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África es el continente más fustigado por el hambre. / EFE

Opinión, Religión

Hambre en el mundo y solidaridad

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Muchos millones de personas sufren hambre en el mundo. Por citar un continente, África está asolada por la sed y el hambre: desde Etiopía a Sierra Leona, millones de personas están condenadas a morir. Nos quejamos de los que vienen a Europa, pero no hacemos nada para que vivan con dignidad

Desde Occidente hay ayudas puntuales en emergencias, pero esto no basta: hay que afrontar factores complejos como la necesidad de educar a gente capacitada para llevar el país con sus sistemas, sin colonialismos: invertir en el capital humano de esos países, no tratarlos con infantilismos ni permitir que, por falta de formación, sigan con regímenes dictatoriales que se han impuesto (o al menos ayudado a que se impongan) por parte de Occidente por intereses meramente económicos (diamantes, petróleo, etcétera).

También habría que procurarles el acceso a tecnologías adecuadas y un digno comercio que no penalice que tengan un margen para poder invertir. Y esto en todo el mundo, pues la globalización y la deslocalización podría resolver el problema, pero domina la ambición muchas veces. Me contaba un amigo de San Salvador la injusticia de que una camisa hecha allí la pagan por 4 dólares y la venden por 40 dólares en Estados Unidos: si, en lugar de no dejar ningún margen, pagaran algún dólar más daría lugar a una posible inversión para poder ellos mismos progresar. El colonialismo moderno es éste: pagar poco para generar dependencias, esas nuevas formas de esclavitud…

Sustituir competir por compartir

En un mundo necesitado de solidaridad es necesario sustituir competir por compartir. Cuenta la Madre Teresa de Calculta: «En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa para contarnos el caso de una familia hindú de ocho hijos. No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía que hiciéramos algo por ellos. De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños a causa del hambre. La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió. Cuando regresó le pregunté qué había hecho con una de las dos raciones de arroz. Me respondió: «Ellos también tienen hambre». Sabía que los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre. Quedé más sorprendida de su preocupación por los demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad, no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar y de dar a los demás, tenía el valor de compartir. Frecuentemente me preguntan cuándo terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: cuando aprendamos a compartir. Cuanto más tenemos, menos damos. Cuanto menos tenemos, más podemos dar”.

No nos quejemos del hambre en el mundo: adoptemos una actitud de cambiar el consumismo por solidaridad

No nos quejemos del hambre en el mundo: adoptemos una actitud de cambiar el consumismo por solidaridad, pues como se dice, si la nave hace agua a proa, a popa no se puede vivir tranquilamente. Y eso, en pequeñas cosas cada día: no derrochar, sino dar a los demás. Por esto, cada persona, cada familia puede aliviar el problema del hambre: es necesario corregir el modelo de desarrollo global. Las emergencias ambientales nos hablan también de no dejar suelto el egoísmo. Ante la hipocresía de los gobiernos, con sus intereses económicos, urge responder personalmente y en la familia y hacer algo para aliviar el hambre en el mundo: ir contra la sociedad egoísta del consumismo y adoptar -como decía Benedicto XVI- «un estilo de vida y de consumo compatible con la salvaguardia de la creación y con criterios de justicia respecto de quien cultiva la tierra en cada país».

Recordemos aquella anécdota: «Era un día lluvioso y gris. El mundo pasaba a mí alrededor a gran velocidad cuando, de pronto, todo se detuvo. Allí estaba, frente a mí, una niña apenas cubierta con un vestidito todo rotoso que era más agujeros que tela. Allí estaba, con sus cabellitos mojados y el agua chorreándole por la cara. Allí estaba, en medio de un mundo gris y frío, sola y hambrienta. Me encolericé y le reclamé a Dios: ¿Cómo es posible, Señor, que habiendo tanta gente que vive en la opulencia, permitas que esta niña sufra de hambre y frío? ¿Cómo es posible que te quedes ahí tan tranquilo, impávido ante tanta injusticia, sin hacer nada? Luego de un silencio que me pareció interminable, sentí la voz de Dios que me contestaba: «Claro que hice algo, te hice a ti…». Esto nos anima a vivir la compasión (sentir con los demás) y pasar a la acción en lo que cada uno podamos, pues así, al compartir entre todos, acabará el hambre en el mundo y, lo que es más bonito, seremos ricos en amor.


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3 comentarios

  1. Maria Enriqueta Castellanos Martín del Campo

    Una llamada de atención a mi conciencia, gracias por hacerme reflexionar sobre mi responsabilidad ante las necesidades de los demás y no estar indiferente. Saludos fraternos. 🙏🙋👍

  2. Hace 34 años que trabajo en un Banco de Alimentos. También en España hay gente que pasa hambre. En la provincia de Girona, antes de la pandemia mi banco atendía a 31.000 personas; ahora atiende a más de 46.000.
    Es difícil que las personas particulares puedan solucionar el hambre del tercer mundo, pero sí pueden contribuir a solucionar el hambre de los de aquí. En primer lugar evitando el despilfarro de alimentos; una tercera parte de los alimentos que se producen en el mundo no llega a consumirse, y una buena proporción de ese despilfarro se produce en los propios hogares, LOS ALIMENTOS CON LA FECHA DE CONSUMO PREFERENTE SUPERADA NO ESTÁN CADUCADOS; SON PERFECTAMENTE CONSUMIBLES. Los Banco de alimentos , cerca del 50 % de los alimentos que distribuimos proceden del aprovechamiento de los alimentos que evitamos su despilfarro; a pesar de ello no llegamos a cubrir las necesidades y por eso recurrimos a las colectas anuales. Del 19 al 27 de noviembre tendrá lugar en casi todos los supermercados de las principales cadenas la Gran Colecta, que por la pandemia será online. Ahí tendrás la oportunidad de colaborar en la lucha contra el hambre.

  3. Llucia Pou

    Gracias por vuestros comentarios, María Enriqueta y Frederic, buenos amigos!

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