El pasado lunes, España vivió un apagón histórico. Pero lo más escandaloso no fue la oscuridad, sino la previsibilidad del desastre. Hacía dos años que el colectivo ‘No al Apagón’ venía advirtiéndolo: el sistema eléctrico español es una bomba de relojería. ¿Quién los escuchó? Nadie. ¿Quién va a responder ahora? Tampoco nadie, al parecer
Más de 60 millones de personas -en España, Portugal y parte del sur de Francia- quedaron sin electricidad durante horas. Trenes bloqueados, hospitales al límite, telecomunicaciones caídas… ¿El origen? Según Red Eléctrica de España, una pérdida súbita de 15 GW. Pero más allá de lo técnico, el fondo del asunto es otro: el sistema está al borde del colapso y nadie quiere admitirlo.
¿Sorpresa? Solo para quien no quiso ver
Los medios generalistas corrieron a tranquilizar a la población: «No fue un ciberataque», «todo está bajo control». Pero el problema no es ese. El problema es que llevamos años ignorando señales claras: falta de mantenimiento en la red, infraestructuras obsoletas, privatización progresiva de sectores estratégicos y una dependencia total de una digitalización que no prevé fallos.
España es, energéticamente, una isla. Una península desconectada del resto de Europa, con apenas un 2% de interconexión eléctrica con Francia. El objetivo de la UE es llegar al 15%… pero eso es papel mojado si no se convierte en prioridad política real.
Silencio institucional y resiliencia ciudadana
Durante el apagón, mientras los políticos brillaban por su ausencia y las explicaciones eran vagas, la ciudadanía demostró que está varios pasos por delante. Vecinos ayudando, comerciantes regalando hielo para conservar alimentos, músicos tocando en plazas, personas mayores siendo asistidas por desconocidos…
Una vez más, la gente corriente salva la situación mientras los responsables miran hacia otro lado. Y los que lo habían denunciado –colectivos ciudadanos, analistas independientes, medios libres– siguen sin ser invitados a la mesa donde se toman decisiones.
No era una exageración: era una advertencia
Como bien recordó EL LIBRE en un artículo, lo ocurrido no fue una sorpresa para quien ha estado prestando atención: No al Apagón lleva dos años avisando de que esto podía ocurrir (enlace al artículo). Quien quiera seguir culpando a «imprevistos» o a «fallos puntuales» está, simplemente, negando la realidad.
¿Qué hay detrás del apagón?
¿Y si esto no es un simple fallo técnico, sino el síntoma de algo mucho más grave? Un modelo energético entregado a manos privadas, orientado al beneficio y no al bien común. Un Estado que externaliza responsabilidades. Un discurso político que vende progreso y transición ecológica mientras olvida la resiliencia, la prevención y la soberanía energética.
Ya hemos visto qué ocurre cuando el sistema falla. La pregunta ahora es: ¿vamos a seguir como si nada, esperando el próximo corte?
Hora de encender otra luz
El apagón no solo fue eléctrico. Fue también informativo y político. En los grandes medios, poca autocrítica. En las instituciones, mucho silencio. Pero desde abajo, desde la gente común, se encendió otra luz: la de la conciencia.
Hoy, más que nunca, necesitamos hablar de soberanía energética, de preparación ciudadana, de descentralización, de sistemas autónomos. Porque, si algo está claro, es que el Estado no va a venir a salvarnos. Y quizás, si seguimos así, ni siquiera podrá.
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