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Un fotomontaje sobre la guerra de Ucrania. / PIXABAY

Opinión

Augurio

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La guerra queda lejos. Por lo menos eso es lo que parece de momento. Los que vivimos en este país, la observamos desde las diferentes pantallas que nos acompañan

Cuando las imágenes nos superan y nos violentan de una manera insoportable, apagamos la televisión, el móvil o el ordenador y seguimos con nuestras vidas como si aquí no hubiera pasado nada. Y es que, por suerte es así, aquí de momento no ha pasado nada. Pero uno que tiene una imaginación a la que tampoco puede dominar, lleva unos días pensando en cómo sería mi vida si supiera a ciencia cierta que la guerra llegará a España dentro de un mes. En lo retorcido y delirante del pensamiento, este también decide que moriría el primer día del conflicto bélico.

Si supiera que voy a morir dentro de treinta días, el primero lo pasaría decidiendo la manera que me parecería menos dolorosa o más rápida. Si buscaría defenderme ante mi asesino o si se lo pondría fácil. No hay que olvidar que yo voy a morir seguro ese día según mi imaginación, la única salvación real a la que he podido agarrarme en la vida. La muerte es una cosa que debe mejorar con la realidad. El que la sabe cercana, como yo en mi vida imaginada, camina sobre unas calles que han adquirido un tacto eléctrico al contacto con mis zapatos. No hay ningún suspense en caminar con la muerte en los talones. Levanto la vista y la contaminación de la ciudad se ha convertido en una fragancia con olor a mala vida. La mala vida es un concepto con el que estamos todos familiarizados, pero la no-vida, la extinción como ser con respiración, me lleva a abandonar el desodorante. Que la realidad que quede después de mí se quede con mi mal olor, como he tenido que hacer yo con ella mientras vivía.

Los siguientes días al primero después de saber que voy a morir no haría nada. Es decir, igual que en el primero. Igual que antes de saber que iba a fallecer con total seguridad. Yo nunca he hecho nada. Quiero decir, que no he hecho nada importante. Pero tú que me lees es muy probable que tampoco lo hayas hecho y no pasa nada. Los únicos que hacen algo importante por la sociedad son los profesores de literatura. Quien te enseña a poetizar y narrar la vida compuesta de palabras y a comprender que detrás de estas está la realidad más palpable, se merece vivir una vida plena. Al resto, la guerra y la paz nos suena a algo demasiado actual, a demasiadas páginas escritas sobre un conflicto ruso. Por cierto, conflicto ruso me parece una buena manera de referirse al cerebro de Tolstoi.

No os he contado todo. En este pensamiento mío tan moribundo, el resto de ciudadanos que aquí viven no sabrían nada. Y yo no iba a ser el que lo hiciera. A uno no le gusta dar malas noticias ni asustar antes de lo previsto. Es más, en mi imaginación el único seguro que va a morir el primer día de conflicto armado voy a ser yo. Y, si no es así, que busquen a mi imaginación, yo ya estaré muerto y ella se habrá fugado al cuerpo de un vidente.

Me gusta cruzarme con la gente y no notar en sus caras la inminente destrucción. Esta plaza por la que paso quedará desolada, estos bancos donde se sientan los ancianos, y donde algunas madres dan de merendar a sus hijos, serán sólo astillas, madera de mala calidad, en definitiva, palos a los que esos niños supervivientes le pondrán una cuerda, para ver si les toca la china y pueden así tirarla y defenderse de las bombas y de los tanques del ejército enemigo.

Mi imaginación está disfrutando como nunca en la vida

En el bar donde desayuno todo sigue tranquilo. Los días siguen pasando. La muerte no espera a nadie y conmigo parece que tampoco hará una excepción. Mi imaginación está disfrutando como nunca en la vida. O mejor tendría que decir, como nunca en mi vida. El camarero me atiende sin tener que decirle nada. Pienso que la rutina es lo más cercano a la muerte y, hoy más que nunca, encuentro consuelo en que así sea. La amargura del café cobra sentido y le confiere un sabor especialmente intenso. Dicen que el café despeja las ideas y las mías sólo tienen un gran nubarrón inmóvil. En esta cafetería, sólo yo sé que, si al final llueve, me ahogaré con total tranquilidad. Vuelvo a llevar la taza a mis labios y el petricor impregna las paredes y los suelos del local. En los cementerios, cuando llueve, la naturaleza muerta brota con la naturalidad de la vida.

