Jorge Valverde es un poeta cuyo único compromiso es con la belleza y con los débiles. Su último poemario, ‘La matanza de las flores’, así lo atestigua. De su gusto por las flores, se advierte, por su querencia por meterse en jardines. No le importa introducirse entre la maleza si es para dar brillo a los oprimidos, a esa clase trabajadora o directamente pobre, con las mismas oportunidades que las malas hierbas en los muchos jardines versallescos que en el mundo hay
Jorge Valverde tiene hambre de decirte sus verdades. De que los que ostentan el poder no le mientan diciéndole que nadie la siente. Su poder nace de las entrañas de estos, de las fuerzas que la flaqueza arranca a un espíritu cuando este es justo. Aquí los únicos que sacan sus fuerzas a pasear son los poderosos, con sus ejércitos, sus cuerpos y fuerzas, estos sí, obesos de la seguridad que les da el Estado. Los poderosos solo se defienden entre ellos y Jorge Valverde solo quiere ser feliz entre sus flores de dos piernas con corazones como pétalos.
Jorge Valverde es consciente de que nuestros refugios, a los que nos hacen llamar casas, hogares, no son más que nuestras cárceles. Elegidas por nosotros o, mejor dicho, por nuestra economía o por nuestra falta de ella. Pero lo peor es que ahora no cumplen su condición de fortaleza, sino que nos deja expuestos a ese otro mundo donde las redes las echa un pescador desde un teclado. El control llega hasta el hogar, ahogándonos en él, los peces más listos saben abrir esas redes y hacer más grandes los agujeros para poder escapar, pero los peces pequeños, la mayoría de nosotros, nos tragamos el anzuelo que el pez gordo, saciado hasta las branquias, no tiene necesidad de picar en él. Que no somos libres es una realidad que nuestras habitaciones con vistas al fondo de nuestras almas demuestran cada vez que le damos a la tecla de nuestro ordenador.
Jorge Valverde sabe que nos quieren entretenidos. Pan y circo. Sexo y fútbol. Gente en televisión que parece más tonta de lo que realmente son o puede que actúen de tal manera que dejen a los de verdad a la altura del betún. Banderas y Bardem en First Dates no lo harían igual de bien, de eso estoy seguro. Penélope Cruz o Carmen Machi se dejarían llevar por la mar para ahogarse en la orilla antes de entrar en La isla de las tentaciones. Y todo esto para tenernos distraídos mientras los que mandan solo nos dan de comer trozos de pan duro, piedras con formas de barra, como las que utilizan a la policía para abolir las manifestaciones del pueblo.
Ver en el fango la esperanza
Pero Jorge Valverde también sabe ver en el fango la esperanza. El barro puede meterse en tus ojos y llenarlo todo de un arco iris radiante, uno donde el dolor es blanco, pues deja de verse y de sentirse o, por lo menos, actúas como si se hubiera marchado sin avisar. El mal no fue educado ni para marcharse, debes hacerte el despistado cuando se va, para que no quiera volver a acompañarte. La esperanza como el motor del poeta, como el asidero que él quiera que se vea en lo que hace. Jorge Valverde escribe para calmarte el malestar y a fe que lo consigue.
Hay quien dice que toda manifestación humana es política y, por tanto, la cultura y el arte también deberían serlo. Jorge Valverde eso lo tiene claro, pero, por encima de todo, está el amor. “Soy un apátrida convencido, un ácrata sin remedio, pero te ofrezco mi pecho abierto para que claves cuando quieras tu bandera”. No hay lugares que delimiten las naciones que den sentido de pertenencia, ni ideologías que sean más importantes que el amor por los tuyos. Eso hace bien en dejarlo claro el poeta, pues por desgracia hay muchos que mueren por izar una bandera o defender unas ideas que solo le den poder a unos pocos, o como a la mayoría en Twitter, los dejen como tontos útiles. Entre los amores naturales nunca se encuentran la toxicidad de éstos.
En definitiva, La matanza de las flores es un poemario de resistencia. Donde la oscuridad es una realidad que Jorge Valverde se encarga de darle brillo, de hacerla acogedora. Él es el que lucha contra la maldad de este mundo y sus heridas de guerra son estos poemas. Lo edita Mariposa Ediciones, una editorial independiente de León, y en su aleteo, sus muchos colores nos hacen ver que la lectura sigue siendo el mejor lugar donde cobijarnos. Estas flores, como todas las que huelen a auténtica poesía, acaban resucitando o no muriendo nunca. Por eso, al finalizar el poemario, sientes que querer ser feliz es posible. Que la vida con buena poesía no necesita ser un sueño.
Lo has descrito perfectamente.
Es un libro oscuro y tierno, al mismo tiempo.
Poesía pura.