Seguro que alguna vez ha tenido la ocasión de oír por boca del político de turno aquello de que «no estoy de acuerdo con lo que usted dice, pero defenderé hasta la muerte su derecho a decirlo», y puede que hasta se haya emocionado ante tal ejercicio de romanticismo idealista. No se preocupe, no era verdad. Y en este caso, menos mal que mentían
Sí, porque como decía el otro, quien está dispuesto a dar su vida por algo, está también dispuesto a dar por ese algo la vida de los demás… Y no está el horno pa bollos, oiga. Aquella emotiva frase que muchos atribuyen a Voltaire y unos cuantos ponen en boca de una de sus admiradoras (Evelyn Beatrice Hall) nos conmueve debido a los valores que evoca en aras de la libertad de expresión. Y conmovido, el españolito moderno de finales del siglo pasado, que salía de una época ominosa de opresión y dictadura, aceptemos que se emborrachó con la idea de libertad y claro, algún gol le marcaron. «Prohibido prohibir», gritaba sonriente mientras se tropezaba solo. Porque una cosa es la libertad de expresión y otra la barra libre, o sea la libertad para insultar, ¿verdad? O la libertad para montarle un escrache a cualquiera, la libertad para pintarle la puerta a alguien, o para hacer amenazas por teléfono, en Twitter…
En pro de la libertad de expresión, tomando alguna perspectiva y una buena taza de pragmatismo, tampoco parece que merezcan defensa alguna aquellas expresiones que fomenten la violencia, los argumentos que promuevan la exclusión, los que señalen y acosen al diferente… Expresiones a fin de cuentas que alimentan una sociedad peor. Este tipo de manifestaciones, lejos de defenderse, deberían estar prohibidas y sancionadas -y de hecho, muchas de ellas lo están-.
Expresiones del absolutismo
Pero, ¿no postulaba un servidor a los cuatro vientos en artículos anteriores que las bases de toda sociedad próspera eran la Educación y la Libertad? ¿Ahora quiero prohibir? Pues sí, lo decía y lo mantengo, porque ambas cosas van de la mano. Verá: ¿cuál es el mayor enemigo de la libertad? Muchos responderán que el fascismo, otros que el comunismo… Ambos acaban por ser expresiones del absolutismo.
Con frecuencia, vemos cómo la corrupción de una propiedad acaba convirtiéndose en su contrario. Así, el óxido resulta de la corrupción del metal pulido. Lo pésimo es la corrupción de lo óptimo. Y la libertad al corromperse da lugar a su opuesto perfecto: el libertinaje. La facultad de hacer cualquier cosa sin atender a sus efectos en los demás. Tal como el león es libre de asfixiar a la cebra o el lobo de diezmar rebaños. Esa libertad animal trasladada a la sociedad es intransitable y, bajo su yugo, estaríamos sometidos al capricho del más fuerte y violento del barrio, o bien a aquel con acceso a comprar armas.
Las prohibiciones son fundamentales
La libertad es la capacidad que cada individuo tiene de desarrollarse al amparo de un sistema de normas que le protegen de las agresiones caprichosas de terceros. Esas normas nos protegen. Y, por eso, las prohibiciones son fundamentales para el ejercicio de la libertad de todos: está prohibido matar, está prohibido robar, está prohibido agredir… y estas prohibiciones están al servicio de la libertad de cada uno de nosotros por igual. Libertad no es y no puede ser la ausencia de normas: la ausencia de normas es la selva.
Por eso, mucho me temo que ya va siendo hora de que Alonso Quijano se baje del rocín y deje de defender con su vida las ideas del de enfrente, especialmente cuando se trate de ideas con querencia por las herencias genéticas, ideas que promuevan la violencia, que coqueteen y alimenten la exclusión del vecino, ideas que practiquen la coacción social, que sirvan de acicate a la fragmentación y al enfrentamiento, que se llevan mal con la verdad… Las llamo ideas cangrejo porque no ayudan para avanzar en nada, solo sirven para andar de lado, cuando no para retroceder. Por todo ello, quiero decir en defensa de la libertad, tranquila y sosegadamente (y lo voy a dejar por escrito para que pueda leerse todas las veces que se quiera) que los nacionalismos en general y los independentismos en particular están al servicio del libertinaje, van en contra de la humanidad y, como movimientos políticos, deberían estar prohibidos, al mismo nivel que el machismo o el racismo.
Cuentan que un renacido dijo una vez:
«La verdad nos hace libres».
Un buen regalo de epifanía Sr Gerardo,
viene cargado dl mejor mensaje:
Ni fascismo, ni comunismo y mucho
menos Totalitarismo. Maravilloso.
Sigamos buscando ~La, sin cadenas.
¿Y el Ayusismo?
Yo creo que no se puede hablar de libertad con la boca llena. Cuando se tiene el estómago lleno, bien lleno.
Nosotros abandonamos el estado de naturaleza por un contrato social que nos metiera a todos en el mismo saco.
Pero hay millones de sacos. Algunos sacos están vacíos y se lo comen los ratones.
La libertad no es una cuestión de respeto al estado cuando este incumple las normas por las que se le ha creado.