Estos días nos hemos apenado ante nuevos casos de asesinatos por violencia vicaria en España, para hacer daño a la expareja un hombre ha envenenado a sus dos hijas y luego él, muriendo los tres. Ya se ha confirmado como violencia vicaria el asesinato de las dos hermanas de 2 y 4 años en Almería, que nos hace recordar el caso de los hermanos de 7 y 10 años en Barcelona asesinados en enero
El problema de la violencia vicaria en España y a nivel mundial es un tema grave. Es un tipo de violencia machista que se utiliza para dañar, y así no hay manera de causar mayor daño a una madre que asesinando a sus hijos, como subraya la Fiscalía: «Cuando en una relación de afectividad basada en el desequilibrio y en el ánimo de posesión, el dominador asesina a los hijos de su pareja, bien sean propios o ajenos, sabe que le está haciendo más daño que acabando con su propia vida«.
La mayoría de los casos, el asesino es el padre biológico y se suicida o lo intenta. Y el asesinato se causa cuando la pareja se ha separado o está pensando hacerlo, aunque, en la mayoría de esos casos, no hay denuncias de violencia.
Son miles los niños catalogados por el Ministerio del Interior como posibles víctimas de esa violencia. El teléfono 016 atiende a las llamadas de las víctimas de violencia machista las 24 horas del día y, en una situación de emergencia, se puede llamar al 112 o a los teléfonos de la Policía Nacional (091) y de la Guardia Civil (062) y, en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicación Alertcops, desde la que se envía una señal de alerta a la Policía con geolocalización1.
Puede dar la impresión de que nada sirven las leyes y las medidas que se están tomando, pero los datos hablan por sí solos: así, desde 2003 a 2022, las muertes por violencia de género han pasado de 71-76 al año, a 49: siendo un número alto, es menor cada año. La falacia de que, cuanto más radicales son las leyes de igualdad, más machismo renace entre la población joven no es real del todo. Habría que ver estadísticas sobre esa violencia vicaria. Los datos son escalofriantes: han muerto más mujeres en manos de sus parejas o ex, que víctimas de ETA, y son menos los años que se cuentan esas estadísticas (que comienzan con el asesinato de Ana Orantes en 1992, a partir de ese acto horrible se legisló de una manera mucho más certera sobre ello)2. Desde 2013, con estos serían ya 54 los menores que han sido asesinados por sus padres (o las parejas de sus madres) en crímenes vicarios.
¿Qué causas tiene eso? Ante tantos casos, es necesaria una reflexión sobre causas, motivaciones, de por qué se están dando estas aberraciones en nuestra sociedad. ¿Es consecuencia de pérdida de valores o salud mental?
Las causas de este tipo de violencia son multifacéticas y pueden incluir factores individuales, sociales y culturales: la presencia de trastornos mentales no tratados o subyacentes puede contribuir a comportamientos violentos y extremos; dificultades en la relación de pareja como conflictos no resueltos o patrones de abuso que pueden llevar a la escalada de la violencia; una cierta cultura de la violencia, pues en algunos ámbitos se glorifica o se justifica; falta de valores éticos y de empatía hacia los demás que puede llevar a comportamientos egoístas y destructivos; problemas socioeconómicos como la pobreza y falta de acceso a recursos y apoyo social; falta de habilidades para resolver conflictos de manera constructiva que puede llevar a la escalada de la violencia en situaciones de tensión.
Todo ello puede considerarse como un humus donde se instala la violencia y, a mi entender, la causa subyacente es la poca educación del corazón, la falta de espiritualidad, de comprensión de amor, que aflora como en un iceberg bajo formas de agresividad. Por tanto, la acción de prevención debe desarrollarse en el entramado de sistema de protección pública y educación, y la primera forma de erradicarla no es tanto multiplicar leyes sino una educación en el corazón, que lleve a una concienciación de la cultura de la no-violencia y la resolución pacífica de conflictos desde edades tempranas puede ayudar a cambiar las actitudes y comportamientos en la sociedad. Sólo desde corazones sanos habrá conductas sanas.
La incorporación de las tecnologías
Por supuesto, en una sociedad tecnológica, lo que faltan son recursos básicos, herramientas para desarrollar ese aprendizaje del corazón. Por ello, es muy necesario un verdadero apoyo psicológico y social que sea proporcionado por un acceso a servicios de salud mental y apoyo social para aquellas personas que puedan verse afectadas por problemas emocionales o relaciones abusivas. La reciente incorporación de las tecnologías ha sido como un mal sueño, pues con la excusa de automatizar todo, ha supuesto una barrera para las relaciones humanas, y en concreto para poder acceder a los servicios de salud y demás sistemas de administración pública.
