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El líder del partido Chega, André Ventura, en una protesta contra quienes dicen que Portugal es racista, el pasado 27 de junio en Lisboa. / REUTERS

Opinión, Política

Elecciones presidenciales en Portugal: el acecho de la extrema derecha

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El próximo 24 de enero de 2021 se celebrarán en Portugal Elecciones a la Presidencia de la República. Las candidaturas se presentan a título individual, reuniendo más de 7.500 firmas y normalmente -aunque esto no es necesario- con el apoyo de alguno de los partidos nacionales. El papel del presidente de la República Portuguesa acaba por ser muy similar al del rey en España, con una intervención en la vida de los gobiernos prácticamente nula, pero con poder de veto sobre las leyes y de disolución del Parlamento en casos de excepcionalidad

El actual presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, vuelve a candidatarse y parte, según los últimos sondeos, como claro favorito para revalidar un segundo mandato. En sus intervenciones, sin embargo, se echa de menos el entusiasmo de otros tiempos, posiblemente víctima de su convivencia con un gobierno al que se ve obligado a sonreír, mal que le pese. En todo caso, el protagonista de esta campaña es el candidato del recién llegado partido Chega (algo así como Basta en español), un partido que entona los salmos de la extrema derecha europea y que cuenta ya con un diputado en el Parlamento portugués.

André Ventura es el secretario general del partido y también el candidato a la Presidencia de la República. Tal como Santiago Abascal, su homólogo en España, hizo su vida política en el partido de derechas de toda la vida en Portugal (el PSD) escindiéndose de él para crear este nuevo proyecto, muy prometedor si tenemos en cuenta el recorrido de sus clones en Francia y España.

Resultan llamativos los mimetismos de la campaña del Chega y la que tuvo Vox cuando apareció, especialmente en lo que se refiere a presencia mediática. En su día Vox, a pesar de ser una fuerza política minúscula, era tema de interés mañana tras mañana en los programas de tertulia política de las diversas televisiones nacionales, y sus actos tenían una presencia en los medios impropia de un partido con su representación. Aunque fuese para criticarles, lo cierto es que no se dejaba de hablar de ellos y eso, junto a alguna entrevista desafortunada, acabó por auparles un tiempo después a donde están ahora: tercera fuerza política del país. Y ni hablemos de lo que ocurre en Francia, donde Marine Le Pen lidera la intención de voto para las presidenciales del año 2022. Ni en España aprendimos de lo que ocurrió en su día en Francia con la saga de los Le Pen, ni en Portugal han aprendido de lo que ha ocurrido en España con Vox en términos mediáticos y políticos.

Para poner un ejemplo concreto, la semana pasada la cadena de televisión SIC (una de las cuatro nacionales que emiten en abierto) ocupaba su prime time de la noche con un programa sobre los gitanos, la xenofobia y el partido que la representa, el Chega. El documental mostraba la realidad de exclusión social que vive esta etnia en contraste con el discurso de André Ventura, cargado de soluciones fáciles, sobre todo para él. Al día siguiente, también a la hora de cenar, adivinen quién estaba debatiendo de nuevo en abierto en un debate a dos para las elecciones presidenciales… Efectivamente, André Ventura. Pero, ¿y el día siguiente del siguiente? También, a la misma hora, prime time… Siempre cabe la posibilidad de que sean casualidades, pero en ese caso tendría que ser mucha casualidad.

El pasado mes de noviembre, Miguel Sousa Tavares, uno de los periodistas más importantes del panorama portugués, entrevistaba a André Ventura. Tal como ocurrió en nuestros debates electorales en los que nadie supo confrontar a Santiago Abascal con la realidad, saliendo este último reforzado en lugar de ridiculizado gracias a la incompetencia de sus adversarios, algo debió ocurrir en la cabeza de Miguel Sousa Tavares. Algo que le imposibilitó desmontar el discurso xenófobo y sectario de André Ventura, cediendo a una dialéctica farragosa y permitiendo al candidato populista -político como tantos otros, sin principios y con sed de poder- erigirse en un supuesto arcángel defensor del contribuyente medio. Miguel Sousa Tavares fue posteriormente muy criticado por esta entrevista, pero el mal ya estaba hecho.

De esta guisa, André Ventura continúa copando la escena mediática de lo político, a pesar de, insisto, contar con un solo diputado en el parlamento. El PAN, Partido Animalista de Portugal, cuenta con cuatro diputados, pero muchos portugueses no saben el nombre de su líder. El PEV, el Partido de los Verdes de Portugal, tiene dos diputados: ídem de lo mismo, ostracismo e indiferencia mediática. No hay documentales para estos partidos confrontándoles con grupos de poder o dando visibilidad a escándalos medioambientales que denuncien. ¿André Ventura, el del Chega? Todo el mundo sabe quién es, qué defiende, y por eso poco a poco va reuniendo cada vez a más seguidores.

Así, si el candidato populista del Chega consigue el tercer lugar en las elecciones a la Presidencia de la República, habrá que sobreactuar para decir que ha sido una sorpresa, aunque sin duda no faltará quien haga este ejercicio de buen grado. El sistema político portugués es partitocrático, tal como el español, aunque, eso sí, con una menor tendencia a la hipérbole y la crispación. La sociedad portuguesa, donde tener un coche que no sea blanco, gris o negro es considerado un ejercicio gratuito de excentricidad o donde se ha usado el término brasileña como sinónimo de prostituta, a pesar de sus recientes avances, muestra aún algunos tics conservadores que pueden facilitar la proliferación del nacional populismo del Chega. André Ventura, sin duda, va a aglutinar también buena parte de la insatisfacción general del electorado con los partidos tradicionales. Por ello, resulta previsible que su masa de votantes aumente de manera considerable en los próximos tiempos de forma general y en las próximas elecciones presidenciales en particular.

En todo caso, y tal como diría el mítico filósofo futbolista del Oporto João Pinto, “pronósticos, solo al final del partido”.


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