En estas horas ‘megaloplásticas’ en las que el postureo intenta satisfacer tales dosis de falta de cariño que, por suerte o por desgracia, no da abasto, le invito a retirar la mirada de los cañones de luz, dejar que la pupila se adapte a la tenue luz de la sala de butacas y centrar su atención en el auténtico protagonista, aquel sin el cual nada de esto sería posible. Me refiero, ya lo sabe, a la persona normal
Me gustaría dedicarte un momento a ti. A ti, hombre que paseas bajo la coraza de tu traje gris; a ti, mujer que eliges el color de la falda que te cubre las rodillas; a ti, que encadenas los días pensando en el fin de semana y las semanas pensando en el fin de mes. A ti, que los domingos te saben a poco. A ti que vienes de un pueblo perdido y a ti, que te diluyes en la ciudad. A ti, que te has adaptado a un trabajo que no te llena y a ti, que te cuesta habituarte a no encontrar trabajo. A ti, que no paras de empujar una piedra que no se mueve.
A ti, que sonríes cuando echas tus ratos con la familia o con los amigos y que disfrutas de tus momentos tranquilos sin nadie más. A ti, que le protestas al periódico, a la radio y a las series bajo demanda. Total… A ti, que necesitas, como cualquiera, algún capricho inútil. A ti, que miras las ciudades de los anuncios y ves que no son como la tuya. A ti, que miras las casas de las películas y los coches de las películas y las personas de las películas con anteojeras. A ti, que te lavas los dientes con dedicación y esmero. A ti, que te solicitas.
Y te exiges y te enconas y te frustras. Y al final te dejas ir porque todo se olvida. Hoy querría centrarme en ti, tú que no eres nadie, tú que nada importas. Tú que eres una hache allí donde estorba la ortografía. Quería hablar de ti, tú que eres alguien normal, que naciste en una tierra normal y de la forma como se nace. Que creciste jugando a los juegos que se jugaban, que besaste por primera vez allí donde se besa, que descubriste las cosas que se descubren y peleaste por las cosas por las que se pelea. A ti, que te quisieron como se quiere y te mintieron como se miente. A ti, que el tiempo te fue arrastrando y marcando como el tiempo marca y arrastra. Como solo el tiempo marca y arrastra. A ti, que has sobrevivido. A ti, que aún te quedan fuerzas.
A ti, que tienes suerte porque vives libre
A ti, que te han dicho que esto se llama siglo XXI. Y lo aceptas y no importa, porque no tiene mayor importancia y a todos así bien sirve. A ti, que te han dicho que tienes suerte porque vives libre. Qué arrogancia.
A ti, que te convencieron de que unos señores honestos de corbatas impostadas velarían a toda costa por preservar tus intereses. A ti, que así lo creíste porque eres claro y sensato. A ti, que poco después te presentaron, como parte del trato, elegir de entre una surtida panoplia de opciones. A ti, que escuchaste a uno y lo que dijo te pareció correcto. A ti, que escuchaste a otro y lo que dijo también te pareció correcto. A ti, que escuchaste a todos y todos, de alguna forma, parecían decir cosas correctas. A ti, que elegiste un bando y, tras seguirle, viste que mentía. A ti, que cambiaste de bando y al poco tiempo, viste que también mentía. A ti, que, tras haber seguido todos los bandos, has comprobado fehacientemente que todos mienten. Y también a ti, que nunca cambiaste de bando y vas consumiendo tu energía intentando justificar las mentiras que no se sostienen, en pro de un bien mayor que nadie realmente ha visto.
Hoy quería dedicarte algún tiempo a ti, porque es de ti de quien se trata. Aunque los focos se dirijan al escenario, todo se trata de ti. El aire contaminado eres tú quien lo respiras. Las empresas cerradas, es a ti a quien despiden. El aumento de impuestos, eres tú quien los pagas. Los recortes a las jubilaciones, es a ti a quien le recortan. Las viviendas de protección oficial fueron hechas con tu dinero, y es a ti a quien desalojan de ellas para venderlas a fondos de capital extranjero. La sanidad precaria, es a ti a quien deja de asistir. Las películas que muestran sitios a los que no perteneces fueron hechas pensando en que tú las vieses. El periódico que no habla de ti sale cada mañana pensando en que tú lo leas. Los anuncios rodados en ciudades que no son la tuya están hechos para persuadirte a ti. El precio de los combustibles está fijado para ti. El precio del megavatio eres tú quien lo costeas. La radio emite consignas dirigidas a tus amígdalas. De la televisión caen chapetones de estupidez para que a ti te cale hasta el tuétano. Todo pensado para que tú elijas. Elige. Elige. Rápido. No dudes, dudar es pensar y pensar es perder el tiempo. Y tiempo es lo que no tienes.
Por eso he querido detenerme en ti, persona normal. Porque eres tú el protagonista, pero les cuesta reconocértelo. No van a reconocértelo. Quiero que sepas, persona normal, que con tu beneplácito les basta. A esta persona normal no le parece bien y por eso bajo de las nubes al terrenal ámbito de lo cotidiano y, a sabiendas, me pongo pesado con lo de siempre. Porque es de aquí de donde todo parte, es ahí donde todos jugamos. Todas las personas normales. La idea de que tienes que depositar tu confianza en quien de hecho no es de confianza, a saber, un determinado grupo político, es una idea con el poder que tú quieras darle. Ninguna persona normal tiene la obligación de hacerlo y cualquier persona normal merece ser tratada con respeto. Quien miente, no respeta. Y si no hay alternativa, las personas normales van a tener que crearla. Yo por el momento te dedico este recordatorio a ti, que eres lo más importante: eres la magnífica persona normal.
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