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boson de higgs

El Bosón de Higgs. / CERN

Opinión

Un nuevo contexto, un nuevo paradigma

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En los últimos milenios, la humanidad ha sufrido demasiadas guerras y violencia continuada. Y cuando se ha superado la guerra física, seguimos con miedo de que vuelva a producirse… y además se ha mantenido la guerra económica, política, académica, etcétera

Eso ha sido así porque la humanidad no ha podido librarse de un contexto materialista. No sólo en economía y sociedad, sino que también a nivel de cultura todo se ha basado en la concepción mecanicista de la física clásica desde hace algunos siglos, que ha durado hasta nuestros días. Hemos pensado en la realidad como un conjunto de objetos suspendidos en el espacio y separados entre sí sin gran relación entre ellos y con un funcionamiento mecánico. Aunque usamos continuamente la tecnología moderna basada toda ella en la física cuántica, nuestras mentes siguen ancladas en una visión cartesiana de la realidad basada en la física clásica y eso es así aunque se tenga fe religiosa.

Podemos decir que el genoma humano, la física cuántica y la inteligencia artificial han cambiado el contexto y para entenderlo es necesario mirar con ojos nuevos, está formándose un nuevo paradigma, en la ciencia, en la sociedad… La palabra paradigma es antigua y se aplica a cambios de modelo de pensamiento (aunque el New Age la use, no se la puede apropiar). «El verdadero camino del descubrimiento no consiste tanto en buscar nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos» (Marcel Proust). Si queremos alcanzar la paz interior más eficientemente, se hace indispensable cambiar la concepción de la realidad y de la vida.

Y, precisamente, la paz interior ha de alcanzarse en todas las dimensiones del ser humano: física, emocional, mental y espiritual. La mente suele ser el mayor obstáculo para alcanzarla y, por ello, si seguimos en el antiguo paradigma nos dificulta avanzar: el racionalismo moderno ha absolutizado la razón, dejando otros aspectos importantes de la persona (aunque haya contribuido mucho a un progreso material): hemos perdido el alma. Jung ya dijo que la persona no puede prescindir de su concepción religiosa, porque lo llevamos dentro; y que muchos pensadores no habían podido liberarse del materialismo reduccionista y, por ello, fracasaron al querer esclarecer las complejas realidades espirituales con arreglo a su imagen mecanicista del universo.

«Todo es del color del cristal con que se mira»

Es importante darse cuenta de una característica del ego que nos condiciona antes de que este sea trascendido: no vemos la realidad como es, sino mas bien como somos nosotros: «Todo es del color del cristal con que se mira«. Y lo que recibimos también lo hacemos según nuestro contexto. Tomás de Aquino recordaba el adagio clásico: «Lo que se recibe, se recibe de acuerdo con la naturaleza de quien lo recibe«. Según el modo que podemos recibir, acogemos la realidad, y según eso tendremos la paz o no.

Nuestras reacciones (físicas, emocionales y mentales) dependen de esa percepción que nos viene del modo con que miramos todo. Es entonces cuando podemos ver con claridad que la calidad de nuestra experiencia de la vida depende de nuestra manera de percibirla, es decir del filtro mental que usamos: nuestro contexto o paradigma.

Estamos condicionados por nuestras creencias limitantes, cosas que quizá hemos mamado desde pequeños pero que limitan nuestro contexto. Además, me gusta el símil de que las creencias son cosas que no vemos pero que pensamos que son verdad, en realidad nos sirven para avanzar en cosas que no podemos saber aún, son como muletas que nos permiten caminar con lo que nos han dicho y hemos creído. Pero algunas de ellas son falsas. Así, cuando vemos la evidencia de la verdad, deberíamos dejar las muletas porque ya podemos caminar con nuestras fuerzas. La razón da fuerza para poder pensar; cuando experimentamos la verdad tenemos la evidencia. Pero el problema está en que algunos siguen con sus creencias.

Así, conozco personas que no creían que el hombre había llegado a la luna. Ahora también, hay creencias como la de los negacionistas que piensan que la covid-19 es un engaño. Así pues, el primer paso para salir de la trampa de nuestras creencias, programaciones y contextos limitantes (tanto conscientes como inconscientes) es darnos cuenta de que los tenemos. El segundo paso es aprender a elegir conscientemente la verdad, que nos dará nuevos contextos mentales a fin de poder alcanzar la paz interior y reaccionar con aceptación y serenidad ante toda circunstancia de la vida. Sólo así podremos producir conscientemente los resultados de amor y servicio que anhelamos. Además, estaremos más en sintonía con esas frecuencias altas que hemos dicho, dejando las frecuencias bajas donde hay una mente bloqueada por tanto conflicto interior.

