El 31 de diciembre de 2020 se publicó en el BOE los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y en ellos vienen detalladas las subvenciones a los partidos políticos que cada año se lleva a cabo. El jurista y presidente de la Junta Democrática de España, Rubén Gisbert, hace un detallado análisis de esto mismo, en donde muestra cómo con dinero público se paga a las estructuras de funcionamiento internas de los partidos políticos
Esta práctica se llevó a cabo en los regímenes totalitarios del siglo XX, cuyos partidos políticos formaban parte del Estado, donde, integrando a las masas del mismo bajo el control del jefe de partido y creando una jerarquización que, tras el estudio sociológico de Robert Michels, se le llamó Ley de hierro de las oligarquías, se volvieron estructuras independientes de las personas que lo formaban. Si tenemos en cuenta que los partidos políticos nacen para aglutinar ideas y que no son estructuras necesarias (de ejemplo está Estados Unidos), la acción de darle a los partidos tanto poder integrándolos en el Estado hace que se pervierta el concepto de partido político, encontrando aquí un germen del totalitario.
Tras esta aclaración, debemos mostrar de qué cantidad de dinero estamos hablando cuando en el BOE hablan de subvencionar partidos políticos. Según el BOE, 52,7 millones de euros se destinaría al funcionamiento interno de los partidos y 2,7 millones de euros para la seguridad de los mismos. Independientemente de estas cantidades, cuyas cifras son considerables, se establecen, dentro de los programas de créditos del Estado, 62,9 millones de euros para elecciones y partidos políticos. Es decir, cualquier persona cuyo salario se rija por los impuestos españoles estará pagando indirectamente a cualquier partido político, porque estos están subvencionados por el Estado. Por el mero hecho de existir, los partidos políticos cobran del salario público siendo los mismos políticos los que, a través del consenso y de los votos, ratifican la subvenciones a los mismos. En este caso, es la norma ver cómo todo partido político obliga moralmente a los ciudadanos a votar, pues cada voto cuenta en cada subvención. Por otro lado, tenemos el estudio que la revista Asocex hizo desde el 2009 al 2015, en donde podemos ver cómo la cantidad total que los partidos obtienen a través de dinero público y créditos bancarios es de unos 200 millones de euros. Esto, como ya dije, lo explica Rubén Gisbert, del cual cogemos datos que él mismo muestra y que son públicos y visibles para cualquier persona.
También apreciamos en el BOE la cuantía de 70.000 millones de euros para transferencias a otras administraciones públicas, una tercera parte del gasto en pensiones cuyo destino va a las empresas públicas donde los políticos con poder, entre las 17 autonomías españolas, enchufan en estas empresas públicas a amigos y familiares, creando una red clientelar de corrupción. Así recogen de las palabras de Roberto Centeno, en un artículo de Vigoalminuto, cómo las empresas públicas españolas no sólo han ido en aumento de trabajadores sino que en muchas de esas empresas exceden el número de empleados necesarios, aunque de esto ya habló Cristóbal Montoro, el que fue ministro de Hacienda, afirmando que en España había “dos millones de enchufados”.
Asimismo, Libremercado nos muestra un artículo donde nos cuenta cómo en la administración pública en el año 2013 había 30.000 puestos a dedo en empresas públicas. Otro artículo de Elperiodico nos cuenta cómo la diputación valenciana se iba a gastar 2 millones de euros en 7 personas enchufadas… Podríamos seguir así todo el día, pero la página Casos-aislados nos facilita las cosas, pues nos muestra todos los casos de corrupción desde 2010 hasta la actualidad, claro está, los casos que han salido a la luz, ascendiendo la cifra de dinero robado, de una u otra forma, a 124.124.090.826 euros. Cada uno de los partidos tienen un apartado en esta página, pues todos han cometido algún caso de corrupción, cuya cifra casi llega al gasto anual de pensiones publicado en los Presupuestos Generales del Estado del BOE.
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