Un facultativo de Atención Primaria de un pueblo del Aljarafe sevillano ha confesado a EL LIBRE que las quejas de los pacientes tienen todo el fundamento, pero ellos no pueden dar más de sí: «Claro que se atiende rápido y en poco tiempo a los enfermos, porque no damos abasto… hasta que reventemos»
Este doctor de mediana edad, que prefiere quedar en el anonimato por miedo a posibles represalias, trabaja por las mañanas en un centro de salud del Servicio Andaluz de Salud (SAS) y, por las tardes, en la privada. La diferencia que encuentra es abismal: estrés y desorganización por las mañanas y sosiego y tranquilidad por las tardes. Según su punto de vista, esto se veía venir: «La sanidad pública está mal planificada. Sabían que, a lo largo de esta década, se jubilan muchos médicos y no han planificado nada».
«Todos los días llego al centro de salud y me encuentro con algún contratiempo: un compañero que se ha puesto malo, otra que está embarazada y se da de baja para tener al bebé… y no los sustituyen. Los que estamos allí tenemos que asumir a sus pacientes. Tenemos que atender a los pacientes de compañeros que se dan de baja -por diversos motivos- porque no contratan a nadie. Y claro que se atiende a los enfermos rápido y en poco tiempo, porque no damos abasto… hasta que reventemos. Sólo hay una solución: que contraten a más médicos y se cubran las bajas», denuncia.
El facultativo realiza un apunte que, según él, podría aplacar el enfado de muchos usuarios que no necesitan que su médico de cabecera les vea enseguida, que pueden esperar dos semanas, pero que, al ver que la página web o la administrativo de turno les dice la temida frase de no hay cita disponible, montan en cólera: «Deberían abrir las agendas más allá de los 14 días para cosas muy leves que no corran prisa o para renovar recetas».
Mientras Catalina García, consejera de Salud, recibía hace pocos días a los 103 nuevos Especialistas Internos Residentes (EIR) que en los próximos años recibirán su formación sanitaria en el Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla, diciéndoles «sois el futuro de una sanidad pública que se encamina hacia la excelencia«, la realidad es que el SAS está muy lejos de ser excelente. Más bien, la realidad es sombría y preocupante.
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