Si nuestras creencias son en parte útiles y en parte un filtro que no nos deja percibir la verdad («el color del cristal con que se mira»), el cambio deseado será aceptar cambiar la percepción que tenemos del mundo

Si nuestras creencias son en parte útiles y en parte un filtro que no nos deja percibir la verdad («el color del cristal con que se mira»), el cambio deseado será aceptar cambiar la percepción que tenemos del mundo, de nosotros mismos y de los demás. El objetivo de todo trabajo espiritual es intentar limpiar ese filtro (o velo de ilusión) que no nos permite una aprehensión directa de la realidad.

Observamos además que, cuando rehusamos a abrirnos a una información más amplia, no solo no somos capaces de percibir más que lo que nuestros esquemas mentales nos permiten conocer sino también que lo percibido cada día no hace más que reafirmar el contenido de nuestro filtro mental. En este caso, nuestra experiencia de vida no puede «probarnos» que nuestra percepción es errónea o estrecha.

Nadie puede pensar fuera de su contexto de referencia, salvo algunos que han podido intuir fuera del contexto (Galileo, Einstein, Tesla…). La física cuántica y la teoría de la relatividad han puesto de relieve el valor de lo que no se ve, basta pensar que la física del átomo supone un 5% apenas de lo que hay en el universo, el resto inmenso es materia oscura y energía oscura. Detrás de la materia que se ve hay algo que no es material, que pueden ser otras dimensiones. Ya se habla de que todo es energía + información. Además no entendemos cómo funciona la mente ni lo que nos viene de nuestros antepasados, pues lo que han descubierto del ADN es que produce proteínas, pero no hay en él memoria de nada.

Así, el alma y la mente hemos de buscarlos fuera del cerebro: no es el cerebro que crea la mente, sino la mente que crea el cerebro. Todo esto supone cambiar la concepción de la realidad y de la vida, contestar de una manera más amplia y profunda a las preguntas de quién soy yo, por qué estoy aquí y qué ocurre después de la muerte del cuerpo físico. Pues ya no tenemos miedo de pensar en que, fuera de nuestra dimensión, hay otras dimensiones.

La elección del contexto depende de nuestro tiempo histórico, pero tiene una parte enteramente personal. Esa elección tiene aspectos conscientes e inconscientes, pero siempre se hace dentro del marco de un determinado nivel de consciencia o grado de evolución espiritual. Un contexto puede ser apropiado en un nivel pero no en otro. Avanzamos de contexto en contexto y eso es una gran parte de la historia de la evolución de la consciencia en el ser humano.

Dentro del carruaje está el maestro interior

Durante mucho tiempo hemos identificado los pensamientos con la consciencia. Pero eso pertenece al contexto de lo que podríamos llamar la mente inferior y el resultado es separador y ha llevado al enfrentamiento constante. Si nos imaginamos nuestras dimensiones como un coche de caballos, podemos ver a los caballos como los sentidos y la mente como el cochero, pero hay más: dentro del carruaje está el maestro interior, nuestra interioridad, el alma.

En resumen: comprender las realidades espirituales y aprender a vivir desde el alma y no desde el ego son algunos de los requisitos para que quien no tiene paz pueda alcanzarla. Afortunadamente, la humanidad está entrando en un nuevo contexto postmaterialista desde el que poder avanzar en este sentido. Insisto: la forma más eficaz para alcanzar la paz interior es crecer en el contexto interior, digamos en el nivel espiritual o de consciencia.

Podemos verificar cómo una ampliación del contexto de pensamiento, por pequeña que sea, aporta siempre más paz, más dominio de nuestro entorno y mejores relaciones con los demás, pues todo lo interior influye en lo de fuera. Muchos sufrimientos vienen de la ignorancia: al no entender el sentido de algo que vemos como malo, sufrimos. Cuanto más se ensanche el contexto, más se profundiza en la comprensión de la realidad. Es así como podemos liberarnos progresivamente del sufrimiento mental tanto individual como colectivo y podemos encontrar dicha y libertad.


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