El Ejército ha sido siempre una institución rodeada de relatos extremos: por un lado, los discursos que lo glorifican sin fisuras y, por otro, aquellos que lo retratan como un espacio de opresión. ‘Mientras el río fluye’ (Editorial Milenio, 2024), obra literaria de Blas Valentín Moreno, se sitúa en un punto intermedio, explorando la vida castrense desde una perspectiva introspectiva y personal
El protagonista, Juan Penalba, es un teniente de complemento que no encaja ni dentro ni fuera de la institución. No es un héroe ni un mártir, sino un hombre atrapado entre la disciplina militar y sus propias contradicciones. Un personaje que asiente frente al poderoso, pero que, en un último acto de dignidad, opta por pedir un habeas corpus como único gesto de resistencia.
A través de una prosa directa y sin concesiones, la novela ofrece una mirada cruda sobre la vida en los cuarteles, las relaciones de poder dentro del Ejército y los dilemas morales de quienes visten el uniforme. No es una denuncia ni una apología, sino una exploración literaria de lo que ocurre más allá de los informes oficiales y los discursos prefabricados.
De la vida militar a la docencia en Cataluña: otra estructura, otra batalla
Pero la historia no termina con la vida castrense. Penalba, tras abandonar el Ejército, encuentra en la docencia otro tipo de estructura rígida, esta vez en la enseñanza en Cataluña, durante el procés. Como profesor de castellano, se enfrenta a un escenario donde las lenguas no siempre están al servicio de las personas, sino que, en ocasiones, parecen imponerse sobre ellas, exigiendo lealtades que van más allá de lo lingüístico.
Descubre que, al igual que en el Ejército, hay estructuras que absorben al individuo, que imponen su lógica y establecen líneas de pertenencia y exclusión. Si en los cuarteles la jerarquía era incuestionable, en las aulas la lengua se convierte en un criterio de identidad que, en ciertos contextos, puede ser tan rígido como cualquier reglamento militar.
La novela retrata con crudeza esta realidad sin caer en clichés ni simplificaciones. Penalba, un hombre sin ubicación, se mueve entre escenarios donde lo rechazan, lo admiten o lo ignoran. En el Ejército, en la enseñanza, en su propia vida personal, es un personaje que busca encajar en un mundo que nunca le ofrece un lugar del todo.
Un retrato sin complacencias sobre la pertenencia y el desencanto
Más allá del ámbito militar, Mientras el río fluye es también una novela sobre el desarraigo, el choque entre vocación y realidad, y la lucha interna entre la obediencia y la necesidad de sentido. La identidad en esta obra no es un refugio estable, sino un proceso de reconstrucción constante. Como decía Gracián, «las pasiones son los humores del ánimo, y cualquier exceso de ellas causa indisposición de cordura»; en la novela, los personajes oscilan entre pasiones incontrolables y una parálisis existencial que los deja varados en el presente.
El Ejército, en esta historia, se convierte en una metáfora de todas las instituciones rígidas que absorben a quienes las integran, imponiendo su lógica sobre la individualidad. Es un mundo donde la camaradería coexiste con la competencia feroz, donde la lealtad se mide en términos de jerarquía y donde las reglas, a veces, importan menos que las relaciones de poder. Y ese mismo dilema se traslada a otros espacios como la enseñanza, donde el protagonista choca con una realidad en la que el lenguaje, en vez de ser una herramienta de unión, puede convertirse en una frontera.
Una obra fuera de las modas editoriales
La obra de Blas Valentín Moreno no sigue las tendencias comerciales. No busca el escándalo fácil ni el reportaje novelado. Su apuesta es literaria y su mayor valor está en el tratamiento profundo de su protagonista, en la construcción de un mundo que resulta familiar para quienes han pasado por el Ejército, pero que también interpela a quienes nunca han vestido un uniforme.
Si te interesa una novela que explore la vida militar y civil desde la incertidumbre, el desengaño y las pequeñas decisiones que terminan marcando un destino, Mientras el río fluye es una lectura que no dejará indiferente a nadie.
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