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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Opinión, Política

Tomando medidas

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A estas alturas podemos decir con cierta obviedad que la tan temida posible segunda ola de la pandemia que sospechábamos a inicios del verano, con el fin del confinamiento, es ya una realidad incipiente. Comienzan de nuevo a crecer el número de casos, el número de fallecimientos, los hospitales ocupan sus camas y las UCIs se acercan pasito a pasito a un nuevo colapso

¿Se acuerda cuando no se hablaba más que de la curva y de su pico? Pues si no lo recuerda, no se preocupe porque en breve volverá a ser la comidilla. Por cierto, y ya puestos, las curvas no tienen picos. Pero como nuestros comités científicos y nuestros medios de masas son tan mediocres como los resultados de la gestión de esta crisis lo demuestran, pues aquí estamos. O no la llamen curva, o no lo llamen pico, aunque sólo sea por consideración a Gauss. Y ya de camino, empiecen también a hacer el resto de cosas bien, aunque solo sea por un poco de amor propio.

Las restricciones a la movilidad están de nuevo aumentando a pedido de quienes tienen un sueldo fijo garantizado. No tarda mucho y estamos de nuevo confinados tal como en marzo, pero ahora con la precariedad que se arrastra desde la primera mitad del año. Nuestros valientes pequeños microempresarios, esos que decidieron un día abrir un negocio, prestar un servicio en su barrio o en su comunidad, peluqueras, el dueño del restaurante, su cocinero, el gremio de los actores y su particular condición de trabajadores autónomos y tantos y tantos otros que insisto, valientes, de cierta forma la flor y nata de nuestra sociedad, que realizan el 100% de su fiscalidad en territorio español y tributan a pecho descubierto todo lo tributable para júbilo de la financiación de partidos, ellos todos se ven empujados a un abismo absolutamente injusto en nombre de una eufemística nueva normalidad.

Pero, ¿qué esperábamos? ¿De verdad creímos que unos dirigentes, incapaces de conseguir mascarillas para sus ciudadanos durante largas semanas de pandemia, iban a abordar la coordinación y restructuración de un país como España de una manera efectiva? Mascarillas, un trozo de tela con dos gomas, señores. Pues no, estaba claro. Con la llegada del verano nuestros diputados, senadores y consejeros, unos y otros, del más izquierdista al más derechoso, lejos de toda preocupación se fueron de vacaciones porque ya estaba todo resuelto, todo bajo control… ¿Se puede ser más incompetente?

Nuestras cigarras parlamentarias se quitaron la corbata para dedicarse al living la vida loca que es lo que mejor se les da, en lugar de aprovechar el tiempo extra disponible para buscar soluciones y alternativas a esta crónica de una calamidad anunciada. Ahora que truena, Santa Bárbara está también colapsada, y el ciudadano de a pie observa atónito el devenir de los acontecimientos sin dar crédito a sus sentidos. “No puede ser” se dice… Pues sí, sí es, y lo lleva siendo ya hace un tiempo.

En psicología existe un patrón de comportamiento claramente identificado y tipificado que se conoce como comportamiento pasivo-agresivo, y se caracteriza resumidamente por que la persona soporta situaciones de abuso de manera continuada e inexpresiva, pero cuando se expresa lo hace de forma agresiva, exacerbada, avasalladora, concentrando toda la frustración acumulada por los abusos previos. Es una definición muy escueta, discúlpenme los colegas. Pero sirve a modo ilustrativo. Y cabe plantearse si nuestra sociedad no podría encuadrarse en este patrón, visto lo visto, nocivo para el propio sujeto y para su entorno, capaz de generar situaciones impredecibles. Presión, opresión y explosión. Sin duda, en el origen de las grandes revoluciones de nuestro tiempo.

La forma de combatir las consecuencias negativas del patrón pasivo-agresivo es proporcionar al sujeto los recursos para poder expresarse de una manera adecuada. Nuestra sociedad me temo que cada vez tiene menos de estos recursos, fuera de ese supuesto voto libre cada cuatro años -una falacia-, muy pocos medios de comunicación -este que lee- y las redes sociales a las que están deseando echarles -más- mano. No quiero ser alarmista, pero pensar que los hombres y mujeres que participaron en la Guerra Civil eran diferentes a nosotros es como creer que el coronavirus solo afectaría a la sociedad china y nunca llegaría a Europa. Hay que prevenir, desde la tranquilidad pero de forma certera.

