Desde el comienzo de la añorada Transición Política hace ya 45 años, los caminos de la sociedad civil y de la clase política españolas tomaron caminos divergentes, no habiendo estado nunca tan alejados uno del otro como en la actualidad
Si al principio de la misma era fácil percibir que las decisiones políticas estaban orientadas nítidamente a resolver los problemas de los ciudadanos -con menor o mayor acierto-, en este momento que vivimos se siente que esto ha ido cambiando hasta darse por completo la vuelta. En una palabra, que los políticos españoles van a lo suyo, ignorando a los ciudadanos, y la sociedad civil se aparta de cualquier tipo de implicación política, despreciando a los mediocres políticos.
Nada ejemplifica mejor esta realidad que lo sucedido hace unos días con el nombramiento, y la casi inmediata dimisión, del Dr. Emilio Bouza como portavoz del Grupo Covid-19 de Madrid. La misión oficial del cargo era atender las demandas informativas de la sociedad.
El día 21 de septiembre fue anunciada la creación del Grupo Covid-19, tras la reunión que mantuvieron el presidente del Gobierno y la presidenta de la Comunidad de Madrid en la Casa de Correos, sede del gobierno autonómico. Y surgió como órgano de coordinación ante la situación de desacuerdo existente entre el Gobierno de la nación y el de la Comunidad Autónoma de Madrid acerca de las medidas a adoptar en esta región ante el empeoramiento de la pandemia de las últimas semanas. El grupo está compuesto por el ministro de Sanidad, Salvador Illa, y la ministra de Política Territorial y Función Pública, Carolina Darias por parte del Gobierno central, y por el vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado, y su consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero por parte del autonómico. Asimismo fueron nombrados cuatro técnicos sanitarios que trabajarán en coordinación con el Grupo Covid-19 para la elaboración de propuestas y toma de decisiones. Son, por el Gobierno de España, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón y la secretaria de Estado de Sanidad, Silvia Calzón. Y por parte de la Comunidad de Madrid, el viceconsejero de Salud Pública y Plan Covid-19, Antonio Zapatero, y el asesor de Salud Pública y Plan Covid-19, Jesús Canora.
Un curriculum excepcional
Para quien no conozca al Dr. Emilio Bouza, es con toda exactitud, tal como refleja el comunicado de Moncloa cuando fue nombrado, experto en enfermedades infecciosas y microbiología y fundador de la Sociedad Española de Microbiología Clínica y Enfermedades infecciosas. Pero no es un experto cualquiera. Resulta obligado señalar que ostenta un curriculum profesional brillantísimo, por cierto muy superior al de todos los miembros del Gobierno y sus asesores juntos. Se formó como especialista en España y en la Universidad de California Los Ángeles; creó el primer servicio de la nueva especialidad en nuestro país; y fundó la Sociedad Española de la misma, ocupando a lo largo de su larga y brillante carrera multitud de cargos en las mejores sociedades científicas, dirigiendo las principales revistas de la especialidad y aportando numerosas publicaciones científicas en las más prestigiosas revistas médicas en su campo. Era jefe del Servicio de Microbiología y Enfermedades Infecciosas del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid y catedrático de su especialidad en la Universidad Complutense de Madrid cuando llegó su reciente jubilación en 2017. Esta trayectoria le ha llevado a un lugar preeminente en el mundo, donde es ampliamente respetado y admirado.
Los que le hemos conocido, con mayor o menor cercanía, podemos asegurar que se trata, por encima de todo lo anterior, de un hombre serio, riguroso, honesto científicamente -y por tanto leal al extremo con la verdad científica-. Es capaz de cantarle las verdades científicas al lucero del alba porque, para empezar, las conoce muy bien. Y, como hombre inteligente, cuando habla de ciencia no se deja tentar por la traición a dicha verdad para favorecer políticamente a nadie, sea quien sea, al contrario que otros.
