Pablo Casado ha dado orden de acabar con Isabel Díaz Ayuso, que es la mejor baza electoral y política de su partido. Se trata de una guerra civil basada en los celos, porque la estrella de la presidenta de Madrid brilla mas, lo que constituye una decisión caprichosa, irresponsable y suicida, impropia de un líder que aspira a gobernar España
Lo acaba de denunciar Cayetana Álvarez de Toledo, desatando una conmoción en el firmamento liberal-conservador español. La guerra civil desatada en el PP pone en peligro su victoria electoral futura frente al sanchismo y fortalece las opciones de Vox, partido al que emigrarán miles de militantes y votantes del PP, decepcionados con Casado.
Los celos son malos compañeros de viaje en política y Casado ha sucumbido a esa pasión. Sabe que el imparable ascenso popular y mediático de Ayuso perjudica su ambición de llegar a ser presidente del Gobierno de España. Teme que la popularidad de la presidenta de Madrid llegue a ser tan intensa que ella sea la candidata de la derecha que se enfrente a Pedro Sánchez en las próximas elecciones generales, que ya se divisan por el horizonte.
Casado y su entorno creen que la hoja de ruta de Ayuso consiste en un ascenso por etapas hasta la presidencia de la nación, que comenzó con la presidencia de Madrid, comunidad a la que Ayuso ha convertido en el motor económico de España y en el espolón de la derecha contra el fracasado sanchismo. El segundo paso era ganarle las elecciones autonómicas de Madrid a Gabilondo, al que destrozó en las últimas elecciones, cumpliendo así su segunda etapa. La tercera etapa es lograr la presidencia del PP madrileño y la cuarta sería defenestrar a Casado y convertirse ella en candidata a la presidencia de España, enfrentándose a Pedro Sánchez.
Objetivo: frustrar esa carrera hacia el poder
Pero Casado y su equipo están dispuestos a frustrar esa carrera hacia el poder y han comenzado a torpedearla, lo que constituye todo un escándalo en la derecha española y un comportamiento que genera repulsa no sólo entre los partidarios de Isabel Díaz Ayuso, sino también entre muchos militantes y votantes de la derecha española, que ven a Isabel como la candidata con más posibilidades de derrotar a ese nefasto y siniestro sanchismo que está destrozando España.
La denuncia de Cayetana Álvarez de Toledo, otra víctima de Casado, que la destituyó como portavoz en el Congreso de los Diputados, sostiene que, desde la dirección nacional del partido, se están filtrando ideas y conceptos para debilitar a la presidenta de Madrid, lo que constituye una sucia guerra fratricida o, mejor aun, una purga de tipo estalinista en el seno del PP.
Ayuso, astuta y atractiva, ha enarbolado la bandera que millones de españoles deseaban ver ondear: la de las libertades individuales y la prosperidad, enfrentadas a un sanchismo que promueve un Estado socialista totalitario, y lo hace empobreciendo el país y restando libertades, derechos y riqueza a los ciudadanos.
Los estrategas de Ayuso, con Miguel Ángel Rodríguez a la cabeza, creen firmemente que los electores españoles premiarían la España moderna y libre que defiende Ayuso
Los estrategas de Ayuso, con Miguel Ángel Rodríguez a la cabeza, creen firmemente que los electores españoles premiarían la España moderna y libre que defiende Ayuso frente a la España rota y comunista que defiende Sánchez, aliado con lo peor de la España oscura: golpistas catalanes, amigos del terrorismo etarra y nacionalistas mercenarios del País Vasco, todos ellos unidos por el odio a España y el deseo de destruirla.
La verdad es que esa música de Ayuso suena bien y tiene la etiqueta de la victoria contra los que ahora están desprestigiando, empobreciendo, desuniendo y desarmando moralmente a España desde el puesto de mando de la Moncloa.
El miedo al éxito de Ayuso es el motor que perfila la estrategia actual del PP, cuyo primer objetivo prioritario no es ya derrotar a Sánchez, sino despedazar a la presidenta de Madrid, una apuesta absurda, suicida y sucia que puede llevar hasta la derrota electoral al PP y a la España que sueña con librarse del comunismo.
Los enemigos de Ayuso están utilizando al alcalde de Madrid, Almeida, como adversario de Ayuso, otra decisión que divide y debilita al partido y a sus opciones electorales.
Ha sido el fuego amigo de García Egea el que ha aireado el presunto affaire del hermano de Ayuso al que se acusa de «múltiples contratos sin concurso público por parte del Gobierno de la Comunidad de Madrid durante la pandemia en favor de las empresas Artesolar y Arteconfort en las que trabaja, valiéndose de su condición de proveedor de la Consejería de Sanidad».
El objetivo de dicha filtración es acusar a Isabel Díaz Ayuso de «trato de favor», de nepotismo, con lo que su aura política se vería seriamente afectada y emergería la figura impoluta de Almeida como candidato a la presidencia del PP madrileño.
Guerra abierta
La guerra ya no es disimulada, sino abierta y cruel. Los ataques a Ayuso dentro del PP oficial son demoledores, desde que es ambiciosa e inepta hasta que su lealtad falla, pero el más contundente es que padece «la enfermedad del poder o síndrome de hubris«, citado por el médico y político inglés David Owen en su obra The Hubris Syndrome: Bush, Blair and the intoxication of power, término que procede de la palabra griega hybris y que significa desmesura, por lo que no cejará en su utopía de defenestrar a Casado de la presidencia del PP.
El pronóstico de esta batalla es difícil, porque en España los líderes de los partidos tienen en sus manos todo el poder y la artillería contra Ayuso es de alto calibre, pero el resultado final está en el pueblo, que está cansado de mediocres y de políticos sin valores ni méritos, sin otra fuerza que el poder que emana del control del partido. Es posible que cuanto más atacada sea Ayuso, más sea querida y defendida por su pueblo y por esa España asqueada de los dos grandes partidos, que, sin duda, son los culpables de la actual postración y decadencia de España.
Yo creo que la mayor mierda que ha podido caer en este país se llama Ayuso. Ahora, que usted como buen seguidor de sus ideas, puede parecerle una injusticia todo lo que le pase.
A mí desde luego me parece que la derrota de esta mujer vendrá por ella misma, no hace falta que la eche nadie. Es una sinvergüenza, descarada.
Es normal que en el sistema que vivimos se pierda la vergüenza y se pierda el estilo, hay que defender “los intereses»personales de cada partido político.
El PP se está convirtiendo en una porquería, aunque siempre lo ha sido, pero ahora la porquería parece que apesta más.
Y todo esto tiene la culpa el partidismo. Los partidos políticos que se perpetúan en el poder y que no hay manera de echarlos.
Odio el partidismo.