sanchez y felipe buena

Pedro Sánchez y Felipe VI, ayer en el desfile del Día de la Hispanidad.

Opinión, Política

Abucheos y pitos a Pedro Sánchez

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Los abucheos y pitos a Pedro Sánchez se repitieron ayer en el desfile del 12 de octubre, en Madrid, donde se vivieron unos momentos de bajeza y abuso de poder por parte del presidente del gobierno, el cual, cobardemente, para escudarse en el rey y evitar ser abucheado por el pueblo, llegó tarde, rompió el protocolo e hizo esperar a los monarcas encerrados en el coche oficial

Ese gesto bochornoso de Sánchez ensució y oscureció el acto y demostró el talante indigno del político que hoy, por desgracia y error de los españoles, gobierna la nación. Sólo los tiranos y los políticos sin dignidad se aferran a su cargo cuando las mayorías le rechazan. Lo decente, en democracia, es irse cuando el pueblo no te quiere. Pero Sánchez es de los que creen, de manera abusiva y totalitaria, que un mandatario elegido tiene derecho a terminar la legislatura aunque el pueblo pida a gritos que se marche.

La prensa es durísima con Sánchez y su feo gesto de hacer esperar al rey para escudarse en él y evitar así ser abucheado y pitado. Hasta El País, diario cercano al sanchismo, no ha podido evitar reflejar la verdad: «El abucheo a Sánchez y la ausencia de Lesmes deslucen la vuelta a la normalidad del desfile del 12 de octubre».

Todos los medios, salvo las televisiones compradas por el sanchismo, han resaltado el rechazo popular a Pedro Sánchez, que ante esa actitud, ya extendida por toda España, debería dimitir y convocar elecciones, pues en democracia lo peor que le puede ocurrir a un mandatario es ser públicamente rechazado y condenado por la ciudadanía.

Si al menos los abucheos fueran el resultado de grupos concretos de oposición… Pero el fenómeno se extiende por todo el país y está impidiendo al presidente, que es soberbio y carece de capacidad de encaje, moverse libremente por España. Recientemente tuvo que suspender un programa de contactos con el pueblo, ideado para ganarse el voto popular, porque sus comparecencias, pitadas y abucheadas por el pueblo, eran un desastre.

Sánchez debería saber que la verdadera democracia, más que en elegir a un gobierno libremente en las urnas, consiste en poder derrocarlo cuando el pueblo está descontento.

Insultado y pitado

El rechazo a Sánchez no sólo se manifiesta en los actos públicos, donde es insultado y pitado con intensidad, sino que se refleja con gran fuerza en las encuestas y en las redes sociales.

Sánchez, aunque él lo niegue y los suyos quieran ignorarlo, es ya un apestado y un cadáver político viviente.


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