El flamante Premio Pulitzer jerezano de adopción ha desgranado hoy su visión sobre el fotoperiodismo y la pandemia en el curso de verano ‘El periodismo antes, durante y después del COVID-19’, organizado por la Asociación de la Prensa de Sevilla (APS) y que se extenderá hasta el miércoles en la sede carmonense de la Universidad Pablo de Olavide (UPO). Entre las figuras de la jornada de hoy, ha participado Mercedes Pastor, directora de comunicación del Ministerio de Sanidad, que ha asegurado que el Gobierno «no ha ocultado nada» sobre la pandemia
«La curiosidad te lleva hasta la cocina». Lo ha dicho hoy Emilio Morenatti, fotógrafo de Associated Press en España, afincado en Barcelona, y referente internacional del fotoperiodismo, en una sesión formativa emocionante y reveladora. Este hijo de policía ha recibido el preciado galardón de la prestigiosa Universidad de Columbia (Nueva York); en concreto, el denominado Feature Photography, que premia el mejor trabajo de fotoperiodismo del año y que el zaragozano con corazón jerezano se ha llevado «por una conmovedora serie de fotografías que lleva a los espectadores a la vida de los ancianos en España que luchan durante la pandemia de COVID-19». El andaluz de adopción superó así al fotógrafo del New York Times Tyler Hicks, y al equipo de la agencia Getty Images, a quien la organización de los Pulitzer nombró como finalistas en esta categoría.
Espíritu crítico, valentía, reflexión coral dentro de una redacción… Todos esos valores que siempre han caracterizado al periodismo de raza parece que se están perdiendo en el tiempo, como lágrimas en la lluvia de tuits y clics que emborronan el concienzudo trabajo de muchos profesionales. En el curso de verano de la UPO organizado por la APS, Morenatti contó cómo se gestó la foto de las fotos, la de los ancianos Agustina y Pascual besándose a través de un plástico y con mascarillas. Él es ciego y ella le quiere desde hace 50 años. A él le echaron de la residencia privada por no poder pagar la cuota mensual y Agustina, ahora, quiere entrar en el centro público para terminar sus días a su lado. Emilio le está echando una mano con Asuntos Sociales para que su deseo se haga realidad. Además, le describió la foto a Pascual, que pudo utilizar así su imaginación para reconstruirla en su mente.
El compromiso de Morenatti con la profesión no es una pose. Resultó herido por una explosión en Afganistán en 2009 y sufrió la amputación de un pie. «Correré la suerte que corran los soldados. Ellos hacen su trabajo; yo, el mío», llegó a decir en aquella época. Es un placer escuchar a un hombre íntegro que hace lo que tiene que hacer para conseguir la instantánea precisa. La pandemia se la recorrió de cabo a rabo en tierras catalanas e incluso llegó a colarse en una morgue para retratar lo que la gente, confinada en sus casas y llena de miedo, solo podía imaginar.
«Yo he vivido la censura y lo que ha pasado en España no lo ha sido, pero sí ha habido bloqueo informativo. La imagen del Palacio de Cristal convertida en morgue consiguieron que no se fotografiase. Se podía haber hecho un pool y haberla distribuido a todos los medios. Demandábamos aquella foto y no existió. Hay cosas muy importantes para la conciencia de mis hijos que no se han contado y las autoridades deberían dar explicaciones«, puso de manifiesto Morenatti.
Emilio no eludió ningún tema. Abordó directamente la pregunta sobre hacer fotos con el teleobjetivo, ya que, durante la pandemia de 2020, varias fotos de Morenatti fueron muy compartidas por las redes sociales y los grupos de Whatsapp y desataron controversia por el uso de teleobjetivo, supuestamente con la intención de manipular la información y dar a entender que en los sitios fotografiados las personas estaban más juntas de lo que estaban en realidad. Varios medios se hicieron eco de la controversia y entrevistaron al fotógrafo, que afirmó que su intención no era manipular. «Usé un teleobjetivo de 70-200 milímetros y la fotografía tiene esa perspectiva porque era la única manera de sacarlo todo. ¿Tiene tele? Sí. ¿Le quita validez? Evidentemente no». Morenatti ya había dado lugar a controversias parecidas por fotos tomadas con teleobjetivo en desfiles reales y manifestaciones nacionalistas. «He tenido a gente en mi barrio que me ha llamado mentiroso por el uso del teleobjetivo. El negacionismo es la auténtica censura. Me he sentido víctima de eso que tienen las redes de matar al mensajero, tirando por tierra mi bagaje personal diciendo que la foto era mentira», agregó.