Me permito decir que sus opiniones vertidas durante estos pasados meses abundan en la crítica a la tardanza de las decisiones tomadas, mientras el Gobierno y sus asesores discutían si eran galgos o podencos. Los medios de comunicación recogen manifestaciones suyas como estas: «Los microbiólogos en Italia nos llamaban en febrero para alertar que el Covid era horrible«. «Luego, nuestros compañeros italianos, nuestros residentes que trabajan en Italia, nos llamaban a finales de febrero diciendo: esto es horrible, se mueren como chinches'». “España perdió un tiempo precioso en reaccionar adecuadamente a la pandemia -no inferior a 10 días- a pesar de que en Italia la situación era ya dramática, con evidencia de transmisión de persona a persona”. Asimismo, ha confesado que “creyó erróneamente la información procedente de China sobre que la mortalidad era muy baja, incluso en los pacientes que ingresaban en sus hospitales”.
Lo primero que llama poderosamente la atención en este episodio es el contenido atribuido al cargo. Mientras el Gobierno dijo que su misión iba a consistir en atender a las demandas informativas de la sociedad -función exclusiva de portavoz-, el propio Emilio Bouza dice en su carta de renuncia. «Me pidieron actuar como técnico y científico en el consejo creado por ambos gobiernos y, además, en base a mi trayectoria profesional, hacer de portavoz de los acuerdos del grupo”. ¿Por qué el Gobierno no mencionó que le nombraba como técnico y científico experto? ¿Por qué esa diferencia entre lo dicho por uno y otro? Conociendo al presidente del Gobierno y al Dr. Bouza, nadie duda de quién dice la verdad, lo que es coherente con la lógica, que sugiere que dicha labor informativa se antoja una tarea, por sí sola, demasiado humilde para un personaje de esta categoría. ¿Les suena a alguien el estilo? ¿Encierra este aparentemente intrascendente hecho un nuevo truco o trampa por parte del Gobierno central?
Independientemente de todas estas consideraciones, tras ser nombrado para el cargo el día 24 de septiembre, se reunió con el grupo por primera y única vez. Al día siguiente, el Gobierno de la nación contraprogramó una rueda de prensa del viceconsejero de Sanidad de Madrid, explicando el Sr. Illa tesis totalmente antagónicas, poniendo en evidencia un total e inesperado enfrentamiento con la Comunidad de Madrid. El Dr. Bouza dimitió el día 26 a través de una carta al ministro de Sanidad en la que escribía: «Las circunstancias que he presenciado en los dos días siguientes, junto con la contemplación de las ruedas de prensa simultáneas del viernes 25, me obligan a renunciar y a declinar el ofrecimiento. Sin duda alguna seguiré trabajando en favor de los ciudadanos de Madrid y de España». «Creí en lo que se prometía y, tras unas horas de reflexión, acepté al percibir la demanda como una obligación y como un deber para mi comunidad y mi nación«. Bouza se despide del ministro y del consejero explicándoles: «Estoy, como no puede ser de otra manera, al servicio de la salud, pero sencillamente, he podido comprender que ese no es mi puesto en las actuales circunstancias».
El Dr. Emilio Bouza viene a decirnos, en otras palabras, que no está dispuesto a colaborar mientras los políticos se sigan centrando en una innoble pelea, olvidando su objetivo esencial, cual es lograr el mayor bienestar del pueblo que gobiernan.
Alguien muy cercano a Emilio Bouza ha afirmado: «Corren el riesgo de que el próximo profesional al que llamen no quiera sentarse en ese puesto». Esto podría ocurrir, pero la mayoría de los propuestos seguro que se habría sentado, buscando notoriedad, mejora de sus retribuciones o incluso una carrera política. Pero en este caso se toparon con Emilio Bouza. Esta clase de ciudadanos son los que la sociedad española quiere que maneje sus asuntos, los que no se venden a la política de la peor forma entendida, por un plato de lentejas.
Cuando la clase política entienda que se debe por entero a la sociedad y que debe poner todo su esfuerzo a su servicio, dejando a un lado las mentiras y la lucha política innoble, así como esa avaricia desmedida por los votos, los ciudadanos de toda clase volverán su mirada de nuevo a la política, como sucedió en otros tiempos. El resultado será un enriquecimiento de la clase política, lo que redundará en el beneficio de todos nosotros. Nunca hemos estado más lejos.
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