Una tormenta eléctrica suspende un partido de fútbol. Un niño llora amargamente porque quiere chuches mientras roban la caja del supermercado
Llegas a la playa y hay más ruido que en la ciudad. La gente acaricia con ternura a un perro mientras niega el saludo a otras personas. Tres personas se toman un café, solas cada una en una mesa mirando el móvil, y ocupan medio bar mientras de fondo suena el All together now de The Farm. En un mismo día, usas chaquetón, camiseta de mangas cortas y chaleco, porque la climatología cambia al ritmo de un virtuoso del gong. Sientes calor y frío, calor y frío, calor y frío. Si pones una patita en la calle, se abrasa, pero si te quedas en la oficina debajo del aire acondicionado, terminas abrigándote. La contradicción del ser humano.
Los canes tienen alma por ley y las tortugas viven 200 años. Hay expresiones demodé y otras, que están de moda ahora, serán demodé en breve. Efectiviwonder. La vida son ciclos, pero hay equipos que ganan siempre. Hay dictaduras en política y en el hockey sobre patines, donde siempre vence España.
Caen bombas en páramos mientras palacios llenos de mala gente siguen maquinando. Llenamos el mar de plástico y ahora los tapones van pegados a las botellas, como si eso pudiera salvar a la humanidad de la estupidez permanente. Decir no a veces puede salvarte y decir sí puede condenarte. Girarte un segundo mientras das un discurso puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Un francotirador puede apoyar a los de derechas, pero guiñarle un ojo a los de izquierdas. A la ideología se le puede dar la vuelta como un calcetín, pero lo que es inmutable es la honestidad, acompañada de perseverancia, empatía, cultura y sentido común.
Quieren ponerle sanciones a los ganaderos por los pedos de sus vacas mientras el precio del aceite no termina de bajar y los feminicidios tiñen de rojo el calendario. Hijos de inmigrantes salvan a España y dos franceses locos se parten el pecho por la Roja (si Napoleón levantase la cabeza).
Queremos salir a la calle a despejarnos del ordenador, pero con el móvil en el bolsillo. Hay chavales que no quieren leer y sólo tirarse por los toboganes de la ignorancia, del TikTok y de la intrascendencia. Salimos a ponernos púos mientras las arrugas se acumulan en nuestros ojos. Y no queremos abrirlos de verdad. Los fuegos artificiales se reflejan en nuestras calvas mientras el del gong sigue tocando irremisiblemente hasta el final.
Aviones que se retrasan, trenes que se paran y coches en un atasco continuo. Cuando tú piensas que todo está en su sitio, abres el armario de tu cabeza y todo está revuelto otra vez. Y vuelta a empezar. Ordenar para luego desordenar. El desorden controlado es una mentira. Tiras tres bolsas de basura, y cuando vuelves a la cocina, se han reproducido. Ahora son negras y más grandes.
También están las normas. No se puede comer ni beber en el césped de la piscina, que está repleto de papeleras por cierto. ¿Nos deshidratamos? ¿Si hay algo de hierba fuera, tampoco se puede? Sin embargo, niños y adultos sí que pueden vociferar y joder a los demás con la pelota. Si te llevas un libro para leer y te sientas cerca de algún conocido de la urbanización, ¿cómo piensas leer y hablar con él a la vez?
Un hecho real que me pasó hace años en un polideportivo: estaba jugando a baloncesto, di un salto, pisé un balón de fútbol (había niños cerca jugando al balompié) y me caí hacia atrás. Lo recuerdo a cámara lenta. Slowmo. Slowmo. La vida pasa en un segundo. Si te das el golpe en la nuca, en un lugar muy determinado, te quedas parapléjico. Sin embargo, no ocurrió lo peor y sólo se quedó en un fuerte impacto contra el suelo. Todo puede cambiar tan rápido… Es la tostada de la Ley de Murphy, el balón que da tres vueltas sobre el aro y, aunque has lanzado correctamente, puede salirse de dentro en la última milésima de segundo.
Abracemos el caos. Muchas personas, muchos padres, creen tenerlo todo bajo control, pero es una ilusión. La vida es imperfecta, es un cuadro de Pollock lleno de visceralidad, emociones, altibajos, montañas rusas y contradicciones y no merece la pena estar siempre enfadado. Hay que hacer lo correcto según tus convicciones morales, saber convivir, ser justo y tolerante en la medida de lo posible, disfrutar del momento y poco más. Porque parece que fue ayer cuando estuve en Lille -la sede de la fase de grupos del baloncesto olímpico- en un intercambio y han pasado ya 34 años. Tenemos que conseguir que nuestra realidad sea el sueño que siempre quisimos vivir. Con esa actitud, los gritos de los domingueros se escucharán de fondo y tu playa será aquella tan idílica del cartel de Atrapado por su pasado, en el que destacaba una frase que es un anhelo universal: Escape to Paradise.
El desmadre de una sociedad abocada a una espantosa distopía… Que nos cojan confesados, que decían hace mil años…
Enhorabuena!!