre hermanos, primos o amigos, se soluciona con una barbacoa. La barbacoa como excusa para disfrutar de la concordia, de la buena compañía y como confesionario con olor a chorizo braseado. Georgie lo tenía claro: «Este domingo con todos mis amigos nos vamos para el campo a comer la barbacoa y nos reunimos con un montón de gente; hacemos nuestro ambiente y una linda barbacoa. Nos llevamos muchas cosas: las bebidas, las gaseosas, las salchichas, las costillas, buena carne, la parrilla, el carbón y el chuletón».

Pero Dann también era un romántico, como buen parisino. Para la reconciliación de las parejas, inventó una canción que se hizo muy famosa en los años 70: Paloma blanca, cuya letra es de desamor, pero dejando siempre una puerta abierta a que el idilio con esa amada pudiera remontar el vuelo (o eso quiero pensar): «Una paloma blanca que a los ojos me miró; una paloma blanca que, al verme triste, lloró porque me marché muy lejos de ti… Y así fue, mi amor, como te perdí».

Sus canciones, desde luego, no juegan en la misma liga que Mediterráneo, Respect, Starway to heaven, Burn to run, Your latest trick o Ma Liberté, pero sí que transmiten energía y no dejan a nadie indiferente. Emocionan de otra manera, borrando la gravedad de lo existencial para simplificar la vida: disfruta, que esta bendita locura dura la risa de un loco; sonríe como Concha Velasco, que eso es salud; ¿para qué preocuparse si un problema tiene solución? Y, si no la tiene, tampoco hay que preocuparse, ¿no? Hay que vivir el estricto momento presente y nada más. Ese es el mensaje del hombre de la pajarita, de los trajes imposibles, siderales, del pelazo, de las coreografías sencillas para que se pudieran bailar en bodas, bautizos y comuniones.

El mensaje de los ritmos de este cantante será eterno: dejo mi legado para que todas las orquestas de pueblo, de feria, puedan cantar mis canciones. Y no es baladí. Todas esas orquestas, de nombre Expresiones o Paraíso show, han hecho durante muchos años un trabajo que no es fácil: tocar dignamente en ambientes hostiles, donde la gente está comiendo y charlando. Y, casi siempre, han conseguido animar a personas de todas las edades a pasar un buen rato (algo que cotiza en bolsa en los tiempos que vivimos) con canciones aglutinadoras como las de King África y Georgie Dann, los dos grandes reyes de la canción del verano, según los expertos. Yo quiero pensar que el verano puede extenderse todo el año. El verano como forma de vida: carpe diem con o sin rosa, pero con una canción ligera a mano para espantar demonios interiores.

Un respeto para la música popular. Se hace para que, absolutamente todo el mundo independientemente de su nivel cultural o social, pueda acceder a la alegría de vivir que supone la música. Ne me quitte pas está muy bien, pero hay veces, cuando te despiertas y ves un negro amanecer, que necesitas escuchar a todo volumen Bailemos el Bimbó en la versión de Georgie o en la de Loca academia de policía. Y, de repente, algo en tu interior te dice que puede ser un gran día. Plantéatelo así.

Así que solo podemos ponernos el chaqué de boda, la corbata sin nudo por el cuello o la cabeza, abrazar a la persona que tengamos al lado, levantar nuestra copa de champán y gritar a los cuatro vientos: «¡Larga vida a Georgie Dann!«. La eternidad te espera con un cuadro de baile con calentadores de color azul eléctrico y una bola de espejos que reflejarán honestidad, transparencia y alegría de vivir.


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