Quien haya leído la memorable novela ‘Cien años de soledad’, recordará aquel pasaje en el que la peste del olvido invade Macondo y cómo sus protagonistas, ante la incipiente pérdida de memoria, comienzan a marcar con un hisopo entintado cada cosa con su nombre, en un intento desesperado de conservar la conciencia
Si la vida en Macondo es el máximo exponente del realismo mágico, la gestión de los responsables de función pública de Juanma Moreno está compitiendo, por méritos propios, para erigirse como nuevo estandarte del mismo, en una versión andaluza y real como la vida misma, que nos deleita y asombra con episodios casi fantásticos como los contratos exprés, la consolidación del enchufismo pesoista, el planteamiento de un posible genoma de funcionario y la próxima joya de la corona: una nueva Ley de Función Pública que abre las puertas a la colocación a mansalva de políticos, a procedimientos selectivos para el acceso a la función pública sujetos a la discrecionalidad de entrevistas conductuales o exposiciones curriculares y a la pérdida de derechos de los funcionarios.
Maltrato a los funcionarios
Convendría, ya que se empeñan en superar en excelencia al gran García Márquez, ofrecerles esta magnífica lectura y animarles a usar aquella sencilla pero útil técnica de marcar con un hisopo para identificar sus causas defendidas, no sea que en esta legislatura continúen olvidando todos aquellos principios defendidos durante la oposición y maltratando, con un empeño envidiable desde que llegaran a San Telmo, a los funcionarios públicos de nuestra región.
Señoras y señores, en Macondo llovió incesantemente durante cuatro años, 11 meses y dos días, y aquí aún sigue lloviendo.
Ya lo dice la canción:
En Macondo comprendí
Que al lugar donde has sido feliz
No debieras tratar de volver.