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nebulossa zorra

Mery Bas, vocalista del grupo Nebulossa. / EP

Cultura, Opinión

Zorras en la niebla

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Hace tiempo que un servidor no ve zorras ni en los pueblos ni en las ciudades. Ve perros y perras (el animal), y seres humanos, hombres y mujeres. Lo cierto es que nunca las he visto, pero uno, por suerte o por desgracia, ha vivido siempre en un ambiente urbano y las zorras, por lo que sea, prefieren los parajes más naturales

La cosa es que el sábado pasado se eligió quien iba a representar a España en Eurovisión y la ganadora fue Nebulossa con su canción Zorra. Aunque eso más que una canción es un engendro. Con esta denominación no pretendo ser ofensivo, aunque puede que si me voy calentando lo sea un poco, pero espero que no sea así. Según la RAE, esa palabra significa criatura informe que nace sin la proporción debida. Vayamos por partes entonces, pero no a la manera de Daniel Sancho (soy muy aprensivo a la sangre, las vísceras y los huesos, estos últimos muy puñeteros a la hora de dejar cortarse). Uno prefiere el despiece literario, una escritura que sólo pretende tener la libertad de poder mostrar su opinión sin miedo a ser cancelado y masacrado por hacerlo.

Mery Bas, frontwoman de Nebulossa, no es una buena cantante ni tiene una voz a destacar. Es tan ramplona como su letra. Pero ahí sí que tendría algo de sentido el todo. Están hechas la una para la otra. Por no hablar de la música, un chundachunda enlatado que parece venir directamente del averno. Canción demoniaca de la que sus Satánicas Majestades se defenderían lanzándole todas sus piedras rodantes.

Como son buenos lectores, se habrán dado cuenta que he nombrado la letra, pero que no he dicho nada sobre ella. Ahora vamos con ello, pues recoge la sustancia de la polémica. Zorra es una canción que pretende empoderar a la mujer al reasignar el significado de esa palabra. Que pase de ser un insulto a algo que le dé valor de manera positiva. Lo mismo que hicieron los homosexuales con la palabra maricón. Hacerla suya, apropiársela para que los que la utilizaban para ofender se queden sin razones para seguir haciéndolo. Y me parece un error. El contexto histórico ayuda a entender las cosas.

En 1983, las Vulpes sacaron una canción que se llamaba Me gusta ser una zorra. Se estaba saliendo de un periodo tan oscuro como es una dictadura con todos sus anacronismos incorporados. La mujer en aquellos años sí que estaba sumida en unas diferencias más que notables que se palpaban en la sociedad de la época. En esos primeros años de la democracia tenía sentido una transgresión que era más que necesaria, convulsionar esas mentes retrogradas y hacerles ver que los cambios que había que hacer eran muchos.

A un servidor le han gustado desde siempre géneros musicales como el rap, el rock, el punk, donde este tipo de palabras y expresiones han estado siempre a la orden del día. Pero a estos estilos se suele llegar en la adolescencia o primera juventud y de una manera privada.

El problema de Eurovisión es que se elige desde una cadena pública de televisión, donde su repercusión mediática es enorme. Es la canción que va a representar a todo un país en el festival musical más visto del mundo. La canción elegida es durante días la noticia más comentada por todos los medios de comunicación. Cualquier persona entre 0 y 150 años se enterará de qué tema musical nos va a representar. Da igual cómo llegue a la información, ya sea la televisión, la radio, prensa escrita o los medios digitales. Una niña de seis años, a la que lleva su padre en el coche al colegio, puede escuchar en la radio cómo la canción Zorra no para de sonar a todas horas y ponerse a cantarla sin saber lo que está haciendo. Miren, en eso se parecen a las personas adultas que también lo hacen. Sufren el mismo desconocimiento, pero no pueden poner las mismas excusas. La infantilización de la sociedad adulta está llegando a unos límites difíciles de superar.

Si mi sobrina, también de seis años, canta algún día esa canción será algo que hablará muy mal de la sociedad que estamos creando. Querer lanzar un mensaje a la sociedad general, y en este caso a las mujeres en particular, de que ser una zorra es algo digno de ser y que, por lo tanto, hay que llamarse así a sí misma, es entender la transgresión y la provocación de una manera equivocada, vacía, estúpida. Si mi sobrina se va llamando zorra a sí misma mientras juega con las muñecas o con la pelota, hablará de una degeneración casi inevitable de nuestros valores. Cuando lo hagan las chavalas de 18, 20, 30 o incluso más años, hablará de lo poco que se respetan a sí mismas.

Me gustaría pensar que la mayoría de las mujeres no son así. Desde luego todas las que conozco no lo son. No me imagino a ninguna familiar mía, amiga, pareja, expareja o compañera de trabajo presentándose a partir de ahora ante mí como una zorra. «Hola, Manuel, aquí tienes a tu zorra favorita, vamos a tomarnos un café o a cazar conejos como ese animal que nos ha copiado el nombre».

La provocación y la transgresión tienen sentido cuando se hace de la manera adecuada. Buscar normalizar algo desde el escándalo es una contradicción que sólo se explica desde lo inane y vacío de su mensaje en la sociedad de hoy. No creo que el empoderamiento de las mujeres esté en reasignar el significado de la palabra zorra, sino en hacerse respetar desde la dignidad que se merecen y poseen. El resto es ruido y distorsión. Como esta canción.


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Un comentario

  1. María

    Totalmente de acuerdo,una verdadera pena que la propia mujer se degrade de esta forma ,y dejen un legado a las futuras mujeres ,equivocado ,ojalá tomen conciencia de lo que escriben y canten ,antes de seguir haciendo daño gratuito a muchas mujeres que no pensamos igual.

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