El 31 de mayo se celebra el Día Mundial sin Tabaco, una iniciativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para concienciar sobre los efectos nocivos y letales del consumo de tabaco y la exposición al humo de tabaco ajeno
En este contexto, es crucial examinar los datos y experiencias locales y personales para comprender mejor el impacto de esta adicción.
Datos sobre el tabaquismo en Andalucía y España
En Andalucía, el tabaquismo sigue siendo una de las principales preocupaciones de salud pública. Según el Observatorio de Salud de Andalucía, aproximadamente el 27% de la población adulta es fumadora. Este porcentaje es ligeramente superior al promedio nacional en España, donde la prevalencia de fumadores se sitúa en torno al 25%. Estos datos reflejan una tendencia preocupante que requiere medidas urgentes y efectivas para reducir el consumo de tabaco.
En España, las políticas antitabaco han avanzado significativamente en las últimas décadas, con la prohibición de fumar en lugares públicos cerrados y la restricción de la publicidad del tabaco. Aun así, el tabaquismo sigue siendo una de las principales causas de enfermedades crónicas y muertes prematuras. Se estima que uno de cada 10 fumadores muere a causa de cáncer de pulmón, sin contar con otras enfermedades relacionadas como enfermedades cardiovasculares y respiratorias.
Experiencias personales y el impacto del tabaco
Las historias personales, a menudo, reflejan de manera más vívida el impacto devastador del tabaco. Un amigo mío, fumador de Ducados, sufrió un infarto a los 50 años. Afortunadamente, su hijo estaba en casa y pudo llevarlo rápidamente al hospital, salvándole la vida después de una larga operación. Esta experiencia subraya cómo el tabaquismo puede actuar como una ruleta rusa, poniendo en riesgo la vida de los fumadores en cualquier momento. Otro amigo tuvo que ser intervenido de corazón y también es fumador. Conozco a otros que han muerto de cáncer, fumadores también.
En mi familia, mi padre tuvo que lidiar con la arteriosclerosis, una enfermedad que estrecha y endurece las arterias, aumentando el riesgo de ataques cardíacos y derrames cerebrales. Murió a los 61 años. El tabaquismo es un factor clave en el desarrollo de esta enfermedad. Estas experiencias personales refuerzan la necesidad de educar y prevenir el consumo de tabaco.
La lucha contra el tabaco y las nuevas políticas
Recientemente, se ha debatido la posibilidad de prohibir fumar en las terrazas de los bares y otros espacios públicos al aire libre. Esta política busca reducir la exposición al humo de tabaco ajeno y proteger la salud pública. Sin embargo, también ha generado un debate sobre la libertad individual y la coherencia con otras políticas de drogas.
En mi opinión, no se trata de coartar la libertad, sino de proporcionar la información correcta para que las personas puedan tomar decisiones informadas. Recuerdo haber leído en mi adolescencia un informe en la revista Ciudadanos que detallaba cómo un fumador de una cajetilla diaria acumulaba una taza de alquitrán al año en sus pulmones, además de inhalar nicotina, monóxido de carbono y otras sustancias tóxicas que dañan el cuerpo de diversas maneras.
Mi experiencia dejando de fumar
Dejar de fumar no es fácil y mi propia experiencia lo confirma. Cuando decidí dejar de fumar, lo hice con el enfoque de solo por hoy. Hay personas que pueden fumar poco, pero otros somos de o todo o nada, y a mí me costaba fumar pocos cigarrillos solamente. Cuando dejé de fumar, no lo hice con total seguridad de decir «nunca más fumaré», sino «hoy, solo por hoy, intentaré no fumar». Tuve una limpieza de dientes en el dentista y me di cuenta de los efectos negativos del tabaco en mi vida diaria: tenía que salir de la biblioteca para fumar, me despertaba por la noche para fumar y mi primer y último cigarrillo del día eran casi rituales. No tenía sentido del olfato. Y para los no fumadores era un incordio, pues el olor penetra en todo lo que rodea al fumador.
Y así vi que pasó un día y otro y conseguí dejar de fumar. Había entonces unos cigarrillos de plástico que inhalaban mentol y me ayudaron también a superar el hábito. Después de dos meses, me di cuenta de que lo había logrado. Aunque me decían que a los 15 días la adicción física desaparece, pienso que hay una cuestión psicológica más profunda, que se asocia a momentos determinados: estar con amigos, tomar un café, etc. Además, el mundo inconsciente sigue activo: yo seguí soñando con fumar durante un tiempo más. Con el tiempo, esos sueños también desaparecieron y no he vuelto a probar un cigarrillo.
Conclusión
El Día Mundial sin Tabaco es una oportunidad para reflexionar sobre los riesgos del tabaquismo y las medidas que podemos tomar para proteger nuestra salud y la de quienes nos rodean. La lucha contra el tabaco no es solo una cuestión de políticas públicas, sino también de apoyo personal y comunitario. Informar correctamente sobre los riesgos y compartir experiencias personales puede ayudar a muchos a dar el primer paso hacia una vida sin tabaco.
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