Ayer hizo un día de esos tontainas: llueve pero no llueve lo suficiente como para llenar de barro los coches y seguir dejando secos los embalses
Empieza el cole y no empieza: en el mío hoy sólo van un par de horas, para que se les vaya haciendo el cuerpo a los niños y, sobre todo, a los profesores, que se quitan unas horitas de trabajo sin pensar que hay padres a los que nos toca hacer completa nuestra jornada laboral.
Hoy, que estamos en otro día feote, os quiero hablar de un libro que no volveré a leer. No volveré a hacerlo porque me resulta demasiado sórdido, aunque tengo que confesar que me parecen interesantes las cuestiones que plantea y los temas que trata. El libro al que me refiero es Amén, de Julio López Díaz. Cuando lo lees te quedas como si te hubiera caído encima esta lluvia sucia, lo acabas con un poso de amargura y desesperanza, es como un café demasiado amargo… pero, aun así, lo lees hasta el final, porque está bien escrito, es de fácil lectura (con capítulos cortos y con certeros títulos que despiertan la curiosidad y animan a seguir leyéndolos) y quieres saber a dónde va a parar todo.
Pensamientos muy opuestos
Según nos dice el autor, quiere reflejar a dos personas de pensamientos muy opuestos: una señora de derechas, firme defensora de la moral católica, y un profesor de Sociología de izquierdas de la universidad que piensa que tiene una inteligencia superior y que se dedica a escribir libros y dar discursos sobre igualdad de género.
Lo que ocurre es que estos dos personajes son como sepulcros blanqueados, llenos de podredumbre. Se saltan todos y cada uno de los principios que defienden de cara a la galería: la señora carece de piedad cristiana, sólo le importa no dar escándalos y tener una familia unida aunque sea a la fuerza. No le importa dañar a sus hijas, causándoles trastornos psicológicos e incluso llevarlas a que peligren sus vidas.
El profesor no muestra ningún respeto por su esposa, a la que es infiel continuamente, ni por su hijo homosexual, del que se burla, haciendo uso de un machismo repulsivo. Aprovecha su status para hacer uso y abuso de su poder y actuar fuera de la ley. El autor dice que su libro va dedicado «a todas las personas a los que le rechina la doble moral» y, por otro lado, quiere que sirva como denuncia, darle voz a las víctimas de abusos psicológicos, sexuales y físicos… Lo que ocurre es que esas víctimas lo serán de principio a fin y no pasará nada o casi nada para que cambie su situación. Y es ahí donde esta novela me deja mal cuerpo.
Julio viene del mundo de la política, del que huyó decepcionado por esa falsedad y doble moral, y eso se refleja en su obra. No quiero pensar en lo que vio y oyó, qué le hizo dar forma a este libro… Los protagonistas son quizás demasiado arquetípicos: no todos los de izquierdas llevan pantalones de pana ni todos los de derechas le ponen a los niños calcetines hasta las rodillas con borlas, por poner un pequeño ejemplo. Quizás ha querido recurrir al extremismo para mostrarnos que Isabel (derechona) y Javier (izquierdoso) son el reflejo de ideologías mal entendidas y llevadas al extremo.
Una idea que me parece interesante es que estos manipuladores se crecen porque siempre tienen público que les ríen las gracias (que no tienen) y que escuchan sus atrocidades sin mostrarles negativa o repulsa hacia sus conductas. Y ahí viene el sentimiento de culpa: alguna vez hemos sido los palmeros de este tipo de personajes… Cuántas veces no habremos escuchado una conversación en algún bar (o a personas cercanas) en la que se denigra a las mujeres o se burlan de ellas o se las trata como objetos y nos hemos callado… Y ya se dice que quien calla otorga.
«Ella se lo buscó»
Y en el caso de los abusos sexuales a mujeres, la culpa es de ellas: «Iba muy fresca», «la falda, muy corta» y «ella se lo buscó» son perlas que oímos e incluso he escuchado decir a mujeres, que no sé cómo no se les cae la cara de vergüenza al pensar de ese modo…
No hay castigo ni venganza para Javier e Isabel. El vocablo que emplea él con chulería y de forma casi blasfema para burlarse de ella al saludarla en el ascensor abre y cierra la obra y nos dice que las cosas son como son, porque ellos nos las imponen así… Sólo a nosotros nos corresponde pensar que las cosas no tienen por qué ser así. Porque somos mayoría debemos ignorarlos, darles la espalda y abrir el paraguas para que no nos cale su discurso de agua sucia y falsedad.
Hola Julia,
Soy Julio López, y con estas líneas quería felicitarte por la crítica que haces de mi novela, Amén. Has acertado tanto en lo que me motivó a escribirla, como en la sensación que quería suscitar en el lector cuando la finalizara. Enhorabuena, y gracias.