María José Sierra, directora adjunta del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Gobierno, evita hablar del incremento de contagiados y muertos en España que, poco a poco, se acerca a Italia y dice que «eso no tiene justificación epidemiológica». ¿Tampoco la tiene entonces que calificaran al coronavirus como un agente del grupo 2 cuando un experto les advirtió en enero de que era un caso flagrante de grupo 4?
Los políticos suelen tener callo en el arte del circunloquio. Cuando se le reprocha un presunto caso de corrupción, siempre encuentran una salida verbal bien para apuntar al pasado o bien para apelar a la ignorancia o al manido «eso pasó antes de llegar yo». Cuando colocas a un técnico cuyo trabajo no es hablar ante grandes audiencias, se nota. Es el caso de la directora adjunta del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Gobierno central, María José Sierra, sustituta de Fernando Simón, enfermo con coronavirus.
Ante la pregunta del preocupante acercamiento a los números de muertos de Italia y haberla superado en contagios (115.242 frente a 117.710 contagios y 13.915 muertes frente a 10.935), Sierra confirmó una vez más que es muy necesario cambiar el sistema de las ruedas de prensa: «Esa comparación no tiene ni base científica ni justificación epidemiológica. No tiene sentido jugar con los números».

Al eludir su obligación de responder una pregunta tan relevante, María José Sierra hace lo mismo que todos los políticos y expertos que se suben al púlpito a diario (con la salvedad de los representantes de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a los que sí se les entiende siempre) a tratar de contener el maremágnum de detenciones, multas, mascarillas caseras, dudas ante modificaciones del decreto, protestas de trabajadores y quejas de médicos que no pueden salvar a sus pacientes por falta de previsión: seguir menospreciando la inteligencia de los ciudadanos, que nunca olvidarán este desastre, igual que despreciaron a ese virus de nada que, si llega a España, «habrá algún caso aislado si acaso«, como dijo el ahora enfermo Fernando Simón.
Y, una vez más, el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, no permitió repreguntar porque las cuestiones se hacen en diferido. ¿Tan difícil es reconocer que ella, Fernando Simón y el resto de expertos (menos Juan Martínez Hernández) se equivocaron gravemente al etiquetar el coronavirus como un agente de tipo 2 en la famosa reunión de finales de enero?