Mercedes Pastor: «Hemos cometido errores, porque la presión era brutal»
La actual directora de Comunicación del Ministerio de Sanidad, Mercedes Pastor, empezó la crisis sanitaria en el gabinete de Ordenación del Territorio (cuando Salvador Illa se fue, siguió a su ministra, Carolina Darias, a la cartera de Sanidad), pero quiso contestarle al presidente de la APS, Rafael Rodríguez, cuando le preguntó directamente: «¿El Gobierno ha manipulado, se han ocultado datos?». Pastor razonó su respuesta y entonó el mea culpa, algo que le honra y que se echaba de menos en el Gobierno de Pedro Sánchez: «No hemos ocultado nada, pero sí hemos cometido errores, porque la presión era brutal. Este ministerio (el de Sanidad) estaba considerado una maría, no estaba preparado para esto. Hubo que crear un canal de Telegram y se mantuvieron las dos ruedas de prensa semanales. Además, intentamos hacer briefing, porque los periodistas, a veces, preguntan cosas tan técnicas que se me escapan, porque somos pocos en el equipo«.
Asimismo, Mercedes Pastor agradeció a Morenatti «que se colara en una morgue» para hacer la foto nunca vista, porque eso es «periodismo puro y duro». «Durante toda la pandemia, he vivido con miedo y el canutazo (la atención a los medios por parte de un personaje de pie rodeado de micrófonos y grabadoras) me asustaba, porque no conocíamos al virus, no por las preguntas que pudieran hacer».
Por su parte, Javier Gutiérrez, corresponsal en Israel de RTVE, habló de las dificultades para informar desde allí durante los meses más duros de la pandemia: «Aquí se reunía el gabinete de Netanyahu y había comparecencia en prime time (20:00 horas) y soltaban su speech. Aquí ha habido tres confinamientos bestiales. Proveían los datos (número de contagios y número de muertos), pero de ahí a otro tipo de informaciones, como las políticas que estaban implementando, pues no».
Lucía Méndez: «Todos los que tienen una red social se creen periodistas»
Lucía Méndez, periodista, escritora y analista política del diario El Mundo, lanzó la voz de alarma sobre los males que aquejan al periodismo actual. «Todos los que tienen una red social se creen periodistas. La gente lo que quiere leer es el Daily Me. Es el fin de una era». Méndez se muestra taxativa: «No existe periodismo si no existe espíritu crítico. Algunos periódicos están primando lo individual y algunos periodistas están siendo tratados como celebrities, jaleados en las redes sociales. Y las redacciones se han convertido en lugares tecnificados… y vacíos».
Por su parte, el director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana, abundó sobre esta preocupante situación de las redacciones de los periódicos: «Hay que intentar preservar las redacciones. Una redacción como célula humana de reflexión y de intercambio de ideas y de pensamiento no tiene parangón. El aislamiento es malo para el ejercicio del periodismo».
Isabel Morillo: «Era la sensación permanente de que no podía llegar al fondo de la historia»
La periodista de El Confidencial Isabel Morillo ha señalado que, durante la pandemia, la labor periodística quedó limitada: «No podías ir a una rueda de prensa y quedarte después para interpelar al responsable público que fuera sobre aquello que no te había quedado claro en la comparecencia o que sabías que no había querido contestar«. Estar limitado al teléfono, notas de prensa y comunicados institucionales, añade Morillo, «me parecía muy frustrante. Era la sensación permanente de que tenía la información a medias, que no podía llegar al fondo de la historia».
Sobre la transformación que las redacciones de los medios han sufrido, la periodista señala que, en su caso, aunque el teletrabajo ya era una realidad desde que en 2014 comenzó en el medio on line, sí que notó cambios importantes: «De repente, al otro lado del teléfono o de la videollamada no había una redacción perfectamente engrasada sino muchas personas que notabas que estaban trabajando un poco cada uno por su lado y que cada uno te pedía cosas distintas».
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