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Un militar ucraniano registra a un ciudadano para comprobar qué lleva bajo la chaqueta ante sus sospechas de que sea un infiltrado. / REUTERS

Opinión, Política

Segunda semana bajo el cielo de Kiev

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El pasado 24 de febrero, como saben, Rusia daba inicio a la invasión de Ucrania mientras a los líderes europeos les subía el azúcar y hacían sus cábalas sobre no sé qué sanciones económicas de chichinabo… Al día siguiente, 25 de febrero, el periódico EL LIBRE denunciaba lo inaceptable de la situación y la necesidad de adoptar una postura contundente en la defensa de Ucrania

Señales de apoyo al pueblo de Ucrania, paquetes de sanciones, medidas sin precedentes y muchas otras palabras huecas se pronunciaron desde Bruselas durante varios días, hasta que finalmente el 1 de marzo, Josep Borrell anunciaba en el pleno extraordinario de la Eurocámara que Europa tendría una mayor presencia en el conflicto, apoyando el envío de armas para la defensa de Ucrania. El 1 de marzo: seis días después del inicio de la invasión. Capacidad de reacción rápida lo llamó el Sr. Borrell.

Sobreactuaba en su discurso el alto representante de la Unión el día 1 de marzo, tal como el guion le exigía, para que los eurodiputados aplaudiesen consecutiva y fervorosamente. Todos aplaudían las nuevas medidas. Todos, a excepción de un señor de camisa oscura y acento andaluz que, al subir al estrado, dijo aquello de que malditas sean las guerras y los canallas que las apoyan. Tras sus palabras, nadie aplaudió en la Eurocámara y, sin embargo, no hubo intervención más clara y honesta en toda la mañana. Yo solté el café y aplaudí, aunque nadie me viese. Llámeme loco, total…

Con las declaraciones del 1 de marzo del Sr. Borrell acababa el éxodo de los medios generalistas, que hasta este momento no sabían muy bien qué postura tenían que apoyar: las bondades de no intervenir, la gran efectividad de las medidas económicas… Desorientados y sin saber cómo agradar al emperador policéfalo, esquizoide y caprichoso que desde la política les paga los subsidios, por fin, el 1 de marzo, los grandes grupos mediáticos tuvieron la señal que tanto necesitaban. A partir de entonces, los programas de televisión, los especiales informativos, la prensa on line y las emisoras de radio, todos recuperaron su sintonía apoyando los fondos para comprar y facilitar armas a Ucrania. Pasamos de patrocinar farmacéuticas a patrocinar al lobby armamentístico. Por el camino, se prohibieron los canales de televisión rusos al más puro estilo soviético. La coral de medios a favor de avivar el fuego de la guerra y apuntar el dedo al sátrapa Putin pasó a ser prácticamente absoluta, con excepción del podcast en YouTube de Pablo Iglesias.

Parasitando la verdad

Sí, de nuevo el sr. Iglesias parasitando la verdad, o al menos la parte de la verdad que la gran corriente mediática a sueldo de los poderes estatales intenta apartarnos de la vista, ahora que Bruselas ha marcado ya un camino claro. No es que a Pablo Iglesias le importe mucho la verdad. Como él mismo reconocía hace un par de meses, no le ha costado nada pasársela por el arco del triunfo mientras era político. El sr. Iglesias lo que busca en su nueva etapa de comunicador es lo que siempre ha buscado: montarse un corral como el de los días dorados de Podemos, recuperar su harén, y si para eso hay que decir alguna verdad, pues se dice. Pero no se deje engañar, no es ese su objetivo principal: la verdad para el sr. Iglesias es solo un medio, no un fin. Es un político, en el peor sentido de la palabra. Otros comunicadores en Youtube también intentan aportar algo de luz, una mirada diferente al mainstream maniqueo, pero no cuentan con el apoyo de un medio como Público y entre troles y barrigas agradecidas, difícil lo tienen. Así que aplicando los correspondientes filtros, tal como en el resto de emisiones, se hace necesario prestar atención al canal del chiricahua Coleta Cortada o a otras fuentes independientes en canales de Youtube como las intervenciones del coronel Pedro Baños y otros, para intentar construir así un relato lo más objetivo posible en los días que corren.

En todo caso, tienen razón quienes desde las televisiones, públicas y privadas, afirman que Putin es un sátrapa. La cuestión es que Putin no se ha convertido en un sátrapa de la noche a la mañana. Este señor ya era un sátrapa cuando decidió apoyar al régimen dictatorial de Bashar al-Asad en Siria, ofreciéndole armamento para aniquilar a su indefensa población que clamaba simple y llanamente libertad. Aunque, en honor a la verdad, los niños sirios que sangraban en brazos de sus padres no tenían los ojos azules.

Mientras los sirios morían, ningún líder occidental tuvo el menor reparo en sentarse en la misma mesa que el presidente ruso ni de hacer negocios con él siempre que fue necesario. La razón es simple: esos líderes occidentales eran y son tan sátrapas como el propio Putin, a quien hemos estado financiando hasta anteayer. El Sr. Putin es un sátrapa, tal como los señores de la célebre foto de las Azores: Aznar, Barroso, Blair y Bush. Los civiles fallecidos en Irak con el único fin de robar petróleo no tenían la piel tan clara como los vecinos ucranianos, es cierto, y sus lágrimas cristalinas se evaporaban en el desierto mientras que hoy en Ucrania se hielan en las mejillas. Eran tan sátrapas entonces como Putin lo es hoy. Sátrapas, como los dirigentes norteamericanos que, uno tras otro, han patrocinado las dictaduras a lo largo y ancho de Sudamérica y que esta semana se sientan sin el menor pudor a la mesa de Nicolás Maduro, el responsable de la mayor fuga de refugiados del continente americano, para negociar la venta de combustibles a Europa. De la sátrapa Delcy al sátrapa Ábalos. Del sátrapa Putin al sátrapa Maduro, pasando por el sátrapa Biden y desembocando en los sátrapas de Bruselas, de París, de Madrid o de Sevilla.