Duele ver a nuestros políticos en sus comunicados, fingiendo que empatizan con los ciudadanos, leyendo discursos que pretenden ser emocionales, poniendo toda la carne en el asador, pero que no acaban de calar en el oyente porque se nota que hablan de memoria, que solo están representando un papel calculado para rentar votos. Y poco más les importa. ¿Qué clase de persona puede hablarnos de la crisis que estamos atravesando sin que se le revuelvan las tripas y se le encoja el corazón? Nuestros políticos. No se les encogen las tripas, solo piensan en su abastada barriga. Son un esperpento.

Somos esclavos de ellos

Y como ya sabemos, nuestra democracia no ofrece al ciudadano prácticamente ningún medio para dar salida a su frustración, para reprimir o castigar la inoperancia de sus líderes. Somos esclavos de ellos, y ahora pretenden someternos un poco más restringiendo nuestras libertades, y luego otro poquito, y luego otro poco más… El patrón pasivo-agresivo.

En un país repleto de hoteles vacíos por la crisis, pensar en medidas como confinar a la población de riesgo en estas instalaciones con monitorización continua mientras el resto de la sociedad mantiene su funcionamiento adoptando medidas de protección individual era, sin duda, mucho pedir para este gobierno de inútiles. Enfrentado a una oposición de inútiles. Y aderezado por una miríada de partidos menores igualmente inútiles. Zampabollos todos ellos, incompetentes con buenas pagas, que solo consiguen fingir mal que esta crisis realmente les importa. Les importa, sí, pero solo en clave electoral. Su trabajo son los votos, no los problemas.

Presidente, ministros, consejeros, garantícenme el acceso a los medios para poder estar 100% protegido contra este virus, protejan a nuestra población de riesgo en locales adecuados, continuamente monitorizados y dignos, y a partir de ahí métanse en vuestra vida. Es así de difícil o de fácil, depende del querer.

Petición de ‘Change.org’

Por todo ello, por una cuestión de justicia y porque creo que es la única forma de que nuestros representantes hagan comunicados verdaderamente afectados por lo que está pasando, creo que tanto nuestros políticos en el gobierno por su inoperancia como los que están en la oposición por la ausencia de propuestas constructivas, tanto a nivel nacional como autonómico, deberían devolver todo lo cobrado del Estado desde el día 21 de junio hasta hoy y quedar suspendidos de sueldo hasta el final de las restricciones de libertades del pueblo. Por ello he creado una petición en change.org en el enlace https://www.change.org/cobrarascuandotodos que le animo a firmar y compartir, como acto de solidaridad con nuestros profesionales afectados por las restricciones, como forma de hacer ver a nuestros dirigentes que aún tenemos algún poder sobre ellos, recordarles lo duro de sus medidas y decisiones y, por último pero no por ello menos importante, para expresarles nuestro descontento. Gracias de antemano.


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2 comentarios

  1. Manuel Calleja

    Sr. Mendoza,
    No puedo estar más de acuerdo con este preclaro artículo, donde las verdades aparecen en cada una de sus líneas, siendo más grandes y contundentes según se avanza en el texto.
    Totalmente cierto que es lícito culpar a toda la que llaman «clase política» que está demostrando más que nunca que lo único que les importan son los votos… cuando tengan que llegar. Con sus ¡hechos demuestran que España y los españoles les importamos bien poco. Y la combinación de un gobierno absolutamente inepto y toda esa clase política restante irresponsable, falta de ideas y mediocre como nunca ha sido, es un cóctel explosivo. Y, efectivamente, la idea de que los humanos somos iguales, los del 36 y los de ahora, y que pueden suceder cosas parecidas en situaciones similares, es a mi juicio totalmente cierta. Condiciones que, por cierto, cada vez se parecen más a las de 1931.
    Le felicito por su artículo. Un cordial saludo,
    Manuel Calleja.

    • Gerardo

      Muchas gracias estimado Dr. Calleja,
      Lamentablemente vivimos una situación en la que cuesta mucho permanecer indiferente, cada vez más vergonzosa.

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