La marginalidad en muchas de las grandes ciudades de España, como Granada, Málaga, Sevilla y Barcelona se refleja en las vidas de aquellos que habitan barrios menos favorecidos, donde las oportunidades parecen ser limitadas y la exclusión social es una realidad cotidiana
Esta misma marginalidad se ve reflejada en el cine, que ha logrado transmitir las luchas de estos colectivos olvidados. Un ejemplo notable de esto es la película El 47, ganadora del Goya a Mejor Película en 2025, que aborda de forma cruda la realidad de quienes viven en las periferias de la sociedad. A través de esta película, podemos ver cómo se plasman las dinámicas de poder, pobreza y desarraigo, que no son exclusivas de un país o ciudad, sino que ocurren en distintos puntos del mundo.
En Estados Unidos, la situación de marginalidad parece estar enraizada aún más profundamente. Se estima que el 90% de la población no participa activamente del llamado sueño americano, es decir, la promesa de prosperidad, libertad y éxito para todos. En lugar de ello, muchos viven en condiciones de pobreza, con un acceso limitado a la educación y a oportunidades que les permitan ascender socialmente.
Este fenómeno se refleja en varias películas estadounidenses que abordan el impacto de la marginalidad en la vida de los jóvenes, como Freedom Writers (2007). La historia de estos adolescentes, atrapados entre la delincuencia y la falta de expectativas, pone de manifiesto una realidad en la que muchos estudiantes de secundaria están destinados a un futuro incierto. A menudo, sus amigos mueren en peleas callejeras, víctimas de la violencia que impregna su entorno.
Una película que captura de manera compleja el submundo de esta marginalidad es Monster’s Ball (2001), protagonizada por Halle Berry, quien ganó el Óscar a la Mejor Actriz por su papel. En esta película, la representación de los personajes no se limita a un inglés formal o estándar, sino que utiliza el inglés de la calle, con giros lingüísticos y expresiones propias de aquellos que viven en los márgenes de la sociedad estadounidense. Este aspecto del lenguaje resalta una realidad invisible para muchos: los protagonistas de la historia pertenecen a un entorno donde la violencia, la desesperanza y la alienación son parte de la vida diaria. Al mostrar este submundo, Monster’s Ball ofrece una visión que contrasta con la imagen glorificada de América como un país de oportunidades, revelando que, para muchos, ese sueño nunca se hace realidad.
El uso del inglés de la calle en Monster’s Ball es más que una cuestión lingüística: es una forma de mostrar un mundo oculto, un submundo que no suele verse cuando se habla de la grandeza de América. Al presentar este lenguaje y las vidas que lo habitan, la película destaca las tensiones sociales y la desconexión que prevalecen en los sectores más empobrecidos de la sociedad estadounidense.
Otro claro reflejo de la marginalidad se puede ver en Bailar en la oscuridad (2000), donde Selma, una inmigrante checa y madre soltera, trabaja en una fábrica de un pequeño pueblo estadounidense. Su única vía de escape a su vida monótona y llena de sufrimiento es su pasión por la música, especialmente por los números musicales de Hollywood. Sin embargo, Selma guarda un terrible secreto: está perdiendo la vista, y lo peor es que su hijo también se quedará ciego a menos que consiga suficiente dinero para su operación. Esta película, aunque centrada en la lucha personal de Selma, también expone las difíciles condiciones de vida de los inmigrantes y las brechas sociales en la América rural.
En una línea similar, John Q (2002) retrata a Archibald (Denzel Washington), un hombre común que trabaja en una fábrica y se ocupa de su familia. Cuando su hijo enferma gravemente y necesita un trasplante de corazón urgente, descubre que su seguro médico no cubre la operación, dejándolo atrapado en el sistema de salud estadounidense, donde los pobres son excluidos de acceso a tratamientos médicos esenciales. Esta película subraya cómo la falta de recursos económicos puede condenar a las personas a una vida de sufrimiento y desesperanza, mostrando una vez más las disparidades en el sueño americano.
El cine, a través de estas narrativas, nos invita a reflexionar sobre la desigualdad, la injusticia y la falta de oportunidades que afectan a millones de personas. Estas historias no solo tienen lugar en Estados Unidos, sino que también nos hablan de los problemas sociales globales, donde la pobreza, la exclusión y la violencia son protagonistas. Al igual que en los barrios marginales de ciudades españolas como Granada o Barcelona, la lucha por una vida mejor sigue siendo una batalla difícil, donde las cicatrices del pasado y las estructuras de poder continúan marcando el presente de muchos.
Gracias, Paco, por el esmero en poner enlaces y videos tan oportunos!!!