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Anthony Hopkins, en el papel de su vida: el doctor Hannibal Lecter.

Cultura

Se cumplen 30 años del estreno en España de ‘El silencio de los corderos’

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Tal día como hoy de 1991, los españoles comenzaron a escuchar los desesperados balidos que inundaban las noches de Clarice Starling y a sentir la penetrante mirada de un doctor, de apellido Lecter, que amaba el Chianti acompañado de carne humana. También había un segundo psicópata que descuartizaba a sus víctimas para hacerse una segunda piel. ¿Cómo podía esta delirante historia cautivar a una audiencia planetaria? Con un buen guión adaptado, un buen timonel (Jonathan Demme), dos primeros espadas actorales en estado de gracia y un elenco de secundarios que enriqueció el conjunto final. Lo que en un principio iba a ser un producto de serie B se transformó en un filme que puede compartir estantería con ‘Lo que el viento se llevó’, ‘El señor de los anillos: el retorno del rey’ o ‘El padrino’

Pocos filmes han enseñado una pizca de una lengua muerta que ahora quieren eliminar como es el latín, parte de nuestra historia. Muchos cinéfilos recuerdan aquel «quid pro quo, Clarice» que anunciaba tormenta, pronunciado por un actor que ha prolongado su madurez de forma excepcional hasta hacer de Odín, de Papa y de padre con Alzheimer. El duelo interpretativo de sir Anthony Hopkins (83 años) y Jodie Foster (58) elevó el cine de género a otro nivel. Se convirtió en un instant classic. Como pasa siempre con las obras maestras del cine y del deporte, la consecución del éxito no solo depende de las estrellas de turno, sino también de conjuntar un equipo sólido con mucho talento, desde el mezquino psiquiatra Chilton, interpretado por Anthony Heald, hasta el otro malo de la película (Ted Levine), Buffalo Bill, pasando por el jefe de Clarice, Jack Crawford (Scott Glenn).

Es la única película de terror que ha sido capaz de ganar el Óscar a Mejor Película y solo seis han sido nominadas en esta categoría a lo largo de la historia del cine: El exorcista (1974), Tiburón (1976), El sexto sentido (2000), Cisne negro (2011) y Déjame salir (2017). Ahí es nada.

Pero la película que colocó a Hannibal Lecter como icono del terror y, con el paso de los años, como símbolo popular inspirador para los disfraces de Halloween a la altura de Freddy Krueger o Michael Myers, también atrapó un logro impensable: es uno de los tres filmes que ha conseguido el Big Five de los Óscar: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Guión (adaptado u original), Mejor Actor Protagonista y Mejor Actriz Protagonista. Solo Sucedió una noche (1934), de Frank Capra, y Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman, han llegado a esa cima desde que los Lumière inventaran el séptimo arte un lejano 28 de diciembre de 1895.

El argumento de El silencio de los corderos es el siguiente: el FBI busca a Buffalo Bill, un asesino en serie que mata a sus víctimas, todas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo recurren a Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene encerrado al Dr. Hannibal Lecter, antiguo psicoanalista y asesino, dotado de una inteligencia superior a la normal. Su misión será intentar sacarle información sobre los patrones de conducta del asesino que están buscando.

Una novela apasionante

El filme está basado en el best-seller de intriga y suspense de Thomas Harris con una narrativa en tercera persona, fácil de leer, estructura cinematográfica y moderadamente fluido en su ritmo. Cuida de manera extrema el detalle, con acusada imaginería, fenomenales descripciones y diálogos con mucho punch. Todo ello fue captado por el guionista Ted Tally, que puso su granito de arena para que ese texto sonara a música de Wagner en los labios de Foster y Hopkins, un dueto que suena a ganadores del Premio Nobel de Ciencia más que a dos pesos pesados de la interpretación que dieron lo mejor de sí mismos para rematar un trabajo formidable.

Porque El silencio de los corderos traspasa la frontera del slasher para preguntarse por temas más profundos: la manipulación de la mente humana; los traumas infantiles nunca superados; la perversión humana; los fallos de la sanidad pública y privada para resolver enfermedades mentales; el machismo dentro del FBI; el cuestionamiento de la moralidad occidental…

En un encuentro virtual para la serie Actors on Actors de Variety que se llevó a cabo el pasado mes de enero con motivo del 30º aniversario del estreno del filme en Estados Unidos, Foster y Hopkins repasaron detalles inéditos de la película. Así recordaba Hopkins cómo le llegó el proyecto: “Sí. Recuerdo que estaba en Londres en 1989, haciendo una obra de teatro llamada M. Mariposa. Mi agente envió un guión. Él dijo: «¿Por qué no lees esto? Se llama El silencio de los corderos«. Dije: «¿Es un cuento para niños?». Era una calurosa tarde de verano, llegó el guión y comencé a leerlo. Después de 10 páginas, llamé a mi agente. Dije: «¿Es esta una oferta real? Quiero saberlo. Este es el mejor guión que he leído«. Leí el resto del guión y Jonathan (Demme) vino un sábado por la tarde y cenamos. Y dije: «¿Esto es real?». Y él dijo: «Sí». Dije «OK». Era un tipo maravilloso con quien trabajar. No podía creer mi suerte y tenía miedo de hablar contigo, porque acababas de ganar un Óscar (por Acusados, en 1988)».

