En la celebración de los 43 aniversarios de nuestra Constitución (1978-2021), he de recordar la concordia que presidió la Constitución de 1978 y que hizo que todos los españoles lucháramos juntos y consiguiéramos un bienestar social jamás conocido. Insisto, la transición española fue la única etapa de nuestra historia común donde hubo un consenso por parte de la mayoría de las fuerzas políticas
Nuestra Constitución es firme, de igual forma que lo son las constituciones más antiguas del mundo como la de Estados Unidos, de 1787; la de Noruega, de 1814; la de Bélgica, de 1831; la de Canadá, de 1867 etc… aunque, como ocurre en la mayoría de las democracias avanzadas, haya que hacer modificaciones coherentes adaptadas a la realidad general y a los grandes cambios sociales que tienen lugar de una generación a otra.
En el título preliminar de la Constitución, nos dice en su artículo 6: «Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular… Su creación y ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley«. Pero, ¿hay respeto a la Constitución y a la ley? Casi todos los días vemos en el Parlamento actuaciones reprobables que dan poco ejemplo a la ciudadanía y que, a veces, atentan contra la ley.
El artículo 2 dice: «La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas«.
Imposiciones demagógicas
Después de tanta discrepancia, desvaríos, imposiciones demagógicas e ilusorias historias que deforman la realidad, hemos llegado a un punto en que la comunicación es un galimatías. La necesidad de cohonestar el hecho ha sido siempre el lema de todos nuestros gobernantes desde la Transición.
Tengo el convencimiento y, aprovechando esta gran festividad, celebramos este día con la esperanza del no enfrentamiento, del dialogo, de la hermandad, del resurgimiento del sentido común y como principal objetivo, la prosperidad y avance conjunto de todos nuestros pueblos, muy necesario en los momentos que estamos viviendo.
Yo creo que la Constitución Española no nos ha tenido a todos en ella.
El factor más importante para nuestra supervivencia es la naturaleza y esa no ha sido incluida en ella.
Ahora sabemos que existe y que para poder vivir en este planeta tenemos que cuidarla.
«Nuestra Constitución», como se empeñan en llamarla, representará a todo el «pueblo español» cuando deje de ser un «Viva la PePa».