La integridad y el bien común es la base moral universal, no la ideología política
El adelanto del conocimiento tendría que ser el primordial objetivo de los estados en todas sus condiciones de autoridad. La ventaja de la inteligencia sobre nuestra colectividad favorece una serie de elementos que revitalizan el avance general.
El declive ético y honesto de nuestra civilización, con el desasosiego de miles y miles de ciudadanos, no puede agruparse en el modelo crispado que anega nuestro mundo. Este angustiado resultado es el origen de esta caída.
Es imprescindible tomar medidas para que nuestros jóvenes sean de nuevo educados con coherencia y libertad en la ética. Como primicia esencial, la probidad, el compromiso, la voluntad por la innovación, la aspiración de mejora, la consideración a las leyes democráticas y a las ideas de los demás ciudadanos… Estas pautas son cimiento de justicia y libertad.
El mundo está harto de contemplar
El mundo está harto de contemplar, y ahora más, la ignominia, la pobreza y la desesperanza en que viven tantas naciones de nuestro planeta. Mientras tantos países poderosos, sin alma ni corazón, articulados en la manipulación y el engaño, con el único fin de conseguir el poder, reavivan los conflictos bélicos, provocando el horror y la muerte a miles de personas inocentes, como está ocurriendo con Israel y Palestina.
Se debe realizar un giro espectacular a nivel mundial en política, economía y derecho, para hacer del planeta un ámbito más justo y equitativo. De no ser así, nuestra civilización, la de los medios digitales, la de la inteligencia artificial, la del inmenso avance tecnológico y científico, desaparecerá.
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