«Sabía cómo era el personaje. La voz me había llegado en la primera lectura. Jonathan me preguntó y le dije: «Es como una máquina. Es como HAL, la computadora de 2001, una odisea del espacio. Simplemente, entra como un tiburón silencioso», recuerda Hopkins.

“No pudimos hablar demasiado antes de la lectura completa. Simplemente nos saludamos desde el otro lado de la habitación y luego nos sentamos a la mesa. Y, cuando te lanzaste a interpretar a Hannibal Lecter, sentí que un escalofrío recorría la habitación. En cierto modo, fue como si estuviéramos casi demasiado asustados para hablar entre nosotros después de eso”, rememoró la actriz sobre el primer encuentro entre ambos. Foster comenzó su carrera haciendo de prostituta menor de edad en Taxi Driver y, con el paso de los años, se fue metiendo cada vez más en labores de producción y dirección.

El silencio de los corderos relanzó la discreta carrera, hasta ese momento, de sir Anthony Hopkins. Alguna película bélica coral en los años 70, El hombre elefante y poco más. A partir del implacable Hannibal, lleva un maratón de 62 películas y seis nominaciones al Óscar en 30 años, de las que ha ganado dos: la que nos ocupa y El padre, su último papel hasta la fecha.

La inquietante banda sonora

Howard Leslie Shore (Toronto; 18 de octubre de 1946), compositor y saxofonista canadiense, ha compuesto las partituras de más de 80 películas, entre ellas El señor de los anillos, por las que obtuvo tres Óscar. Compuso también la banda sonora de la trilogía El hobbit y es un colaborador habitual del director David Cronenberg, habiendo compuesto, desde 1979, casi todas las partituras de sus películas.

Shore grabó la BSO de El silencio de los corderos en la ciudad de Múnich (Alemania) durante la mitad del verano de 1990 y la orquesta de dicha ciudad fue seleccionada para los fondos musicales. «Traté de escribir de una manera que va directa a la trama de la película [explica Shore en su enfoque]. Cuando tratas de ver la película, no eres consciente de la música, sino que obtienes tus sentimientos de todos los elementos simultáneamente: iluminación, cinematografía, vestuario, actuación y música».

Precuela, secuelas y serie

En 2001, fue estrenada la película Hannibal protagonizada por Anthony Hopkins en el papel del psiquiatra caníbal con una escena final solo para estómagos acostumbrados al cine gore. Está basada en la novela del mismo título, que narra nuevos sucesos, cuando Lecter reaparece en Italia 10 años después. En 2002, fue estrenada la película Dragón Rojo, protagonizada de nuevo por Hopkins en una adaptación de la novela anterior sobre Lecter del mismo título, que narra hechos anteriores a El silencio de los corderos. Dicha novela ya había sido llevada al cine en 1986, pero su productor, Dino de Laurentiis, no quedó satisfecho y decidió rodar otra adaptación. En 2007, fue estrenada la precuela Hannibal, el origen del mal, protagonizada por Gaspard Ulliel.

Y no hay que desdeñar la serie de TV Hannibal, protagonizada por el gran actor danés Mads Mikkelsen. La serie se estrenó en la NBC el 4 de abril de 2013.​ El 9 de mayo de 2014, NBC la renovó por una tercera temporada,​ que se estrenó el 4 de junio de 2015. El 22 de junio de 2015, la NBC canceló Hannibal después de tres temporadas debido a las bajas audiencias.​

La tragedia de los Demme

El cine echa de menos al jefe de todo aquello, porque Jonathan Demme, que tuvo un breve romance con la cantante pop Belinda Carlisle en 1980, falleció a causa de un cáncer de esófago el 26 de abril de 2017 a la edad de 73 años. Tenía tres hijos, Ramona, Brooklyn y Josephine, y era tío del también director de cine Ted Demme, cuya muerte fue más truculenta y prematura: el 13 de enero del 2002 mientras jugaba al baloncesto, sufrió un colapso y murió de un ataque cardiaco, que pudo haber estado relacionado con el consumo de cocaína, de la que se encontraron restos en la autopsia. Tenía 38 años.

El 6 de septiembre de 1991 le cambió la vida a los encuestadores a domicilio y, en general, a todos los vendedores de motos, pesados a la vuelta de la esquina. Porque, detrás de aquella puerta, podría haber un amante del hígado bien cocinado y del buen vino. El 6 de septiembre de 1991, aprendimos todo lo que se puede hacer con un simple clip. Y el 6 de septiembre de 1991, se abrió una puerta al cine de género de calidad y a la posibilidad de experimentar flexibilizando los siempre encorsetados presupuestos del maniqueísmo. «Vuela, pajarito… Vuela, vuela, vuela…».


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