Según van pasando las semanas, muchos españoles se van dando cuenta de la responsabilidad que en la extensión de la epidemia tuvieron los actos de asistencia masiva del fin de semana del pasado 8 de marzo, cuyo máximo exponente fue la manifestación convocada en Madrid para conmemorar el Día de la Mujer Trabajadora
Algunos de los que entonces no repararon en su trascendencia, ahora se dan cuenta de su importancia, por lo que el sector crítico a la gestión del Gobierno va engordando sin cesar. Parece que son cada vez más capaces de calibrar lo que una reunión de 120.000 personas significa en términos epidemiológicos.
Sin embargo, existe una importante confusión acerca de quién tuvo la responsabilidad de que se celebraran, así como también de quién la tenía para decretar el cierre de fronteras a países en los que la epidemia se estaba cobrando, ya en ese momento, un alto precio como es el caso de Italia.
Porque, siendo la suya una actitud ligera y poco meditada, la responsabilidad no fue de los convocantes, en absoluto, aunque varias de ellas pertenecieran también al Gobierno. Incluso algunos de ellos aceptaron previa y públicamente de buen grado su suspensión si esta se producía, como fue el caso de los dirigentes de Vox. La responsabilidad de su celebración fue, sin duda alguna, de la única institución que las podía prohibir, es decir del Gobierno de España con Pedro Sánchez a la cabeza, que en esta ocasión demostró una vez más su nulo sentido de la responsabilidad.
Pero es que en aquellos días, el PSOE y el Gobierno –abducidos por la izquierda radical hacia el feminismo supremacista en el que nunca había militado- y sus adláteres mostraban gran interés en que esta se celebrara, por lo que difícilmente podría prohibir el mitin de Vox, los partidos de fútbol y otros deportes previstos e incluso las miles de misas que se iban a celebrar sin que se notara demasiado.
Y les interesaba para lo mejor que saben hacer, fomentar la confrontación entre españoles hasta la ruptura, algo que caracteriza los tiempos actuales en España. Y si clásicamente este enfrentamiento se fomentaba por la izquierda radical entre trabajadores y empresarios o entre derechas e izquierdas, en los últimos años esta pugna sin cuartel se ha trasladado a la continua causa de las mujeres contra los hombres, que no al contrario, en un intento de implantar irreversiblemente en nuestra sociedad el tan indeseable feminismo supremacista –o de la diferencia- que nada tiene que ver con el justo feminismo de la igualdad, cuyas tres primeras olas, desde el siglo XVIII hasta finales del XX reivindicaron los derechos civiles, políticos y sociales respectivamente.
Inmersos de lleno en su cuarta ola desde hace dos décadas, nos encontramos ahora, no con más justas reivindicaciones de derechos, sino con el transfeminismo, la teoría queer, el movimiento Femen, la masiva presencia de activistas feministas en las redes o el establecimiento del escrache como único medio de reivindicación.
Independientemente de no estar de acuerdo con el feminismo supremacista o incluso de la repulsión que este me produce, parece haber sido la única causa de que no se suspendiera la manifestación del 8 de marzo. Y las consecuencias han sido nefastas para decenas de miles de españoles.
Si consideramos la existencia de múltiples circunstancias reales existentes en aquel momento, que hacían obligada la suspensión de los actos de participación masiva -la epidemiología dice eso precisamente- así como el cierre de fronteras a países con afectación masiva por el coronavirus, solo queda atribuir a la grave irresponsabilidad gubernamental y de sus asesores -aunque nunca sepamos quién asesoraba a quién- la inacción.
Es imposible que sigamos con esta deriva irresponsable con consecuencias graves a la que nos somete el Gobierno. Si no, pronto seremos un país de tercera fila, que perderá todos los sellos de modernidad y prosperidad de que, a pesar de los muchos problemas encontrados, hemos gozado los españoles desde hace cuatro décadas.
Creo que, al hacer el artículo le ha faltado tacto para definir lo que es el feminismo.
Usted, ha dicho que es un” feminismo supremacista”, obviamente, usted será consciente de que eso representa un insulto bastante grande, se lo tengo que decir porque yo así lo veo.
Obviamente, hay mucha gente en contra de que las mujeres formen parte activa en la lucha por situarse en este mundo de una manera lo más digna posible.
Entiendo que haya mucha gente que no tenga claro su postura ante el reclamo social de las mujeres.
Lo entiendo, e incluso lo perdono, pero aunque usted no le guste y aunque haya mucha gente que no le guste, lo vamos a hacer, más bien o más mal vamos a hacer las cosas que por justicia nos corresponde hacerlas.
por otro lado y referente al gobierno quiero decirle que yo estaba indignada cuando vi que no se tomaba medidas a tiempo porque yo estaba siguiendo todo lo que pasaba en China, y a mí la intuición que me daba era que teníamos un peligro bastante grande, no solamente que lo teníamos, sino que lo tenemos. Este virus tiene un origen biológico. Mucha gente dice que es de laboratorio, pero yo estoy más porque tiene un origen biológico y qué nosotros al separarnos de los animales y de las plantas hemos creado un sistema inmunológico no comunitario con ellos.
Esto quiere decir que, van a ir saliendo más virus, y más problemas con respecto a ese tema de la naturaleza.
Esa es mi tesis, la de los demás, cómo que no la sé
Estimada Señora,
Respeto su opinión, maturalmente ¡solo fáltaría! Yo no solamente defiendo que la mujer esté situada en el mundo de una manera lo más digna posible, sino que defiendo absolutamente que los derechos y deberes civiles, politicos y sociales (o sea, todos los derechos que conoce el género humano) así como todos los deberes sean idéntico para ambos géneros, como ha defendido el feminismo de la igualdad desde hace tres siglos. Yo no le he puesto el nombre al feminismo de la diferencia o supremacista, como lo denomina la propia sociologia. Este se practica desde hace dos décadas escasas y, como su nombre indica, no tiene nada que ver con la igualdad de derechos. Me parece bien que luche, pero preocúpese por enterarse por lo que lucha exactamente, no vaya a ser que esté defendiendo algo con lo que quizás no esté de acuerdo. Lea algo del transfeminismo o de la teoria queer ¿está también de acuerdo con ello?. Y después me dice, porque ni lo cita en su comentario. Gracias por leerme. Un saludo.
Aquí traigo la RAE, a ver que nos cuenta
.supremacismo
nombre masculino
1.
Ideología que defiende la superioridad de un colectivo humano frente a los demás por razones étnicas, biológicas, culturales, religiosas o de origen.
2.
Tendencia o actitud que denotan esta ideología.
A mí la palabra supremacista me sabe mal, ahora que una socióloga haya identificado al feminismo cómo supremacista, pues lo tendría que buscar porque me parece un poco raro.
Es que el supremacismo es una ideología que lo que busca es ser superior al otro.
No creo que ese sea el objetivo feminismo, en principio no le veo razón de ser.