Cervantes dedicó a Barcelona varios elogios, entre los que destaca éste que pone en boca de don Quijote, cuándo le escucha a usted decir, que «el castellano ya no será lengua vehicular en Cataluña»
¿Qué futuro será el de Cervantes, señora ministra, cuando fue don Quijote quien puso su ingenio y elogio histórico a la ciudad de Barcelona? «Archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza única; y aunque los sucesos que en ella me han sucedido no son de mucho gusto, sino de mucha pesadumbre, los llevo sin ella, sólo por haberla visto».
Partiendo del hecho realista de que los viejos roqueros nunca mueren y estando seguro de que el presidente Sánchez sacará los presupuestos adelante, pese a todos. Menos da una piedra y Al toro, que es una mona. Espero que tenga muy en cuenta que en España la explotación del hombre por el hombre cada vez se acentúa más. Y no hablemos de la explotación laboral y mental de los menores. ¡Madre de la fortuna y la de esos independentistas, fanáticos alborotadores de ignorancia voluntaria y enfebrecidas mentes, le van a golpear duro y con un palo a Cervantes!
Ellos no han leído El Quijote ni los elogios perennes del manco de Lepanto a la metrópoli catalana. Carlos Fuentes, el gran escritor ya fallecido, con la brillantez que caracteriza su escritura, nos confirma cómo Cervantes y don Quijote son la constante advertencia de que «el lenguaje es cimiento de la cultura, puerta de la experiencia, techo del mundo, azotea de la imaginación, recámara de amor y, sobre todo, ventana abierta al aire de la duda, la incertidumbre y el cuestionamiento”. ¡Cuán guapa estuvo usted, señora ministra, con mascarilla blandiendo el decreto Ley de Educación!
Pues, qué se puede esperar de esos herederos del puyolismo de la pela es la pela y ¡Visca Catalunya!, dispuestos a prohibir las sevillanas cuando su fe de carboneros consideren que todo lo popular solo pueden ser sardanas y cierra los Pirineos. Decían: «Ojú, qué frío», como señalaba José Hierro en su poema sobre los andaluces, parece que están solos. ¿Qué van a hacer sin sus ferias, sin sus casetas verdiblancas como muestra pacífica del Manque pierda? Sin duda, se trata de una de las enmiendas importantes y necesarias y muy polémicas, pactadas por los socialistas, Unidas Podemos y ERC para eliminar la referencia al castellano como lengua vehicular en todo el Estado, un término que introdujo por primera vez el PP en la LOMCE (ley educativa aprobada por este partido en solitario en 2013).
El Quijote en Barcelona
Según los promotores de la enmienda, el objetivo es “facilitar los programas de inmersión lingüística” de las autonomías con lengua cooficial. Ellos van a ignorar, como les caracteriza, que Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616) visitó Barcelona al menos en una ocasión, dejando una huella lo suficientemente profunda como para que Barcelona fuese la única ciudad real que aparece en su celebérrima obra El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
Era una ciudad bella, laboriosa, culta y callada. Jamás hubiera incendiado hogueras en la plaza del gran poeta, amante de su pueblo, autor de La pell de brau (Salvador Espriu), que han provocado con sus recientes algaradas. Blandiendo libertades y democracia y teniendo como yugo a una dictadura a la que otras generaciones anteriores combatieron con las ideas de libertad, sin gamberradas y asesinatos como se ha padecido en el País Vasco y España. Y que, en la actualidad, la nostalgia de los herederos del franquismo intenta recuperar. Y no olvidemos, respetado lector, ese cazador cazado que es el patriota de Casado, otro nostálgico de un pasado poco deseable.
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