En este libro, Santos Juliá cuenta la recuperación de la palabra del hombre, entre el adiós y la permanencia de Javier Pradera, el intelectual que nos ha dejado rica obra y talante ético
El libro entre las manos, abierto sencillamente como lector para iniciar la lectura de la bien ajustada obra de Santos Juliá en la que cuenta la recuperación, entre el adiós y la permanencia de Javier Pradera, el intelectual que nos ha dejado su rica obra y talante ético, igual a hoja perenne del compromiso de un escritor: expresión y hondura inolvidable.
Una obra en la que halla rica muestra del justo reconocimiento a aquello que confirma los valores de su palabra escrita. Empaque mesurado para todos los que deseamos continuidad fiel y reconocimiento a Javier Pradera, su pensar y actuar, en una sociedad donde cada día el ejercicio de la ética personal y social sufre descarada ofensa e insistente y duro castigo por parte de la cofradía de los mediocres y nostálgicos del nacional catolicismo, de ese ayer que amenaza volver y que imitan con empeño y fervoroso rebuzno los aburridos mandatarios propios de escena quijotesca.
Esta obra, con el título acertado de Camarada Javier Pradera salida de la serena pluma de Santos Juliá, sustenta como eje central del libro los 10 años de Pradera como militante activo y arriesgado del Partido Comunista de España (1955-1965). En ella, analiza la educación política del escritor y ensayista, incansable defensor de la democracia en el más amplio sentido crítico y de absoluta transparencia siempre necesaria, especialmente en la actualidad degenerativa que vivimos, práctica en gran medida de una herencia nacida con claros intereses calculados desde el modelo de que España es un país de conversos y políticos de oficio y palabrería, que una y otra vez tropiezan con miopía calculada en la misma piedra. Señores y súbditos bajo protección divina.
Defensor de libertades
En su lectura, encontramos el discurrir de una militancia y planteamientos del transitar histórico del hombre político que fue este defensor de las libertades y el derecho a la crítica de la razón pura, así como la autocrítica, junto aquellos otros que, de diferentes formas y circunstancias, dentro y fuera de España, conocieron y experimentaron, algunos en sus propias carnes, el proceso del PCE en 1964 que años antes 1954, comenzaría para el «político e intelectual» con la aparición de Federico Sánchez, falsa identidad con la que operaría en la clandestinidad.
El verdadero Jorge Semprún, en el escenario madrileño en el que discurrió la actividad clandestina que los llevó a una estrecha amistad, alimento continuado con un alto nivel de análisis y criterios que fueron creando polémica intelectual y, al mismo tiempo, dadas las cercanías por afinidades ideológicas, consolidando una estrecha fraternidad, la cual no se rompería pese a la ruptura con la expulsión de Jorge Semprún junto a Claudín del Partido Comunista de España, la mente más clara dentro del PCE, decisión tomada por el ínclito Santiago Carrillo como secretario general, en un choque frontal entre la anquilosada línea política de secretario general y la realidad de aquella España de los 60 en la que el turismo y las remesas de emigrante enviadas a su familiares hacían imposible la insistente ambición de la huelga general para derribar la dictadura franquista.
Realidad política que Jorge Semprún, mirando en 1996 hacia atrás como solía, sitúa en 1960 la completa extinción del fuego de su primer fervor militante y asegura que, ya en esa fecha, no esperaba nada realmente creativo de la práctica del marxismo y hasta le parecía que, en 1960, la clandestinidad española, fraternal y pródiga en riquezas emocionales dejaba traslucir sus defectos de ritual y rutina. Y esto se tiene que decir y reconocer, eso sí, con todo el respeto hacia aquellos militantes comunistas que tanto dieron y sacrificaron, incluso sus vidas, contra una dictadura brutal. Cuando en el caso de Javier Pradera siempre mostró su conciencia y entrega antes por el partido que por una democracia fingida.
Vehemencia comedida
Camarada Pradera reúne pasión y la vehemencia comedida. Sin victimismos, se entrega a una causa necesaria y justa sin por ello deteriorar la calidad humana, intelectual y, por qué no señalar, literaria, de su directa y siempre sopesada y expresiva pluma sin por ello desdoblar la firmeza de las ideas. Así se muestra en la correspondencia que mantuvo con quien llegó a ser su mejor amigo en la clandestinidad y posteriormente, Jorge Semprún, con un «periodo de posiciones opuestas». Mas son muchas las pruebas que se exponen y plantean en el libro con realidades bien documentadas no faltas de amenidad, un capítulo de una gran importancia de la historia de la España de los 60 hasta muy adentrada la transición de dictadura a democracia. Diez años cruciales en la historia, historia del PCE, en la vida de Javier Pradera, en la historia de España.
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