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La consejera de Salud, Catalina García, en sesión parlamentaria.

Opinión, Salud

Lo que para la sanidad pública es un problema no parece serlo para la privada

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Según doña Catalina, el problema de las listas de espera en el Servicio Andaluz de Salud es su falta de médicos. Ante esto, conviene recordar que una de las promesas electorales del PP para con la sanidad pública era la de suprimir el complemento de exclusividad de la nómina de sus profesionales sanitarios por el que se penalizaba al que compatibilizaba su actividad en la sanidad pública con la privada

Los facultativos que trabajaban solo en la pública cobraban más que los que lo hacían también en la privada. Al poco de tomar posesión de su cargo como presidente del gobierno de Andalucía, Moreno Bonilla llevó a cabo esta promesa: todos los facultativos del SAS cobrarían lo mismo tanto si trabajaban en exclusiva para el SAS como si lo hacían también para la privada. Más adelante, el gobierno andaluz quitó la prohibición a los jefes de servicio y de sección de trabajar también en la sanidad privada.

En un principio, los que defendían esta medida decían, entre otras consideraciones, que esto supondría un beneficio para la sanidad pública porque de este modo se retenían facultativos y se rescataban profesionales de prestigio que solo trabajaban en la privada. Una y otra consideración suscitaron mucha polémica, por cuanto no es comprensible renunciar a un sueldo público por el de la privada, que es inferior y porque la sanidad pública es la que goza de mayor calidad y prestigio.

El tiempo ha dado la razón a quienes consideraban que, con esta medida, se vería reforzada la sanidad privada. Al no estar ya penalizado, cada año aumenta el número de facultativos que quieren trabajar también en la privada para poder conseguir entre una y otra un sueldo digno. Esto que es muy loable, porque supone para el SAS verse arrastrado a peticiones de compatibilidad y de reducciones de jornada y a no poder disponer de estos facultativos que trabajan también en la privada para realizar esas continuidades asistenciales y horas extraordinarias que se realizan fuera de la jornada ordinaria con el fin de reducir las listas de espera.

Conflictos de intereses

Lo más inaceptable de todo esto es que sus jefes de servicio y de sección puedan ejercer también en la privada. Jefes de servicio con la responsabilidad de gestionar un presupuesto que no deberían trabajar también en la privada por los conflictos de intereses que eso podría suponer. Pero esto, a Moreno Bonilla y a su consejera de Salud no les preocupa. Podría suceder que estos jefes de servicio, con tal de ahorrar o una vez agotado su presupuesto, optasen por derivar más pacientes a la privada.

El decreto-ley 26/2021 sobre simplificación administrativa permitirá concertar con más centros sanitarios privados de los que hasta entonces se concertaban y todos pelearán por hacerse de un trozo de esa enorme tarta que nos costará a los andaluces 734 millones de euros.

La jugada de Quirón

Más centros sanitarios privados con los que poder concertar que tendrán que reforzar sus plantillas tal como lo ha hecho el hospital privado Quirón Salud Infanta Luisa de Sevilla. Este hospital ha conseguido incorporar a la plantilla del Departamento de Cirugía General y de Aparato Digestivo a 20 facultativos que también seguirán trabajando en la sanidad pública. La mayoría de estos proceden del Hospital Virgen del Rocío y, en menor número, del Hospital Macarena y del Hospital de Jerez.

Este reforzamiento de plantilla de ese hospital privado perteneciente al Grupo Quirón con el que el SAS mantiene conciertos lo ha conseguido el cirujano que dirige el departamento del servicio de esa especialidad como consultor senior (es también jefe de Servicio de Cirugía General y Aparato Digestivo de un hospital público, el Virgen del Rocío de Sevilla). Mientras que la sanidad pública, según dicen, no encuentra fuera de ella facultativos para contratar, la privada puede permitirse el lujo de elegir entre los miles que hay en nuestros hospitales públicos.


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