Con motivo del Día Internacional de la Infancia, que se ha celebrado recientemente, me pregunto: ¿podemos consentir a diario, en cualquier rincón del mundo, tanta desgracia, desolación y horror en esta supuesta civilización del progreso e inmenso avance tecnológico?
La Convención de los Derechos del Niño establece un conjunto de derechos, incluidos los relativos a la vida, la salud, la educación, el derecho a jugar, a la vida familiar, a estar protegidos de la violencia, a no ser discriminados y a que se escuchen sus opiniones.
Pese a ello, 385 millones de niños viven en la pobreza extrema, 264 millones no están escolarizados y 5,6 millones de niños menores de cinco años murieron el año pasado, por causas que podían haberse prevenido.
A parte de la miseria, enfermedad, muerte de tanto niño, se consiente la utilización de ellos, en el trabajo de minas, niños soldados, explotación sexual, etcétera. Hipócrita sociedad que denuncia de forma admirable a algunas instituciones religiosas y no lo hace de igual forma y contundencia con otras religiones, instituciones, asociaciones, consintiendo la utilización de esos niños como mercadería y reclamo turístico para los viciosos sin escrúpulo e integridad.
Amar es mirar
¿Cómo llega el ser humano a esas depravaciones? ¿No pensamos las secuelas que estas perversas personas dejan para toda una vida a un niño o niña? Decía el profesor y escritor José María Toro: «Un niño que no es mirado ni reconocido será un adulto perdido y sin rumbo. Amar es mirar… Cuidar a un niño, a una niña, es cuidar a toda la especie humana».
En el año 1959, las Naciones Unidas habían aprobado la Declaración de los Derechos del Niño. Posteriormente, en el año 1978, el gobierno de Polonia presentó una versión provisional de una Convención sobre los Derechos del Niño, aprobando la versión final en el año 1989.
Normas que no se cumplen
La Convención de los Derechos del Niño fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989. Contiene 54 artículos que recopilan los derechos económicos, sociales, civiles, culturales y políticos de todos los niños, niñas y adolescentes.
La aplicación de esta Convención es de carácter obligatorio para los 194 Estados que la han ratificado a nivel mundial, definiendo las obligaciones y responsabilidades de padres, maestros, profesionales de la salud, así como de los niños y niñas. ¿Para qué sirve la ONU si no se cumplen con contundencia esas normas ni obliga al resto de países del planeta a cumplirlas?
No se cumplen con los derechos de los niños, porque no se cumplen con los derechos de los padres de los niños.
Vivimos en una sociedad de clases sociales donde cada individuo defiende lo suyo, incluido los que hablan sobre los derechos de los niños.
Vivimos en una sociedad donde las clases sociales cada vez se distancian más, con lo cual no hay derechos y existe la esclavitud.
Tengo amigas que trabajan en casas internas y que sus jefazas no quieren darle ni los días festivos y cada vez quieren reducirles más el fin de semana de descanso. Las hay que solamente las dejan salir cada quince días.
Hay abusos. No hay derechos.
Eso pasa aquí en España y no hay que irse a África ni mucho menos.
Pero es mejor mirar para el otro lado y no hacerse cargo de lo que pasa aquí.
Un niño, aquí en España, se puede alimentar peor que un cerdo con comida basura, pan sin levadura madre y pollos envenenados de medicamentos.
Si tienes dinero, puedes comer sano: pollos de granja y verduras ecológicas.
Cada vez se distancia más la alimentación que come una persona que tenga dinero de otra que tenga escasos bienes.
Y después hablan de colegios, de que no les falte a los niños el colegio.
Lo que no les tiene que faltar a los niños es la buena alimentación y que sus padres tengan unos derechos laborales para que puedan estar en familia.
¿Qué harán esas mujeres con sus hijos?
Eso está ocurriendo aquí en España.
Gracias por su opinión… Efectivamente tenemos una sociedad con muchas miserias e injusticias, pero debemos entre todos mejorarla y denunciar tanto atropello. Saludos cordiales.
Desgraciadamente, el mal existe.
Desafortunadamente, la ONU, además de su corrupción interna, no sirve casi para nada. Ese dinero se podría invertir en mejores fines concretos.
Los humanos somos imperfectos, egoístas y como consecuencia ninguna sociedad es perfecta. Por lo que hay que escoger el tipo de sociedad, con menos imperfecciones.
El mundo está lleno de dictaduras y es difícil deshacerse de ellas, lo hemos visto en las últimas décadas en Irak, Afganistán o en Libia.
Visto lo visto, con sus muchas imperfecciones, donde mejor se vive es en las democracias de corte occidental. Nadie se quiere ir a Cuba, Corea del Norte o ahora a Venezuela, de donde han huido 5 millones de criaturas.
Por lo tanto, tratemos de ser honestos y aplicar nuestro esfuerzo a mejorar lo bueno que tenemos.