La propagación de la epidemia, no sólo en España sino por casi toda Europa, no fue un problema político sino técnico. El portavoz de Salud Pública de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan Martínez Hernández, publicó recientemente en El Mundo un artículo revelador: «En nuestro caso tiene su epicentro el 30 de enero, en una reunión en el Ministerio de Sanidad, en la que varios técnicos –no sólo el que ustedes piensan– sostuvieron, en contra de mi opinión, que el nuevo coronavirus es un agente del grupo 2. Yo mantengo que es un agente del grupo 4. Y ahí radica todo. Esa es la clave de toda la mala gestión posterior».
Los microorganismos, de acuerdo con el RD 664/1997, se clasifican en cuatro grupos, siendo el cuarto el compuesto por aquellos que pueden ocasionar infección grave o mortal y contra los que no hay ni vacuna ni tratamiento. Es de libro. Este coronavirus es un agente del grupo 4.
El ministro Illa no hizo caso de la advertencia de Juan Martínez. Ni a la Organización Mundial de la Salud. Ni a la Unión Europea, que avisó varias veces (la primera a finales de enero) de que España tenía que hacer acopio de material sanitario. Y ese es un error irrefutable que debería conllevar cese y posibles responsabilidades civiles y penales. Y no vale decir que las competencias sanitarias estaban transferidas a las comunidades autónomas, porque Illa podía haber alertado perfectamente a todos los consejeros del peligro que se sobrevenía si no hubiera menospreciado a Juan Martínez, a la OMS y a la UE.
«Si se hubiera asumido eso desde el principio, dado el potencial pandémico del virus y la susceptibilidad universal para sufrir la infección de toda la Humanidad, habría que haber tomado aquel mismo día decisiones pavorosas, como adquirir ingentes cantidades de equipos de protección como los del ébola, construir o acondicionar a toda velocidad centros monográficos independientes o adquirir un gran número de equipos de ventilación mecánica», prosigue Martínez Hernández.
«En una reunión en el Ministerio de Sanidad, en la que varios técnicos –no sólo el que ustedes piensan– sostuvieron, en contra de mi opinión, que el nuevo coronavirus era un agente del grupo 2. Yo mantengo que es un agente del grupo 4. Y ahí radica todo», revela el experto de la OMC Juan Martínez Hernández
Pues bien, nada de eso se hizo entonces, al aceptar la benignidad del virus como una ventaja, cuando era ciertamente su principal inconveniente. Y tampoco se hizo después cuando explotó en Italia, «y ya era inevitable que de allí, dentro del espacio europeo común, llegara en una o dos semanas al resto del continente y a Latinoamérica».
A veces no es sencillo pedir perdón, pero sí necesario. Las miles de personas que no se han podido despedir de sus familiares fallecidos tienen derecho a escucharlo de una voz autorizada. Es lo mínimo ante tanta desgracia evitable. En lugar de dar evasivas y soltar una frase absurda, Sierra debería haber desarrollado una respuesta a la altura de su cargo, analizando los tiempos de infección y entrar de lleno en algo que se ha convertido en tabú para el Gobierno: hablar del fin de semana del 6, 7 y 8 de marzo y en los periodos de incubación reales de la enfermedad, de los cuales se han dado cuatro versiones diferentes.
María José Sierra Moros, nacida en abril de 1967, es la jefa de Área y directora adjunta del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Funcionaria de carrera del Cuerpo de Médicos de la Sanidad Nacional, el relevo de Simón es el siguiente cargo de máxima responsabilidad en el citado organismo. En 2001, la doctora conseguía plaza como jefa de sección en la Dirección General de Salud Pública y Consumo dentro de la subdirección general de Promoción de la Salud y Epidemiología.
Craso error por la subestimación del virus
Sierra es, además de una doctora experta en emergencias sanitarias, responsable de numerosas investigaciones sobre enfermedades que también supusieron una importante repercusión a nivel global. Una de las más importantes fue su estudio sobre la epidemia del Zika, un virus que se contagia de una persona a otra a través de la picadura de un tipo de mosquito llamado Aedes y que puede provocar síntomas de diversa consideración y gravedad.
Por eso resulta tan chocante que quiera esconder su grave error del mal etiquetado del coronavirus. Ella y el resto de expertos, con la salvedad de Juan Martínez Hernández, no han estado a la altura de las circunstancias y los que toman las decisiones tampoco. Ya hay querellas que se están tramitando para pedir responsabilidades civiles y penales a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa, Fernando Simón y otros altos cargos.
Es verdad que hay una marea solidaria loable y muy necesaria para luchar contra esta pandemia, pero es imposible abstraerse de la principal factura de esta asquerosa crisis, los decesos, y de los nocivos efectos que puede acarrear el confinamiento: empeoramiento de los enfermos mentales sean de la edad que sean; trabajadores y empresarios en la ruina; consecuencias negativas en el desarrollo cognitivo de los niños más pequeños; efectos perniciosos en la salud como obesidad y falta de vitamina D; divorcios, violencia verbal y física entre personas obligadas a convivir; la impotencia de no poder acudir a los entierros; ansiedad por pasar tantas horas delante de una pantalla; soledad no elegida que deviene en depresión…

Una respuesta digna de María José Sierra a la pregunta de hoy sobre la comparación con Italia habría sido: «Sí, el número de contagiados y fallecidos en España está aumentando de manera preocupante. Nosotros cometimos un error porque subestimamos a este coronavirus y pido disculpas por ello, pero las decisiones que se han tomado después y la falta de recursos y medidas de protección que hay en los hospitales exceden mis competencias. Eso se lo tendría usted que preguntar al ministro Illa y a los consejeros de Salud de cada comunidad autónoma».
Porque se hicieron demasiados recortes en la sanidad pública de Andalucía y del resto de España y de esos polvos vienen estos lodos que han dejado sepultados en el olvido todos esos recursos no comprados a tiempo (EPIs, ventiladores mecánicos, camas de UCI…) que podrían haber salvado la vida a miles de personas.
Mientras tanto, el sistema partidocrático sigue permitiendo que los cadáveres se hacinen en el Palacio de Hielo de Madrid y en otros infames lugares sin que ningún responsable, con corbata o sin ella, de ningún país haya pedido perdón por uno de los mayores fracasos epidemiológicos sufridos en la Historia de la Humanidad.
Bravo Paco! Me gustan tus artículos, pero éste me ha encantado