Las reformas legales se han desarrollado estos últimos años, pero entiendo que hay una falta de coordinación entre los servicios de atención municipal, que protegen a las víctimas, y los servicios judiciales, que dejan sin efectos esa protección. Un equilibrio justo entre esos servicios es muy importante. Sabemos que, cuando un hombre amenaza a una mujer con quitarle a sus hijas o hijos, está dando signos claros de violencia vicaria; que las amenazas a las mujeres con sus hijas o hijos deben hacer saltar todas las alarmas, pero no se está haciendo nada en muchos casos. La protección a las víctimas de violencia de género es esencial, reconociendo que un maltratador nunca puede ser un buen padre. Pienso que la reflexión se ha hecho sobre todo en películas que abordan bien el tema y que generan sentimientos de empatía hacia esas víctimas.
La prevención de la violencia de género y la sensibilización sobre sus impactos a nivel individual y social es crucial para cambiar las actitudes y comportamientos que perpetúan esta problemática. Por ello, conviene que toda la sociedad y cada persona, desde la infancia hasta los adultos, estén invitados a una formación en esos valores ciudadanos de respeto a la dignidad de la persona, para que la ira y esas formas de odio no aniden en los corazones que se vuelven violentos. Que vean que esa ira es tomarse un veneno que hace daño principalmente a quien lo tiene. Y que la venganza contra la pareja no lleva a ninguna satisfacción real más allá de la explosión de ira. Desde Sócrates se ha dicho que quien comete violencia es el primer perjudicado, mucho más que la víctima.
También se plantea si hay que crear hogares para esas personas antisociales que no pueden estar en un hospital convencional. ¿Convendría crear hogares específicos para personas con tendencias antisociales? ¿Qué hacer con los que no respetan esos valores que hemos dicho más arriba? Ya Kubrick en la película La naranja mecánica abordó este tema, y con un método conductista se arranca de un delincuente esa tendencia violenta, pero al final se ve que no es digno de la persona ser tratada como una bestia y que es mejor ser malo por voluntad a ser bueno por obligación. En educación, se superó el conductismo por lo que podría llamarse constructivismo pedagógico, que es sacar lo mejor de cada persona. De ahí que el castigo, sin llegar a la interioridad de las personas, a las causas subyacentes de su comportamiento, no sirve mucho como veíamos que no servían los reformatorios de jóvenes y, en cambio, promover la rehabilitación, en todos los casos que se pueda, es mejor que apartarlos de la sociedad.
Por tanto, la violencia vicaria y la violencia de género en general son problemas complejos que requieren una respuesta integral y coordinada a nivel individual, comunitario y social. Es fundamental abordar las causas subyacentes, promover la educación y la concienciación y proporcionar el apoyo necesario tanto a las víctimas como a los perpetradores para romper el ciclo de violencia.
Hemos abordado aquí la interioridad en la educación, que es como un iceberg que aflora hacia la conducta lo que se alberga en ese interior del corazón. También hemos abordado cómo hay una esquizofrenia entre lo que se dice en los servicios públicos y lo que realmente se hace, por la falta de medios y de compenetración entre los servicios sociales y los poderes judiciales. También habría que estudiar qué tipo de información y formación debería desarrollarse para concienciar la no-violencia, es decir, qué métodos de prevención serían más eficaces junto a lo ya dicho sobre la importancia de la educación y la concienciación como herramientas clave para prevenir la violencia vicaria (programas o iniciativas específicas que se hayan desarrollado en otros países y puedan ser efectivos). Analizar también las posibles ventajas y desventajas de esos hogares para personas desadaptadas y otras soluciones prácticas para abordar el problema de la violencia vicaria.
Para no alargar estas líneas con más casos, estadísticas y reflexiones, recordaré por último que un ciclo de odio se rompe cuando una persona es amorosa. El amor puede romper esa cadena de violencia, como se ve en la obra de Víctor Hugo Los miserables, cuando el convicto cambia su vida por la acción misericordiosa de una persona. Por eso, se trata de dar una respuesta integral y coordinada para abordar la violencia vicaria ahondando en la prevención: mejor prevenir que curar, pues no puede curarse la pérdida de vidas humanas. Romper el ciclo de violencia sobre todo a través del apoyo a las víctimas, pero todavía más cuidando la previsión, promoviendo esa educación del corazón y cambios estructurales y culturales a largo plazo.
1 https://www.lavanguardia.com/vida/20240318/9568874/segundo-caso-asesinato-hermanos-violencia-vicaria-2024-agenciaslv20240318.html
2 https://ellibre.es/los-asesinatos-por-violencia-de-genero-superan-ya-a-los-de-eta/
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