Los últimos días los dedico a escribir. Cosas que no sé si tienen algún sentido, pero que me hacen sentir que todavía estoy vivo. Quiero demostrarme que es así y escribir cualquier palabra. Augurio. Me gusta cómo suena y me importa bastante poco su significado. En general las palabras suenan mejor que lo que significan. Augurio me suena a emperador romano, al lugar donde van a dar su adiós definitivo los vascos a sus personas queridas. Pero se prefirió que significase «señal o indicio que se interpreta como el anuncio de un hecho futuro». Y mi imaginación es algo más que eso. En mi imaginación, un indicio sería señalar a alguien con el dedo índice de manera acusadora. Por lo menos, a mí la palabra me suena a eso. Pero un indicio parece que es «señal o circunstancia que permite deducir la existencia de algo o la realización de una acción de la que no se tiene un conocimiento directo». Es decir, algo parecido a mi imaginación, pero basándose en algo menos sólido.

He despertado en el día que mi imaginación decidió que moriría. Hace pocos días que los periódicos, las radios y las televisiones avisaron del riesgo extremo de que el conflicto que empezó en Ucrania se extienda al resto de Europa. España parece que puede ser el país por el que comience y, más concretamente, en Madrid. Todo se ha manifestado de manera demasiado precipitada. Nadie ha tenido tiempo de preparar nada. Yo el que menos. Cuando se sabe que vas a morir, las responsabilidades se toman con bastante más calma. Dejarse llevar por la vida o por la muerte empiezan a ser cosas muy parecidas, por no decir idénticas. Las calles están vacías. Su textura vuelve a ser suave, blanda, las aceras me recuerdan a caminar por una playa del Caribe. Las palmeras cambian sus colores y los pocos coches que circulan siguen haciéndoles caso y deteniéndose o acelerando según estas les digan.

Pasan las horas y todas las palmeras se han vuelto amarillas. Todo se vuelve indefinido, dudoso, mortalmente posible. El silencio es un ruido blanco que se ennegrece con el paso de los minutos. Aparentemente todo sigue el mismo ordenamiento de ayer. Cada edificio en su lugar, las palomas apuntando mal el verdadero objetivo de sus defecaciones. Las palomas nos odian por el perfeccionamiento que hemos alcanzado a la hora de crear artilugios con los que no fallar el tiro con los enemigos con los que compartimos especie.

Al final el sueño pudo conmigo. Ni siquiera pude mantenerme despierto esperando a ver cómo sería el momento de mi muerte. Mi imaginación decidió que era el momento propicio para hacer un descanso y desconectar de una realidad de la que empezaba a dudar de su conveniencia. Debo reconocer que me he emocionado al ser consciente de que ella prefiriera seguir conviviendo conmigo. Que se encontrara tranquila dentro de mí en un momento tan estresante. Ella y yo sabemos qué llegará la guerra. He escuchado las bombas. Ha explotado mi imaginación.


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4 comentarios

  1. Salvador

    Evolución no es progreso. Seguimos teniendo la misma estructura animal que hace miles y miles de años Sí hoy día, pudiéramos traer a un cromañon al presente, lo afeitaramos y le pusiéramos un traje con corbata lo podríamos sentar en cualquier banquillo de un hemiciclo público. Quizás, hasta tendríamos más suerte con el experimento.
    Un saludo.

  2. Salvador

    Se me olvidaba: cuanto más progresan la física, la química etc( bombas atómicas,calambrazos eléctricos,redes sociales etcéteras) más cerca estamos de desaparecer como especie.
    La Tierra seguramente seguirá sin nosotros y a otras especies vivas les habrá tocado » la lotería».

  3. Lucía Ramos

    El augurio de : la morbosa instrospección
    de la «especie»…destructiva, posesiva, dominante, manipuladora, celosa, orgullosa,
    herida…entregada a una profunda sensación de desamparo,..paradójica, pero cierta,?!
    ……no la espero.

  4. Angeles Suarez

    Parezco intuir que el único que va a celebrar su muerte va a ser usted…
    Muérase a gusto

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