Esoterismo costumbrista

Por fin ha dejado de llover. Esta última semana de octubre se manifiesta de manera seca y cortante, como si fuera un cuchillo en las manos de Isabel Díaz Ayuso. En esos ojitos suyos de muñeca diabólica aparece ese terror cercano de este Madrid donde vivo

Queda muy poco para esa absurda fiesta llamada Halloween, hecha a su imagen y semejanza. Nadie se disfraza de presidenta de comunidad siniestra como lo hace ella. Si hubiera sido la presidenta de la comunidad de vecinos de la película de Álex de la Iglesia, Carmen Maura no hubiera tenido los ovarios de quedarse con el dinero que se encontró en aquel piso. A Isa la fuerza siempre le acompaña… y la oscuridad también. Es algo que, a todas luces, estamos pagando muy caro, valga lo redundante de la frase, y más en estos días. La luz apagada siempre es la más bella, insinuante, sorprendente. En su destello es donde encuentro el sueño sobre el que poder dormirme.

A finales de esta semana cambiarán la hora para hacer más real aún la oscuridad. Para un servidor hay una belleza especial en que a las seis de la tarde ya sea de noche. Para lo que hay que ver, mejor que los que tienen el poder para cambiar estas cosas, nos faciliten una ceguera temporal que emborrone lo que estamos hartos de ver.

Como la realidad es algo gris, está bien que llegue su hermana mayor, la oscuridad, y se la lleve consigo a un lugar que no vemos, pero que sigue existiendo. Una farola dudosa de su luminosidad en una calle estrecha a estas horas de la tarde es la prueba fehaciente de que la poesía es algo que mejora cuando no se la ve ni se la espera. Cuando caminas a tientas, la tinta de los versos andados te mancha con la realidad de su parte prosaica. Escribir hasta el final del renglón es darse de bruces con la pared que pone fin al callejón sin salida. Y es que escribir es darse una hostia contra lo que no ves.

El programa de Toni

Me gustaría escribir un poco sobre la actualidad nacional, pero es que no pasa nada bueno ni nuevo. Para mí lo mejor y lo peor que le ha pasado a España en los últimos días es el nuevo programa de televisión que presenta Toni Cantó en 7NN, un canal al que le auguro una corta existencia, no igual pero casi tanto como la duración de Maxim Huerta como ministro de cultura de este gobierno socialista. Gracias a ese récord, es sin duda el mejor ministro que han tenido los distintos gobiernos de Terminator Sánchez.

Toni Cantó presenta un programa al estilo Buenafuente, es decir, con la misma poca gracia e igual de tendencioso ideológicamente hablando, eso sí mirando cada uno al lado opuesto del otro. La vergüenza ajena coge su exactitud como expresión al ver cómo se desenvuelve en esos menesteres. Impostado, como el mal actor que no puede evitar ser. Cómico, cuando pretende ser serio y hacer crítica de la situación actual de nuestro país. Tétrico, cuando saca la mueca a pasear y muestra ese payaso, cómo no triste, que lleva incorporado como ese político de la peor calaña que ha sido. Cobrar un sueldo público para defender y proteger el castellano en la comunidad de Madrid es algo que solo un ser con querencia a lo parasitario podría aceptar.

Como todo el mundo sabe, en Madrid somos muy pocos los que nos comunicamos en castellano y que además somos hostigados por los otros muchos que hablan en euskera, noruego o suajili. Su siguiente paso natural es pasar a Vox, y después y por último, ser el dictador de una España retrasada en todos los sentidos posibles. Tengo que reconocer que con el programa me reí, pero es que a uno le gustan las cosas retorcidas, extrañas, donde el esoterismo se mezcla de manera perfecta con lo más costumbrista y paleto. En definitiva, es un programa enfermizo que te pone peor. Hace empeorar tu salud mental hasta dejarla vacía y así, en ese momento, poder descansar en esa nada calentita, cual caldero del demonio.

Noviembre está a la vuelta de la esquina. Huele a muerto en la ciudad y los cementerios son los únicos jardines donde se respiran todas las fragancias. Las mujeres siguen siendo las únicas que llevan sus esqueletos por dentro. Llevan la piel por fuera, pues no hay belleza como la que muestra que su fortaleza está en su sensibilidad. Noviembre es un mes mal dormido. Los zombis tomamos cafés mañaneros a las doce del mediodía para decirle a la realidad que estar entre la vida y la muerte es una fantasía con sabor amargo.

Noviembre Dulce solo es el título de una mala película americana. En ella los protagonistas son Charlize Theron y Keanu Reeves. Él trabaja como ejecutivo en una gran empresa y le va bien, pero ese mismo trabajo, en el que tiene que demostrar una mentalidad de tiburón, es el que le hace carecer de sentimientos fuera de su vida laboral. En estas conoce a una mujer poco convencional, que es justo todo lo contrario a él. Y ese es el personaje de Charlize Theron. Una mujer que disfruta con las cosas pequeñas del día y que solo le da valor a la belleza de las cosas simples. Él vive estresado y amargado y ella le propone irse a vivir juntos por un mes y después seguir cada uno su camino. Él cambiará sus prioridades vitales gracias a ella, pero en contrapartida se enamorará de ella. Los meses, para bien o para mal, acaban por marcharse para recibir al siguiente y ese noviembre no será una excepción. Lo que pasa después es lo que hace que la película sea mala y tengan que verla los que me estén leyendo en este momento para que comprueben si estamos de acuerdo.

Pero todavía estamos a finales de octubre y la falsa miel de noviembre no se nos puede pegar a las pestañas. Cuando volvamos a abrir los ojos ya estaremos en diciembre otra vez, algo que para todos es de una oscura familiaridad.