Un eclipse solar se produce cuando la Luna oculta al Sol, observado desde la Tierra. El sábado 29 de marzo se produjo un eclipse parcial de Sol, que se pudo observar desde España. En los próximos dos años, el 12 de agosto de 2026 y el 2 de agosto de 2027 se podrán ver dos eclipses de Sol totales desde nuestro país
Además de la belleza de ese fenómeno natural, que estimula el turismo fotográfico y de seguidores de eclipses, con repercusiones económicas, también tiene un importante valor científico, permitiendo avances difíciles de descubrir o comprobar sin ellos. Recordemos cómo, en 1919, aprovechando un eclipse, se pudo confirmar que la gravedad modifica la curva de la luz, algo predicho por Einstein en su teoría general de la relatividad.
El eclipse se produce por una serie de coincidencias precisas. El diámetro del Sol es unas 400 veces mayor que el de la luna y la distancia de la tierra al Sol es unas 400 veces la que hay a la luna. Así, vemos a los dos astros con un tamaño aparentemente similar, por lo que se pueden solapar por esa coincidencia y es posible ver eclipses totales desde la Tierra. Los satélites no siempre son redondos, pueden tener una forma más o menos irregular (como una patata). En este último caso, no se ajustaría para ocultar al Sol redondo. La Luna tiene la forma, el tamaño y está a la distancia justa para que se produzca un eclipse. ¿Es todo una coincidencia feliz del azar?
El tamaño de la Luna y su distancia a la Tierra son también las adecuadas para que la fuerza gravitacional entre la Tierra y la Luna, hagan que la vida en este planeta sea factible. Con mayor interacción, la atmósfera y el periodo rotacional se alterarían y, si la atracción fuera menor, habría mucha mayor inestabilidad climática y la vida sería imposible. La Luna influye en las mareas (un 60%). Las mareas son muy importantes en muchos sentidos, transportan calor y pueden suavizar las temperaturas en ciertos lugares.
Todo en su sitio
Si la Luna fuera de más tamaño, las mareas serían muy intensas, eso provocaría muchos problemas y, además, se enlentecería la rotación de la Tierra, haciendo los días más largos, lo que podría ser desastroso para la vida. Si la rotación de la Tierra durara más de 24 horas, la diferencia de temperatura entre la noche y el día sería muy grande y, si fuera menor, la velocidad de los vientos sería excesiva. La Luna tiene el tamaño adecuado y está a la distancia precisa para estabilizar nuestro eje de inclinación, responsable de nuestras estaciones. Si la inclinación del eje terráqueo se alterara levemente, las temperaturas en superficie serían muy extremas. Y si la Luna no existiera, la inclinación del eje de la Tierra variaría tanto que daría lugar a cambios de temperatura muy extremos, comprometiendo la existencia de seres vivos. Es una maravilla que el tamaño y distancia de la Luna a la Tierra sean los adecuados para nuestra existencia.
El astrofísico y sacerdote Lemaître y el físico Friedman dedujeron que el universo se expandía. En 1927, el astrónomo Edwin Hubble pudo observar la expansión del universo con el telescopio del Observatorio californiano de Mount Wilson, usando el efecto Doppler, el mismo que le permite a la policía determinar la velocidad de nuestros coches al pasar junto a sus equipos. Hubble encontró que, en todos los sitios de las galaxias a donde mirara, observaba que la luz que nos llega desde las distintas galaxias es más roja de lo que debía ser, lo que indica que las estrellas se separan.
Se ha confirmado de forma incuestionable que el universo se expande, hasta que se convierta en un espacio vacío y frío. Es lo que se llama el big freeze (gran congelación) o el heat death (muerte del calor). También sabemos que la velocidad de expansión del universo se está acelerando y no disminuyendo, lo que nos lleva a la conclusión de que, en un momento del futuro, la Luna estará más lejos de la Tierra y no se podrá observar desde aquí esa maravilla que son los eclipses. Con las explicaciones anteriores, sabemos que ese alejamiento del Sol y la Luna de nuestro planeta producirá cambios en el clima, incompatibles con la vida, es decir, cuando no se produzcan eclipses, no estaremos aquí.
Es una coincidencia fascinante que los eclipse totales de Sol se observen mejor desde nuestro planeta, el único en el que existe vida inteligente, capaz de apreciar y valorar dicho fenómeno astrológico, que desde ningún otro cuerpo celeste de nuestro sistema solar. Además, se pueden ver, precisamente, en el periodo de tiempo en que nosotros estamos aquí. Es como si todo estuviera previsto, como si se supiera que íbamos a venir. Se podría pensar que tanto los eclipses como nuestra aparición en la Tierra, estuviera todo muy bien planeado y diseñado.
¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
Llegados a este punto, podemos pensar que, desde el origen del universo en el Big Bang, con sus infinitas posibilidades de desarrollo, la aparición del Sol, la Luna y el planeta Tierra, precisamente con las características precisas para dar lugar a la aparición de vida racional, capaz de entender las implicaciones científicas de un eclipse y admirar su belleza, es todo fruto del azar y una cadena infinita de casualidades afortunadas, es la postura de los no creyentes (que sí creen en la diosa casualidad) o aceptar que una mente superior, infinita, eterna y todopoderosa ha creado y planeada todo. ¿Puede haber creación sin un Creador? ¿Hay diseño sin un diseñador? ¿Surge la vida de lo inerte y la racionalidad de la falta de racionalidad? Un principio elemental es que nadie ni nada puede dar lo que no tiene.
Tenemos que escoger la mejor explicación y tomar nuestra decisión. Una de las dos posturas es falsa. Yo no tengo suficiente fe para creer que todo comenzó de la nada y que la única razón sea el azar y la casualidad.
Comentarios recientes