Por más que trato de alejarme, siempre me atrapa. Por más que limpio lo apulgarado y lo dejo blanco, vuelve a ponerse negro
Hablo de pared y hablo de vida. La transmutación de los problemas en sombras y puntos oscuros en los vértices de la habitación. Si un día no sonrío, la mancha de humedad crece. Si otro día le grito a alguien, el moho llega a los libros y contamina todo lo que encuentra en las estanterías, creando una capa de putrefacción imposible de limpiar.
No mires arriba si no quieres ver al fantasma del techo que pone en relieve mis miedos, mis angustias y mis sueños no cumplidos. Está ahí. Le veo acrecentar su satisfacción en la oscuridad. Has de seguir luchando cada segundo para parar la mancha negruzca, porque todo se apulgara si lo dejas a la deriva. Vendrán días… ¿han de venir?
No consigo librarme del hedor de la violencia física y verbal, las mentiras de lo público y la sinrazón de la ambición material. El entorno es un halo, una silueta que recorta derechos, que antepone lo material a lo espiritual. El corazón se ennegrece hasta límites insospechados, ahíto de tanta denigrancia, de tanto estertor tecnológico, de tanta vejación intangible, de tanta dictadura empresarial revestida de fibra óptica, de electricidad y de gas natural, ingredientes de la alienación.
Todo pasa rápidamente, nada queda
El camino hacia la verdad es un pantano infecto, un muro infranqueable, un búmeran que te pega fuerte en las narices, una utopía en tiempos de bytes y algoritmos al ritmo de la velocidad de la luz. Todo pasa rápidamente, nada queda. Todo se diluye, nada permanece. Todo implosiona, nada explota. Todo es mentira, nada es cierto. Todo es negro, todo es negro, todo es negro…
Hay reparadores de humedad que cobran caro por su trabajo, pero este padecimiento, mental, físico y extracorpóreo, no se quita con Paracetamol. Los solucionadores de la suciedad tendrían que luchar contra la pátina, ese barniz duro, de color aceitunado y reluciente, que por la acción de la humedad se forma en los objetos antiguos debronce. Todos parecen esculturas. Lo estático se deteriora, se va muriendo poco a poco, se va cayendo a trozos, reposo de moscas, mosquitos y moscones.
La humedad por capilaridad la podemos encontrar prácticamente en todos los edificios antiguos y en la mayoría de los de reciente construcción. Podemos definir humedad como la diferencia en volumen de agua contenida en un material con su comparación con la cantidad que tendría en estado seco. Se produce por el fenómeno de ascensión capilar del agua y se transmite a través de los materiales porosos del muro. Haciendo una analogía, el edificio de la sociedad tiene mucha humedad, se apulgara por momentos. Está construido sobre terreno pantanoso. Y hay que deshumidificarlo todo para que la mierda oscura no gotee.
Hay que abrir ventanas, levantar alfombras, vaciar trasteros y altillos. Matar al bicho de la confrontación, el que provoca esta pared mojada, estos hongos que permean en nuestros miedos
La mancha cada vez se hace más grande en el techo de mi mente, subconsciente colectivo repleto de lugares comunes con moho. Educación, ciencia, naturaleza, deporte, política, cultura… El caleidoscopio de la ciudadanía con principios se ha averiado por culpa de este insoportable olor a cerrado. Hay que abrir ventanas, levantar alfombras, vaciar trasteros y altillos. Matar al bicho de la confrontación, el que provoca esta pared mojada, estos hongos que permean en nuestros miedos y paralizan nuestro buen entendimiento, nuestra convivencia pacífica. La Cosa del Pantano se siente como en casa.
Todo comenzó con un punto negro en la esquina del techo y ahora el chapapote cubre nuestras cabezas. ¿Cómo limpiar tanta inmundicia? Ahora nos acordamos del Sheriff King, el Capitán Trueno y el Espadachín Enmascarado. Ahora añoramos las mañanas de juego infinito en la plaza, las tardes de Parchís y las noches de blanco satén, en las que todo estaba reluciente. Sin humedad, sin agujeros, sin indiferencia. Cuando el corazón importaba más que el dedo índice. Coged la mano de la persona que más queráis y apretadla con fuerza.
Una forma diferente de explicar la realidad que hoy vivimos. Difícil es matar al bicho, cuando el olor deja de molestar y te acostumbras a ver todo apulgarado. El miedo es no recordar cómo era antes de aparecer el bicho.