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Resultados de las elecciones europeas de 2024 en comparación con las de 2019. / EPDATA

Política

Abstención del 50,77% de la población española en las elecciones europeas, la cuarta con menos participación

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El PP ha ganado las elecciones europeas con el 34,2% de los votos y 22 europarlamentarios, dos más que el PSOE, que aguanta y mantiene el pulso con el 30,2% de los sufragios. Vox asciende hasta la tercera posición y tendrá seis escaños en el Parlamento Europeo, con el 9,62% de los votos, y queda por delante de Ahora Repúblicas (ERC, EH Bildu, BNG y Ara Mès), que sube a la cuarta posición

Sumar entra en el Parlamento Europeo en sus primeras elecciones con tres representantes, los mismos que consigue otra fuerza que irrumpe por primera vez, Se acabó la fiesta, la agrupación de electores del agitador de ultraderecha Alvise Pérez. Por su parte, Podemos cae hasta la séptima posición con dos representantes, mientras que Junts UE y CEUS (PNV y Coalición Canaria) sacan un eurodiputado cada uno. Ciudadanos firma la crónica de una muerte anunciada y pierde su representación europea.

Así queda el reparto de los 61 escaños que le corresponden a España en el Parlamento Europeo, que renueva sus 720 asientos en estas elecciones, que ha ganado el Partido Popular Europeo (PPE) con 185 escaños y que consolida el empuje de la extrema derecha en Europa. España es el cuarto país con más asientos en el hemiciclo por el tamaño de su población.

Las consecuencias de estos resultados no se han hecho esperar: Yolanda Díaz (Sumar) abandona todos sus cargos orgánicos del partido tras lograr sólo tres escaños (los mismos que Alvise Pérez), pero Juan Espadas, después de que el PSOE haya perdido en las ocho provincias andaluzas en favor del PP, ha hecho oídos sordos ante las voces críticas dentro de su organización que le invitan a dimitir y se queda dos años más, hasta las próximas elecciones autonómicas.

Abstención de más de la mitad de la población electoral española

La participación registrada en las elecciones europeas de este domingo no ha llegado al 50% y queda 11 puntos por debajo de la que hubo hace cinco años, cuando coincidieron con las autonómicas y municipales. Eso sí, mejora el dato de las tres últimas jornadas en las que los comicios a la Eurocámara se han celebrado en solitario, en 2004, 2009 y 2014.

En concreto, la participación ha sido del 49,22% y la abstención ha alcanzado el 50,77%. Las cifras se alterarán con el escrutinio definitivo, cuando se sumen los votos de los electores residentes en el extranjero.

Hace cinco años, cuando las europeas coincidieron con las locales, la participación llegó al 60,72%, el tercer mejor dato de la historia en estos comicios. El récord sigue estando en el 68,5% que se produjo en la primeras elecciones al Parlamento Europeo.

Estos son los datos de participación y abstención registrados en los comicios europeos desde que España pertenece a la Unión Europea:

Las elecciones europeas han confirmado la previsible oleada de partidos de extrema derecha. Pero, aunque muchos de ellos han registrado resultados al alza, esta oleada no constituye una marejada. Y su magnitud varía de un país a otro.

En total, considerando todos los grupos, los partidos de extrema derecha podrían ganar ahora alrededor de 170 escaños, o el 24% de los 720 escaños del Parlamento. En 2019, tenían un total de 165 diputados electos (algo más de una quinta parte del total), teniendo en cuenta los 29 escaños del Partido del Brexit en el Reino Unido.

El mayor número de escaños de extrema derecha procede principalmente del RN francés (30 escaños), Fratelli d’Italia (24), el PiS polaco (19), el AfD alemán (17) y el Fidesz de Viktor Orban en Hungría. Sólo estos cinco partidos suman más de la mitad de todos los representantes electos de extrema derecha.

El ascenso de la ultraderecha en Europa

«Los resultados demuestran la consolidación de los euroescépticos y su presencia en prácticamente todos los Estados miembros de la UE. No menos de 50 partidos pueden asimilarse a esta familia política y, hasta la fecha, sólo Irlanda y Malta permanecen al margen del fenómeno», pone de relieve Gilles Ivaldi, experto en Política Internacional en su reflexión en The Conversation.

Alice Weidel y Tino Chrupalla, líderes del AfD (partido alemán de extrema derecha) reaccionan tras conocer los primeros resultados, 16%, el 9 de junio de 2024. / Ralf Hirschberger/AFP

En Francia, Italia, Polonia, Hungría, Dinamarca y los Países Bajos en particular, la escena de extrema derecha se compone de dos o incluso tres formaciones, como la competencia entre Rassemblement National y Reconquête en Francia o la rivalidad entre Fratelli d’Italia y la Liga en Italia.

Junto a los grandes actores establecidos de la extrema derecha, como el RN francés, el FPÖ austriaco, el Fidesz húngaro, la Liga italiana y el Vlaams Belang belga, hace varios años surgieron nuevos grupos como Reconquête en Francia, los Demócratas Daneses (DD), Letonia Primero (LPV), Chega en Portugal y el AUR en Rumanía.

Otros movimientos han desaparecido de la escena política, sobre todo en Europa Central y Oriental, donde los sistemas de partidos son tradicionalmente más fluidos.

