educacion telematica

Un maestro da clases a un grupo de alumnos.

Educación, Opinión

Las miserias de la educación telemática

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Durante el estado de alarma y el confinamiento, en Andalucía han convivido docentes guerreros que han trabajado a destajo por sus alumnos con otros que han preferido delegar en los padres (y en sus propios alumnos) toda la responsabilidad de la enseñanza, respaldados por la falta de control e inspección de la Consejería de Educación

La pandemia ha generado un debate que sigue abierto: ¿hay que seguir priorizando la educación a distancia o es perentorio volver a la enseñanza presencial? La ministra Isabel Celaá cedió la responsabilidad de las decisiones de contingencia para la era poscoronavirus a los directores de los colegios, pero son las comunidades autónomas las que tienen la competencia y las que deben establecer un plan concreto y preciso de medidas de reincorporación de todos los alumnos del sistema de educación público andaluz a las clases presenciales para el curso 2020/21, un acontecimiento muy esperado por estudiantes y padres habida cuenta de las dificultades de conciliar trabajo y educación en casa, sobre todo con los alumnos de Infantil y primer ciclo de Primaria.

Muchos alumnos de Infantil no han tenido ni siquiera acceso a sus maestros por videoconferencia (como sí ha ocurrido con éxito en otros ciclos formativos) para hacerles un mínimo seguimiento de las tareas.

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Muchos de esos docentes se han limitado a mandar y corregir tareas por correo electrónico, pero no han tenido contacto audiovisual con sus alumnos durante cerca de 100 días. En la pública se ha consentido, pero en la privada y concertada han tenido un seguimiento más exhaustivo de los alumnos menos autónomos, que son los del ciclo de Infantil, a los que es muy difícil dar clase por internet. Pero sí habría sido muy fácil una conexión audiovisual de cinco minutos con cada alumno por semana para reforzar su autoestima y tranquilizar sus azotadas mentes por culpa del confinamiento.

En ese sentido, ha habido peticiones y sugerencias a la Inspección de Educación de la Junta de Andalucía para que los maestros de Infantil hicieran esta práctica regular durante el estado de alarma, pero cayeron en saco roto. Se ha tratado bajo el mismo rasero de autonomía y funcionalidad a alumnos con progresiones cognitivas muy distintas. Nada tiene que ver la dependencia que tiene un niño de 4 años de tocar, sentir y ver de cerca a sus referentes (padres, madres, abuelos, tíos, primos… y maestros) con la independencia que empieza a tener un adolescente de 11 años.

El equilibrio entre la pantalla y la realidad

El ordenador, la tablet o el móvil eran artilugios de ocio para las personas la mayor parte del tiempo. La cuarentena trocó esa costumbre y la estancia telemática mudó hacia la obligación. Pero una pantalla no deja de ser un complemento. Igual que se dice que la realidad virtual nunca podrá sustituir a la realidad real (mensaje clarividente de la gran película de Spielberg Ready Player One), la enseñanza virtual nunca podrá ser mejor como opción duradera que ir a clase e interactuar física y verbalmente con compañeros y profesor.

Solo en el nivel universitario se podría contemplar, cuando ya el alumno tiene todos los mecanismos de búsqueda del conocimiento en su mano. Pero ahí viene otro problema. La libertad de cátedra está muy bien, pero algunos se han agarrado a ese concepto para escaquearse de dar clase, como ha pasado en la Universidad de Sevilla durante la pandemia.

Algunos profesores universitarios directamente mandaban por la plataforma telemática la bibliografía correspondiente del temario en cuestión y hasta luego, Lucas

Algunas alumnas del Grado en Estudios Ingleses han denunciado cómo unos profesores daban perfectamente las clases on line, mientras que otros directamente mandaban por la plataforma telemática la bibliografía correspondiente del temario en cuestión y hasta luego, Lucas.

Los docentes, en esta tesitura, deben estar a la altura de las circunstancias y no escudarse en una situación pandémica para no ejercer un trabajo que, sobre todo en la enseñanza pública, está muy bien pagado. Además, los maestros y profesores que no tienen cargos directivos tienen unas vacaciones remuneradas envidiadas por trabajadores de todos los sectores.

Un aula vacía.

Tampoco es correcto que paguen justos por pecadores. Conozco a docentes que se han partido el pecho durante este periodo oscuro y maldito. Algunos, con cargos directivos, han tenido que saltarse la incompetencia de los políticos para arreglar colapsos informáticos dictaminando una matriculación masiva.

Que se lo digan a esos maestros de segundo ciclo de Primaria, Secundaria y Formación Profesional que han trabajado más durante el confinamiento que antes. Cuando estás dando una clase on line, puede haber muchas barreras: interferencias de imagen y sonido; algún alumno que se levanta a beber agua o a ir al servicio; imagen congelada de algún estudiante que perturba al profesor; role play imposibles de hacer; dudas que surgen en diferido y no se pueden resolver porque el tiempo de conexión expiró; algún noviete polizonte que se cuela en la videoconferencia; ese porcentaje mínimo de familias con dificultad para acceder a internet de forma estable y duradera…

Los profesores que tienen 120 alumnos (30 por clase) han tenido que hacer varias conexiones para explicar lo mismo, porque el límite de conexiones por multiconferencia es limitado. En fin, ha sido todo muy complejo y, en la balanza, pesa más la solidaridad de todos (alumnos, docentes y padres) que la conducta reprobable de los Imbroda, Castillo y compañía.