Y mientras el mundo rezuma sátrapas por las costuras, nuestros grandes grupos mediáticos, con la ética profesional por los suelos, pretenden hacernos llorar a la hora de comer mostrándonos todos los días las mismas tomas de guerra, repetidas una y otra vez. Que evidentemente esta guerra es una tragedia, sí, lo es. Pero ellos, nuestros grandes grupos mediáticos son corresponsables junto con los sátrapas que los han estado subvencionando todos estos años de hacer la vista gorda cuando la misma tragedia ocurría en Siria, en Yemen, en Irak, en Libia, en Palestina y paro porque hay que parar, no porque la lista se acabe.

El tratamiento mediático de la guerra en Ucrania rezuma manipulación salteada de xenofobia. No hay guerras de primera y guerras de segunda, señores directores de los grandes medios nacionales. El dolor de las víctimas no se mide por la blancura de su piel ni por el color de sus ojos. Y ustedes son corresponsables del blanqueamiento de tantos otros sátrapas que, como Putin, campan hoy por sus fueros a lo largo y ancho del planeta. No se lleven mañana las manos a la cabeza porque son sátrapas… Hagan su trabajo hoy. Denúncienlos a todos, tanto si se llaman Putin, Blair, Maduro, Biden, Aznar o el ciento y la madre, o si no dejen su trabajo. Monten un circo o una churrería.

Como anécdota ilustrativa, acabo de oír a Pep Guardiola haciendo unas declaraciones relacionadas con la guerra de Ucrania en las que se pregunta cómo hemos podido llegar hasta aquí, responsabilizando no sé bien a qué dirigentes, si a los indepes de Cataluña afines a Putin o a otros. Pues bien Sr. Guardiola, hemos llegado hasta aquí gracias a gente que, como usted, ha blanqueado regímenes dictatoriales como el de Qatar a cambio de dinero. Así hemos llegado hasta aquí. Gracias a gentuza como usted que pretende pasar por decente, pero se vende al primero que pasa sin importarle quién es o a cuántas personas somete. Usted trabaja para el hermano de un dictador, Sr. Guardiola, y a usted el dinero no le hace falta para comer. Así hemos llegado hasta aquí. Usted no es espectador, es un blanqueador de sátrapas más. Y aún no lo ha entendido porque detrás de su imagen intelectualoide no hay más que un bocachancla, corto de miras y con las manos largas, como todo buen indepe.

Borrell se cubre de gloria

Pero dejando la anécdota atrás y concluyendo, hoy el sr. Borrell nos ha advertido que tendremos que prepararnos para tiempos difíciles, nos ha pedido que usemos menos gas. Yo le pregunto a usted, estimado lector, ¿usted ve al Sr. Borrell o a cualquier otro político de su entorno, con la calefacción desconectada? ¿Ha escuchado al Sr. Borrell, o a sus amigos, anunciar que van a bajarse el sueldo? ¿O subirse los impuestos? ¿O asumir penalizaciones por su incompetencia y los resultados de sus nefastas gestiones? Las consecuencias son las de siempre. El muerto se lo van a cargar a usted y a mí.

Mientras un servidor, el 25 de febrero, denunciaba la necesidad de afrontar con mayor contundencia la defensa de Ucrania, los sátrapas de Bruselas, quizás la primera generación de niños de papá al frente de Europa, necesitaron seis días para tomar «una rápida decisión» y asumir su apoyo militar a Ucrania, al tiempo que continuaban comprando gas a Rusia. Su incompetencia ya había quedado de manifiesto con la pandemia, pero ahora van a por nota.

Estos señores no me representan, no actúan en mi nombre. ¿Puede usted decir lo mismo?

Estos señores, con grandes sueldos y todos los medios de inteligencia y militares a su alcance para adoptar estrategias favorables a los europeos de una manera rápida y eficiente, nos están llevando exactamente al punto en el que estamos y, llegado el momento, no creo que se les encojan las entrañas si tuviesen que vendernos a Rusia o a quien sea. O si no, ojo a la depreciación del euro frente al dólar. Ojo a los precios. Estos sátrapas, los nuestros, los sátrapas de Europa, están al frente de las decisiones que se toman en el viejo continente por obra y gracia de una supuesta democracia que, como ya he venido denunciando tantas y tantas veces, hace aguas por los cuatro costados. Al menos, por mi parte me queda la -enclenque- satisfacción de saber que ninguno de estos sátrapas me representa, de que no he votado a ninguno de ellos. No he hecho un Guardiola, blanqueándolos para después preguntarme cómo es posible que esto ocurra. Estos señores no me representan, no actúan en mi nombre. ¿Puede usted decir lo mismo?


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3 comentarios

  1. Falta mucha educación política a la población, muchos piensan que las decisiones se toman en base a ideologías. Sin embargo esas decisiones solo se toman en base al poder. En cambio, el resultado siempre es el mismo, los de arriba la cagan y ganan mientras que los de abajo perdemos sin saber por dónde nos vienen las tortas.

  2. Gerardo

    Pedir sacrificios siempre a los de abajo para que ganen los de arriba: mal. Pedirlos para que organicen guerras donde nos matamos entre nosotros: inaceptable.

    • Salvador

      Controlarán la Unión Europea a través de lo que dejen de Ucrania. Desde la periferia ya han metido la cabeza donde querían. Ven con buenos ojos la entrada de lo que quede en la Unión Europea
      Para eso está la guerra.

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