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serpiente politico

Una ilustración que vincula al político con los reptiles.

Opinión, Política

La serpiente de cascabel

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El ser humano es en su esencia todo amor, luz y bondad. Eso sí, de muy atrás en el origen de nuestra civilización proviene el que seamos indecisos, inseguros y, por qué no, con tendencia a desentendernos de todo, a no ser responsables

En el reparto social de tareas unos elegimos colaborar en masa, mientras otros necesitamos ser creativos de una forma u otra; incluso, ¿porqué no?, siendo líderes de alguna tendencia o movimiento. Todo funciona perfectamente, salvo cuando algún grupo no está contento con su rol. En ese momento, es necesario que se produzca un cambio para tal grupo o persona individual, ya que algo que define al ser humano es su constante aprendizaje y crecimiento personal.

En estos tiempos, como en muchos otros a lo largo de la historia, se han tenido que romper acuerdos sociales porque no estaban llevando a la situación que, en un primer momento, estaba prevista. Esto no es nada negativo; esto significa que debemos readaptar los sistemas antiguos a la nueva necesidad social.

Hoy en día, nuestro sistema gubernamental ya no nos representa, puesto que, en vez de orden, está trayendo caos. Quizá en su momento funcionaba dadas las circunstancias de la época. Es evidente que actualmente no es así. Por poner un ejemplo, puedo referir todo un sistema de oposiciones para obtener un puesto de trabajo estable: esto suponía una oportunidad para los menos favorecidos de encauzar sus vidas con algo de seguridad.

Manipulación

La vida, al contrario de la muerte, es de todo menos segura y, por ello, ese sistema de opositar para un puesto de trabajo se ha vuelto en contra de todos, convirtiéndose en un modo de manipulación por parte de los ascendidos en la rueda de la fortuna al sistema público, por el que compran, venden y crean puestos nuevos para todos sus amigos y familiares. Así es como una idea genial se deja manipular en favor de los que siempre estarán por encima, estas serpientes de cascabel que nos seducen con su musiquilla mientras se relamen los labios.

Ellos son los que siempre han manejado el dinero propio y, sobre todo, el ajeno. Haciendo favores envenenados a unos cuantos necesitados que no dudan en vender su alma al diablo por unas buenas chaquetas o unos buenos tacones. Qué decir que ya no sepamos. Lo que ya no es tolerable es que, con toda la información de la que disponemos por distintos medios, sigamos cometiendo los mismos errores. Tenemos que despertar. Debemos aceptar que estas limosnas que nos dan son las que nos amarran para toda la vida y la de nuestros descendientes.

Tenemos que hacernos responsables de las decisiones que tomamos. Estamos obligados como sociedad a pensar en los demás, porque esta ruleta de la fortuna sigue girando para todos y la única forma de mediocontrolarla es trabajando para el bien común. Al ayudar al colectivo, nos ayudamos a nosotros mismos construyendo una sociedad más sana, más alegre y más capaz y, por lo tanto, más productiva.

Tenemos que aceptar que este sistema político ya no nos representa. Tenemos que buscar alternativas en vez de aceptar el fracaso, que ya viene siendo vergonzoso.

Para ello, tenemos que aceptar que este sistema político ya no nos representa. Tenemos que buscar alternativas en vez de aceptar el fracaso, que ya viene siendo vergonzoso. Es lamentable que los oradores o parlanchines ya ni se molestan en dar un buen discurso (cuando era pequeña, si empezaba con la retahíla de ha sido él, yo no tengo la culpa, recibíamos ambos una buena colleja). Ya va siendo hora de que nuestros políticos reciban su merecida colleja.

La responsabilidad es lo único que nos hace libres. Tenemos que implicarnos todos para que los proyectos que nos favorecen se lleven a cabo. De lo contrario nadie lo hará por nosotros. Mi propuesta es clara: no mirar para otro lado mientras unos cuantos se comen el coco para resolver los problemas que se van planteando. Debemos ser más participativos, y no me refiero a ponerse guapo para ir a votar como si fuera una tradición. Me refiero a pensar si realmente vale la pena seguir votando un sistema que no representa más que a los que viven de él. Os animo a hacer públicas vuestras propias ideas, sin el nombre de ningún partido, con vuestro corazón abierto, pensando en vuestros hijos y nietos. Os animo a reclamar cuando algo no sea justo, pues ésta es la única manera de que se nos escuche. Me despido deseando a todo el mundo una vida de experiencias fantásticas, la que cada uno de vosotros necesita vivir para avanzar y, cómo no, mucho amor.


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