El sueño eterno

Ahora que llegan las navidades y las ganas de dormir eternamente abundan, por fin se ha encontrado la solución perfecta para ello. Tengo que decir que yo no tenía puestas mis esperanzas en que esto ocurriera, y menos en un año como este, donde lo menos malo es que ya se acaba. Pero más vale tarde que nunca, que diría un suicida sensato

Y es que de esto quiero escribir, de la suerte que tienen desde hace unos pocos días los que quieran marcharse de este mundo como auténticos señores y señoras. A mí, las personas que mejor me han caído han sido siempre las que me han facilitado las cosas. Nunca me han gustado los jefes que me decían lo que tenía que hacer en cada momento de mi jornada laboral ni las mujeres que me decían de qué manera tenía que quererlas. Por no hablar de la amistad, una cosa que en mi caso se ha solidificado con la soledad. Yo conocí a alguien que tenía una amiga que se convirtió en su jefa y de la que luego se enamoró. Aunque puede que ese no fuera el orden y lo que sí que tuviera estructurado fuera su sinrazón.

En esta semana donde se celebra la Nochebuena y la Navidad, van los suizos y nos regalan el viaje a ninguna parte, donde poder acompañar a mi querido Fernán Gómez, y no se trata de una broma infinita a lo Foster Wallace, aunque el final de esta historia coincida con el de este. Y este regalo tenía que venir de Suiza; ellos, que son tan suyos y que no quieren meterse con nadie, van y nos obsequian con el descanso eterno. La muerte desconoce la neutralidad. Ella se moja hasta que está completamente segura de que se ha ahogado. Respirar debajo del agua es una cosa que se le da muy bien hasta que se olvida de que lo está haciendo y decide flotar para siempre. La muerte es de una precisión de reloj suizo, llega a la hora exacta, y solo unos pocos pueden elegirla. Y es que Suiza ha sido el primer país en dar el visto bueno a Sarco, un ataúd destinado al suicidio asistido. La ciencia (ficción) vuela para que el accidente mortal no tenga fallo.

La fiesta de la muerte termina muy tarde

Hasta ahora nadie pensaba en la gente que quería dejar esta realidad alucinada en la que sobrevivimos. La verdadera vida tiene que ser mejor que esta, de eso no hay duda. Tampoco sabemos si la muerte cumple sus expectativas, pero nadie vuelve de ese lugar, así que la fiesta tiene que terminar muy tarde. Aquí enseguida encienden las luces, y sólo quedas tú abrazado al equipo de música silenciado. Las chicas guapas se fueron con los vivos, y tus amigos se fueron muriendo en sus ridículos bailes. Querer vivir otra vida debería ser una obligación, la única tiranía aceptable. Puede que sea la razón de que yo escriba, un Quijote de Hacendado que quiere creerse sus propias escrituras, aunque no lo consiga. Soy la marca blanca que dejan los bikinis de mis mujeres soñadas. La realidad es un bronceador y yo me dedico a buscar oro debajo de las piedras. El niño que nació estos días estuvo sepultado bajo ellas tres días, pero pudo escapar. Tan doradas no serían entonces.

El creador de Sarco es Philip Nitschke, un activista de la eutanasia, originario de Austria y fundador del proyecto Exit International. En 2019 presentó su capsula de suicidio asistido, que, como ya he dicho, se llama Sarco, nombre que deriva de la palabra sarcófago. Y como también ya he comentado, Suiza es el primer país en este final de 2021 que autoriza este dispositivo que asiste al suicidio.

La cápsula permite al usuario gestionar su propia muerte en pocos minutos. Con solo presionar un botón dentro de la cápsula, la cavidad se inunda con nitrógeno, lo que produce que los niveles de oxígeno bajen rápidamente. El creador afirma que el usuario, antes de caer en la inconsciencia, experimenta cierta euforia antes de fallecer en calma.

«El objetivo era desmedicalizar el proceso de la muerte y eliminar toda revisión psiquiátrica del proceso para asegurar que el individuo tiene el pleno control», afirma Nitschke en la web de Exit International, la organización caritativa que él mismo ha fundado para apoyar lo que entiende como un derecho de todo ser humano, elegir el momento de su muerte y proceder a ella en libertad, sin burocracia.

Y sabiendo esto, ahora sí que puedo desearos unas felices fiestas a todos los que me leéis, a mis familiares, a mis amigos y amigas, a las lectoras y lectores. Tenéis la información y sé que sabréis gestionarla. De momento, esta cápsula no está en España, pero todo llega tarde o temprano. No lo podréis pedir a los Reyes Magos, y es una pena, porque de momento es gratis. Y la crisis económica también les ha afectado a estas Familias Reales. Que exista esta nave espacial no hace obligatorio su uso, faltaría más, pues no le deseo a nadie el sufrimiento tan enorme del que la necesita. Que la felicidad se encuentre al final del camino tampoco está tan mal. Mientras tanto, sigamos engañándonos, que es lo que más nos divierte y lo único que nos hace sentirnos vivos.