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El homenaje a los 25 años de 'Todo sobre mi madre' en la gala de los Goya 2024. / EFE

Cultura, Opinión

El espectáculo debe continuar

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Es una pena tener que empezar un artículo justificándome. Un servidor hace tiempo que no vota y que no está en ninguna trinchera ideológica, cosa muy buena, por cierto, para no comprar la mercancía averiada de ninguno de esos dos grandes grupos que se hacen llamar progresistas o conservadores, derechas o izquierdas. Lo que siempre he estado es con los de abajo, con los oprimidos, con los que no son tratados con justicia ni tienen los privilegios que otros sí disfrutan

El pasado sábado vi la gala de los Goya. El cine español celebra su gran día, una fiesta donde debería primar su vertiente artística y cultural. Pero desde hace demasiado tiempo se ha convertido en una gran manifestación cuyos temas elegidos se hacen de manera parcial e interesada. El mundo del cine se convierte en adalid de las reivindicaciones que sí que son moralmente justas y, si la tuya no está entre las nombradas, es que o no existe o no tiene la importancia que, cómo no, ellos deciden si la tiene.

La tierra para quien se la trabaje, aunque al cine español no le importe. Parece ser que la lucha que está llevando a cabo el campo español con los agricultores ocupando nuestras carreteras en sus tractores no está entre las elegidas por este gremio, que decide lo bueno y lo malo. Lo que está claro es que ellos ajustician sin piedad. Un sector el del cine que, mayoritariamente, se define como progresista. Y, los que no lo sean, más les vale estar callados o ser Garci. Parece ser que unas personas que trabajan con la tierra, que se manchan las manos, que doblan el lomo de manera literal para ganarse el pan con unas condiciones paupérrimas, no merecen ser ni siquiera nombrados por esa élite que puede decidir lo que moralmente es defendible o lo que no. Para ellos, los agricultores deben estar metidos en el mismo saco que los banqueros o los grandes empresarios, porque, si no, uno no se lo explica.

Pero es que ahora hay un supuesto gobierno progresista y hay que comprarle toda su mercancía, aunque esta venga estropeada de fábrica. No se puede criticar ni a su amado líder ni al partido. El bloque debe mantenerse firme, sólido, aunque sus cimientos sean tan endebles como lo son los argumentos en los que basan sus actuaciones.

Pagar el pecado original

Se habló de feminismo y mucho. En un país donde por suerte no hay ninguna ley, gracias a Dios, que le quite un derecho a la mujer con respecto al hombre. También hubo muchas palabras contra la violencia sexual y no creo que no haya nadie con dos dedos de frente que esté en contra de esa lucha y de esa lacra social. Pareciera que el hombre actual no tuviera problemas, y si los tuviera, tener que sufrirlos y aguantarlos y pagar el pecado original cometido por sus compañeros de sexo en el pasado.

El suicidio es, por ejemplo, uno de los grandes males de nuestra sociedad. Más de 10 personas lo llevan a cabo en España cada día y la gran mayoría son hombres. El sinhogarismo crece a pasos agigantados entre nuestras calles y el número de mujeres es ínfimo, por suerte para ellas. Que el sexo de una persona determine la gravedad de un hecho sí que es sexista, pues la parcialidad se hace más que evidente.

Alba Flores por su parte reivindicó la paz en Palestina. Una defensa lógica, pero no por ello decae el mérito de hacerla. Israel está cometiendo una barbarie en ese territorio, que por parte de los partidos conservadores o de derechas españoles no debe de ser tal, pues se ponen de perfil o directamente callan ante semejante salvajada. Eso sí, salieron rápido a defender al Estado israelí cuando sufrieron ese deleznable ataque terrorista por parte de Hamas. Y es que ambos bloques son partidistas y se mueven por sus intereses particulares. Cuando Hamas mata a población civil israelí está mal, pero cuando hace lo mismo el ejército de Israel con la población palestina lo silencian.

Lo que está haciendo Israel no tiene nombre, amparado por todos los países de nuestro entorno, siempre a favor del poderoso y, por tanto, del que pueden sacar algo. Por no hablar de la falsa moralidad de la derecha española, que queda por los suelos. Ambos bandos son tendenciosos porque se benefician de serlo. Saben que sus seguidores más radicales y, por tanto, más fáciles de manipular comprarán todo discurso que digan los líderes de sus respectivas sectas.

Ni una palabra sobre Mónica Cervera, supuestamente una de las suyas. Actriz que hace muy poco fue noticia por decir que vivía en la calle en la ciudad de Marbella. Ganó el premio Goya a actriz revelación hace 20 años y ahora ese futuro ilusionante ha tornado en un presente desolador. Pues a nadie del sector le pareció algo a destacar. Mónica Cervera, en la entrevista donde se destapó la noticia, hablaba sobre la precarización de su profesión y cómo le había llevado a su situación actual, pero eso a sus compañeros no les importa tanto como para destacarlo en el día grande del cine español.

Eso si, hubo felaciones varias a Pedro Almodóvar. Cineasta de mirada única, distinta, y que es lo que le da valor a su filmografía, pero cuyos resultados son de una calidad irregular. Cada vez que intervino en la ceremonia los aplausos atronaban, los Javis le besaban y se lanzaban a sus pies, como si fuera el dios del cine el que se presentaba ante ellos. Una deidad que cuando no nominan a sus películas o no gana algún premio, se enfada y dejar de ir a las galas durante unos años. Ahora, como temen la ira de dios, le invitan estos últimos años y le homenajean aunque no venga a cuenta de nada.

Esta vez fue por el 25 aniversario de su película Todo sobre mi madre. Cada año se podría hacer eso con películas y directores que han sido importantes para nuestro cine, pero sólo se ha hecho con el queso manchego que más agujeros tiene. Una de sus intervenciones la utilizó para criticar al responsable de Vox en Castilla León por acusarles de cobrar subvenciones por hacer películas muy malas. Fue cobarde y populista, pues sabía que ese político estaba entre el público y buscaba su escrache. Que fuera increpado en la plaza pública. Tan populista es el argumento de la derecha española con respecto al tema de las subvenciones para denigrar a todo el cine patrio como la respuesta de este director que se cree dios y no deja de ser un mindundi, como lo somos todos los humanos.

En definitiva, una gala donde el cine por desgracia es lo de menos, y lo de más el ruido y la furia. El espectáculo debe continuar.


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