luis miguel benito

El doctor Luis Miguel Benito.

Salud

Entrevista con el médico Luis Miguel Benito (I): «Si a partir de ahora, el facultativo tiene que obedecer los dictámenes de la OMS, perderá su autonomía a la hora de prescribir»

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Tras haber asistido al VIII Congreso Nacional de Ética y Deontología Médica, que se celebró recientemente en Sevilla, el doctor Benito habla para EL LIBRE sin tapujos de la importancia de la ética en el trabajo médico. El especialista en Digestivo detalla cómo podría cambiar a peor si se confirma que el nuevo código, pendiente de publicación oficial, obliga al profesional a obedecer a la institución en la que desempeña su labor en lugar de poner al paciente en el epicentro de su quehacer diario

El doctor Luis Miguel Benito es un experto en el Aparato Digestivo y en Endoscopia que, en los últimos 15 años, ha realizado más de 25.000 endoscopias digestivas, trabajando en la sanidad pública y también en la privada. Es colaborador en foros médicos de radio y televisión y en las redes sociales y autor de publicaciones científicas y libros como Coronavirus: tras la vacuna (2020) o El médico tras la verdad (2013). Esta es la primera parte de la extensa entrevista que ha concedido a EL LIBRE (la segunda entrega se publicará próximamente).

-¿Cómo de importante es la ética en el profesional sanitario?

-Todo el mundo debe tener una ética. Los médicos no se esperan que sus instituciones les estén regularizando para que pierdan su autonomía, para que tengan necesariamente que obedecer las directrices de las multinacionales. Esto no solamente afecta al quehacer del médico sino a aquellos a los que los médicos vamos a atender, que son los pacientes.

-¿Es más importante la ética en medicina que en otras profesiones?

-Si un médico lo hace mal, se carga al paciente, pero si un abogado lo hace mal, su cliente va a la cárcel. Entonces, los periodistas tienen un compromiso con la verdad, pero los partidos políticos te dejan decir o no decir, te subvencionan con publicidad o no. A los que alardeaban de ser independientes, llega un momento en el que las autoridades les dicen: «Ve por aquí; a este le censuras; a este no lo traigas…». Llevo dos años ofreciendo mi voz gratuitamente a todos los medios de información pero, cuando saben la línea que llevo, no me dejan. Un ejemplo: si no se ha oído la pregunta y te sesgan la respuesta, es una manipulación clara. Lo decía Richelieu: «Dadme cinco líneas escritas por la mano del hombre más honrado, que encontraré motivos para hacerle ahorcar».

-Usted se encontró con la censura cuando decidió ponerse en contra de la versión oficial ante el coronavirus…

-Efectivamente. A mí me llegaron a cerrar el Facebook. No había necesidad de vacunarse masivamente. Si alguno lo hubiera necesitado, se tenía que haber individualizado el caso, como hemos hecho siempre en medicina, previa información al paciente. En este debate deontológico no sale el mea culpa de no haber informado a los pacientes. Hemos secundado unas directrices políticas sin un respaldo científico de esas medidas. Como el dislate es tan grande, han buscado la manera de modificar el código deontológico.

-Pero ustedes tenían un código deontológico vigente durante la pandemia…

-Claro. Vamos a ver, el código deontológico en medicina se estructura en 1978. Luego hay modificaciones en 1990, 1999 y 2011. El vigente es el de 2011 y, basándonos en él, encuentras numerosísimas ocasiones en las que la conducta de los médicos, tanto individual como colectiva, ha quedado en entredicho con todo lo que ha sucedido en la pandemia. Es una normativa interna que cumple la misión de que los médicos conozcan cuál es la manera correcta de proceder. Tiene carácter normativo para los médicos e incluso posee carácter sancionador. Salvo en delitos penales, la justicia tiende a decir: «Allá vosotros con vuestra manera de actuar». Cuando existe un perjuicio directo a un paciente, no es ético el corporativismo. No se puede tapar a otro colega cuando ha hecho las cosas mal y se ha provocado un daño, es un delito deontológico de encubrimiento y de cohecho. Poner un vacunódromo en un colegio de médicos es como poner un prostíbulo en un convento de monjas. Hemos hecho las cosas rematadamente mal.

-¿Cómo es el nuevo código?

-Todavía no se ha publicado, pero hay rumores de que las modificaciones que se han introducido van a salvaguardar la responsabilidad del médico, haciendo que su conducta ética no sea hacia el paciente sino hacia la empresa que le emplea, ya sea la Organización Mundial de la Salud, el Ministerio de Sanidad, la Consejería de Salud o una privada. Eso es un cambio muy importante si eso es verdad. Si a partir de ahora, el médico tiene que obedecer los dictámenes de la OMS, perderá su autonomía a la hora de prescribir. Es una manera también de agradar las conciencias de los médicos pusilánimes. Es un apartado que sí que ha trascendido. Asimismo, el médico no podría pronunciarse en contra de los organismos nacionales e internacionales que rigen la salud. Y entonces, el paciente sí que tendría que tener miedo de acudir al médico, porque el que viste la bata blanca sería un lacayo de la OMS.

-¿Por qué cree que ninguna de las denuncias contra el exministro Illa han prosperado?

-Hay mucho malestar. Donde hay una cierta disciplina, una cierta jerarquización, los de arriba tienen unas consignas claras y esto también pasa en la justicia. ¿Cuál es el riesgo que tiene una sociedad donde todos los poderes convergen en uno solo? Totalitarismo. Con cierto cinismo, muchos políticos les dicen a los ciudadanos: «Si usted ve irregularidades, denúncielo». Y se sonríen, porque saben que los jueces les van a dar la razón a ellos. Entonces, queda muy poco margen para la protesta legal, honesta, ciudadana.

-¿Cuál es la solución a todo este desaguisado?

-Animo a la gente a que busque alternativas positivas, porque, si no hay ninguna alternativa, prefiero seguir durmiendo, porque, si no tienes algo distinto que ofrecerme, prefiero esta mierda de vida. Por eso, hay que ingeniárselas para crear una nueva sociedad al margen de la mierda que nos han metido las instituciones públicas. Hay que formar estructuras alternativas en sanidad, en comercio, en educación, en seguridad ciudadana… ¿Qué está pasando con el excomisario Ferris en Valencia? Ha tenido que montar unas patrullas de detención ciudadana, porque las institucionales solo hacen la vista gorda frente a la delincuencia organizada de la inmigración ilegal. La gente se va dando cuenta de todo esto.


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