El ascenso limitado de Vox en España

Aunque la extrema derecha se mantiene en un nivel alto, desciende respecto a 2019 en Hungría y de forma acusada en Polonia, donde el PiS ha perdido 12 puntos y 8 escaños en cinco años. De nuevo en la oposición desde las elecciones legislativas de octubre de 2023, el partido de Jarosław Kaczyński sufre en parte la competencia de la Confederación Libertad e Independencia, que se ha consolidado en el corazón de la derecha polaca con el 12% de los votos y 6 escaños.

En Hungría, el partido de Viktor Orban se enfrenta a la competencia del Movimiento Nuestra Patria (MHM), de extrema derecha, y del nuevo partido Respeto y Libertad (Tisztelet és Szabadság) de Péter Magyar, situados más al centro.

En Finlandia, los finlandeses pagan su participación en el Gobierno y caen con fuerza (-6 puntos) respecto a 2019. En Portugal, Chega sufre para repetir sus resultados de las elecciones generales de marzo pasado, obteniendo el 9 % de los votos (2 escaños).

El ascenso de la extrema derecha también sigue siendo limitado en España, donde Vox ha ganado tres escaños en comparación con 2019, y en Suecia, donde los demócratas están más o menos donde estaban hace cinco años.

Sucesivas capas de resentimiento

En toda Europa, la popularidad de los movimientos de extrema derecha tiene su origen en la policrisis a la que se han visto expuestos los ciudadanos europeos desde 2008, en forma de capas sucesivas de resentimiento acumuladas desde la crisis financiera hasta la guerra actual en Ucrania, pasando por la crisis de los refugiados de 2015 y la pandemia de covid-19. Una mezcla de problemas perfectamente resumida por el eslogan electoral del FPÖ austriaco en el periodo previo a la votación: Detener el caos europeo, la crisis del asilo, el terror climático o el belicismo.

Varios factores impulsan actualmente el auge de partidos como el RN en Francia y la AfD en Alemania. El contexto económico y la subida de los precios siguen pesando en la opinión pública y, como el RN en Francia, alimentan la frustración y la ira en torno a las cuestiones del poder adquisitivo y el coste de la vida, incluso entre las clases medias.

Desde una perspectiva cultural, la extrema derecha sigue sacando partido de las inseguridades culturales vinculadas a la inmigración, como demuestran las recientes elecciones en los Países Bajos.

La migración sigue siendo un tema clave para los partidos extremistas y dominó la agenda electoral de estas elecciones europeas sobre todo en Alemania, Polonia y Francia.

Las incertidumbres geopolíticas en torno a la guerra de Ucrania han permitido a la extrema derecha alzar la voz contra los gobiernos europeos que hacen todo lo posible por apoyar el esfuerzo bélico de Kiev, acusándoles de belicismo y pidiendo una retirada nacional, como en el caso de la AfD alemana y el FPÖ austriaco.

Rendimiento aún vinculado al ciclo político nacional

«En muchos casos, la extrema derecha europea ha sido capaz de explotar en su beneficio el impacto socioeconómico de la guerra, centrándose hábilmente en cuestiones nacionales», añade Gilles Ivaldi.

Además, se ha producido una reacción contra las políticas de transición energética y el Pacto Verde Europeo. Al igual que con los recientes movimientos agrícolas, los grupos extremistas de toda Europa se movilizan ahora en torno a la ira contra una ecología que denuncian como «punitiva».

En países como Francia, Alemania, Bélgica, Austria, Bulgaria y Rumanía, el resultado de la extrema derecha refleja un voto de desaprobación contra los gobiernos en el poder. Como se sabe, las elecciones europeas se consideran en general comicios de segundo nivel, «con menos elementos en juego y propicios a la expresión del descontento y al voto de protesta que encarnan partidos como el RN en Francia o la AfD al otro lado del Rin», remarca Ivaldi.

La extrema derecha normalizada

Por último, la nueva ola refleja la creciente normalización de estos partidos, perfectamente ilustrada por Le Pen o el pragmatismo político de Giorgia Meloni en Italia. En vísperas de las elecciones europeas, la mayoría de los partidos de extrema derecha, como el PVV de Geert Wilders o el RN en Francia, moderaron estratégicamente sus posiciones sobre Europa, abandonando los temas más radicales en torno a sus planes de abandonar la UE o crear una nueva Europa de naciones libres e independientes, la vieja cantinela lepenista que sigue estando en el corazón del proyecto europeo del RN y sus afines.

Sobre todo, la extrema derecha se beneficia, en muchos casos, de la actitud de los grandes partidos de la derecha tradicional que, como los Républicains en Francia o los liberales holandeses del VVD, «intentan retomar los temas de la extrema derecha y, al hacerlo, dan mayor legitimidad a estos grupos«, observa Gilles Ivaldi.

Solos o en coalición, los partidos de extrema derecha están ahora en el poder en seis países de la UE, desde la Italia de Giorgia Meloni a Finlandia, la Hungría de Viktor Orban y, más recientemente, los Países Bajos, Eslovaquia y Croacia. En Suecia, los Demócratas de Jimmie Åkesson apoyan sin participar al gobierno de centroderecha de Ulf Kristersson.

Ahora, la extrema derecha podría volver a entrar en el gobierno en Austria o incluso en Bélgica, donde el cordón sanitario mantenido por la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) en torno al Vlaams Belang parece cada vez más frágil a medida que avanza el partido de Tom Van Grieken.


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