El Gobierno ningunea a los más pequeños

Se nota que Illa, Sánchez, Iglesias y compañía no tienen hijos con edades comprendidas entre los 3 y los 10 años, porque han dejado a estos niños en el furgón de cola al dejar cerrados los parques infantiles públicos hasta el final mientras bares, discotecas, pubs, playas, gimnasios y otro tipo de parques llevan abiertos desde hace semanas.

No todo el mundo tiene un pedazo de parcela con un parque de atracciones del Decathlon montado para goce y disfrute de sus vástagos. Los parques infantiles públicos son tan necesarios que algunos pueblos de menos de 10.000 habitantes tienen hasta cinco o seis colocados estratégicamente para abarcar toda la población. Todos precintados por orden ministerial ante el estupor del niño que, cuando va paseando con sus padres, se aferra a la verja y pregunta: «¿Por qué no puedo entrar a jugar?«. Eso ocurre mientras los adultos y los adolescentes están tomándose un café o un helado en el bar de enfrente y otros jóvenes juegan un partido de futbito en la cancha de más allá. Una injusticia que ha mermado el desarrollo de los más pequeños.


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6 comentarios

  1. Alicia

    Pues sí, totalmente de acuerdo con este señor. Al final los que han pagado tanta ineptitud entre unos y otros ha sido el alumnado, pobre del universitario todo el día enganchado a Internet y al portátil, ellos desde luego han dado y están dando la talla. Y con respecto a los más pequeños decir que están siendo «maltratados» por las autoridades con sus zonas de ocio prohibidas, mientras todos los demás respiramos un poco de «libertad».

  2. Siempre pagan los más vulnerables e indefensos (los niños) .
    ¿Dónde están ‘padres unidos’ denunciando tanto abuso de de los derechos y libertades de los menores?. De ser madre rompo la cinta de los columpios/parque y juego con mi hijo. Denuncio hasta la policía si pretende prohibir o multar.

  3. Por desgracia algunos docentes han creído que «educación online» era mandarles fichitas a los niños, sin más explicaciones… Fichitas y fichitas, a niños de infantil y primaria… Y colorear, mucho colorear, en inglés, en religión, en Educación Física… Supongo que sólo una forma de justificar sus sueldo estos meses. No quiero generalizar, sé que muchos se lo han currado, y sé que hay quien le echa muchas horas… Pero lo que hemos vivido en casa, desgraciadamente, deja mucho que desear.

  4. Ángeles Suárez Pozo

    A mí lo que me da risa de todo esto es que los profesores se sientan amenazados por los cambios tecnológicos, me da una risa de mil demonios y además es que hasta me alegro y todo, por qué el 90% de los profesores, cómo sucede con la mayoría de la gente que trabaja en la administración pública, nunca han tenido frases de apoyo para la clase obrera, por eso mismo me alegro.

    Y bueno, yo creo que estarán pensando es que no se puede generalizar,pues no generalizó pero si apunto a que todos los que trabajan para el estado están como en botes salvavidas.

    Mientras que a los demás trabajadores les están quitando los puestos las máquinas poco a poco, si vais al corte inglés podéis ver qué donde había antes 10 cajeras ahora hay una, y nadie le interesa que haya gente que pierdan los puestos de trabajo, porque yo los veo allí todo pagando por su cuenta.

    Así que si a nadie le interesa que los demás pierdan el trabajo, además que critican después si le dan una ayuda, bien ya está que los que están a salvo, prueben también de esta experiencia, de verse en la calle sin trabajo.

  5. Ángeles Suárez Pozo

    Lo que he querido decir en el anterior mensaje, no vaya a ser que no se me entienda, es que los profesores no pensaban nunca que ellos pudieran ser cambiados por las máquinas, cómo les está sucediendo a muchísimos trabajadores. Ellos pensaban que la enseñanza era sagrada e inviolable, que era un terreno dé dioses.

    Y resulta que ahora don Paco y doña Ana, se entera de que ellos también entran dentro del sistema y entran dentro de lo que es la tercera revolución industrial.y aunque la enseñanza telemática solamente sea una experiencia con relación al coronavirus, no quiere decir que no sea una experiencia que haya sido como el inicio lo que será la enseñanza del futuro.

    Estamos en el futuro, el coronavirus nos lo está adelantando

  6. Ángeles Suárez Pozo

    En relación a los niños y el parque, quiero decir que no se puede acertar, que esta situación es como acierto error (ensayo) la gente no sabe lo que hacer, y hace las cosas un poco sin saber qué es lo que va a pasar.Nos tenemos que dar cuenta de que, estamos en una situación donde no hemos estado,( por lo menos los de nuestra época) con un virus que actúa a su libre albedrío, sin que sepamos a ciencia cierta cómo va mutar, o como nos va a sorprender.

    Creo que, por el momento estamos en el momento cero, quiere decir que todavía no tenemos nada resuelto con este asunto y que estamos intentando de llevar las cosas a la normalidad, pero que la normalidad no sabemos dónde está,¿porque pensáis que lo sabemos todo con relación a la naturaleza?

    Pensáis que podemos solucionar todos los problemas que nos vengan?

    De momento, lo único que nos salva es que pensamos que hemos tenido muchas pandemias. Ese pensamiento es nuestro error, seguramente el futuro nos va a sorprender

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